El Cambio se está convirtiendo en un revoltijo. El presidente por
medio día, Federico Pinedo vierte metáforas
náuticas, el ex funcionario Carlos Melconián anticipa un desastre y el FMI pronostica números de miedo con consejos de
más ajustes. Mientras tanto, el público globoadicto sigue sumergido en la
desmemoria y permite que plumas nocivas garabateen
su conciencia para evitar contradicciones. Total, lo importante es odiar y echar culpas al pasado cercano de los
atropellos del presente. Sometidos al licuado
indigesto de los medios dominantes, los cautivos creen que los miembros del Gran Equipo son
sacrificados patriotas, el bestial tarifazo es apenas un suave
reacomodamiento, los mapuches son terroristas, las guaridas fiscales son cajas de seguridad y Macri es honesto. Todo va bien aunque parezca ir mal,
repiten como mantra los que viven en Macrilandia.
Tan bien que ya están celebrando el triunfo en las urnas del próximo año,
aunque para eso deban amañar aún más el
escenario y amenazar a la oposición con espionaje y procesamientos cuasi
mafiosos.
Gracias al impresentable diputado
Alfredo Olmedo, los amarillos cercenaron
el debate sobre las tarifas de los servicios públicos. El ambiente se venía
calentando demasiado en estos días y en
el Congreso