La gestión amarilla es experta en
arruinarnos la vida y fabricar cortinas de humo. Los que no saben cómo hacer para seguir saqueando nuestras riquezas
se espantan porque los legisladores canjean pasajes por dinero. Los que
contribuyeron a la conquista de la presidencia con operaciones de prensa y difamación de kirchneristas se
horrorizan porque en una cena sabatina se hayan ventilado chismes sobre el
escándalo de la pedofilia futbolera. Por si esto fuera poco, Macri, el inventor
de los próceres angustiados, el
emprendedorismo de Belgrano y la repatriación de los restos de San Martín por un resucitado
Rivadavia, se disfrazó de paladín
de la soberanía para homenajear a los caídos en Malvinas con un logro que no le pertenece. Sólo la
vulnerabilidad intelectual del público cautivo logra que la farsa continúe y el
Gerente de La Rosada SA mantenga un 40
por ciento de intención de voto.
Las denuncias mediáticas sin
pruebas son inadmisibles. Para todos,
hasta los que se sumaron a la comparsa denostadora de los medios del Grupo
Clarín. Aunque complace que saboreen el
veneno que han vertido durante años, el autor de semejante perversión debe
quedar al descubierto. Como nunca antes queda visible quién es el único capaz de fustigar a los que se crucen por su camino:
el que creció con la dictadura y vendió
su voz al diablo, el enemigo de la democracia, el artífice de nuestros
males, el alma máter del grupo empresarial tan gigantesco que sería ilegal en cualquier país serio;
el problema no es Mirtha, cuyo vómito
discursivo es monstruoso desde siempre ni la estrella fugaz que actúa como
mensajera, sino el hacedor de los peores pensamientos de la sociedad: Héctor
Magneto, el único impune de los dramas
pasados, presentes y los que vendrán, el que inventa presidentes y los
destrona cuando dejan de ser funcionales a sus intereses. Lo demás es humo.
Como lo del canje de pasajes de
los congresistas, que no es ilegal ni
significa cifras astronómicas, pero se presenta como escándalo para que La Política aparezca otra vez como la única
culpable. Tal como en 2001, una distorsión de las responsabilidades que
condujo a la población clamar “que se
vayan todos” para que se queden los
que se enriquecieron con la crisis. Tan confuso es el escenario, que hasta
la aliada Elisa Carrió consideró que Macri “no tiene idea de lo que significa ser
decente, hacer política decentemente”. Quien cree en Carrió, debería
descreer de Macri y viceversa. Pero como
la confusión es enorme, no ocurre nada de eso y ambos siguen muy arriba en
la percepción del público colonizado.
En
defensa de la Patria
En la historia de terror que
estamos padeciendo cualquier semejanza
con la realidad, más que una coincidencia, sería un milagro. Por eso Macri,
que consideraba a las Malvinas como “un
déficit adicional para el país” y que no
entendía “los temas de soberanía en un
país tan grande como el nuestro”,
ahora puede presentarse ante los familiares de los caídos como un reparador histórico. Y con el cinismo que no puede contener,
promete que el país seguirá reclamando “lo
que es legítimo y nos pertenece, que es la soberanía sobre esas islas”. La lejanía –‘esas’- revela la simulación.
Si sintiera algo, diría ‘nuestras’ y no hubiera accedido a los pedidos del
Reino Unido para consolidar su ilegal
dominio. A cambio, sólo facilitó la visita de los familiares a las tumbas
con los restos identificados por la Cruz Roja, gracias a un trabajo impulsado por CFK en 2012 y comenzado en 2014.
Pero, abusando de la protección
mediática y extralimitando su desprecio,
el Ingeniero recitó: “este 2 de abril es
totalmente distinto al que vivimos juntos el año pasado porque algo que parecía imposible, después de tantos años de resignación y
angustia, con diálogo y diplomacia madura logramos empezar a saldar la deuda que teníamos todos los
argentinos con ustedes”. Él no logró nada pero puso un colorido
moño. Tan poco está convencido de nuestros derechos soberanos que su
ministro de Defensa, Oscar Aguad puede declarar que el submarino ARA San Juan
no fue víctima de un ataque británico porque no estuvo cerca de Malvinas, “sino
que nunca salió del mar Argentino”.
Si el funcionario desconoce uno de los argumentos que confirman nuestra
soberanía, ¿cómo puede defenderla? Las
Malvinas son nuestras porque están dentro de nuestro mar. Tan ignorante
como el presidente que lo sigue sosteniendo en el cargo, a pesar de sus incontables yerros.
Como sigue sosteniendo a todos los
demás, tan desastrosos como Aguad y como
él mismo. Ignorantes del país que están gobernando. Egoístas convencidos de que todo les pertenece. Hipócritas que se
presentan como salvadores cuando, en
realidad, nos están hundiendo. Voraces que incrementan las tarifas y
sostienen los subsidios para optimizar
las ganancias de las distribuidoras de servicios. Indecentes que se justifican
por ocultar patrimonio en guaridas fiscales pero denuncian bóvedas inexistentes en el otro lado de la grieta, cada
vez más profunda. Que Aranguren siga sentado en su silla de ministro de Energía
con los conflictos de intereses que lo
crucifican y los perjuicios que ha producido en nuestros bolsillos es un
insulto para la democracia. Que Luis Caputo mantenga su cargo como ministro de
Finanzas a pesar de que ha empeñado
nuestro futuro para beneficiarse con el endeudamiento que no para de crecer
es una muestra de impunidad. Que las
calles no se pueblen todos los días para exigir la renuncia de estos
impresentables significa que no hemos aprendido absolutamente nada.
Tanta farsa es posible porque el fango que han arrojado sobre la Década
Ganada es difícil de limpiar. Si los
engañados escucharan a los demonizados, la salida de este entuerto estaría
más visible. Si los cautivos de las pantallas se atrevieran a suspender sus prejuicios por unos minutos,
encontrarían una luz insoslayable. Si los indignados de antaño por
denuncias domingueras dejaran caer algunas gotas de sospecha sobre la gestión
actual, advertirían que la corrupción siempre
ha estado del lado de los que hoy gobiernan. Si advirtieran que muchos
jueces operan para condicionar las urnas. Si ocurriera todo esto, las palabras
del diputado Agustín Rossi terminarían
de despertarlos: “el problema que
tenemos hoy es que los ricos nos gobiernan. ¡Son un accidente de la historia!
Porque la democracia está hecha para que
nos gobiernen iguales no desiguales”.
Mientras la especulación
financiera nos pone otra vez en manos de los usureros, el FMI aplaude el Cambio y los funcionarios se burlan de todos;
mientras la Revolución de la Alegría despoja
a gran parte de los argentinos de derechos y disfrutes; mientras el
desarrollo retrocede para que volvamos a ser el Granero del Mundo, las previsibles cortinas de humo parecen conservar su nefasta eficacia.
Una nube tan tóxica que convierte en
angelicales salvadores a los que sólo son los indecentes de siempre.
gracias mil Gustavo y siempre comparto-besos
ResponderBorrarCreo que lo descubrí, Gustavo, unted habla del humo amarillo porque, en el fondo, extraña ese humo rico del choripan populista, qué espanto!.
ResponderBorrarEs casi increíble pero, ¿notó lo rápido que envejecen los temas en esta maravilla de virreinato que soportamos?, Brasil, la hormiguita, santa patrona de la anti-corrupción, imputada por chorra ("enrriquecimiento ilícito" es éso, no?), la diva fósil doña rosa legrand devenida en "instrumento" de servicios y sin darnos cuenta, vió?,... y así, hace un post y antes que terminemos de hartarnos, ya está la "novedad" - justo - estoy esribiendo ésto y por radio una luminaria amarilla saluda "el independiente accionar de la justicia brasileña", simplemente maravilloso.
La duda que me queda es si no llegará el día en que cambie sus habituales posts por compartir cuentos de Jaimito, para salir de esta mucho más que habitual amargura.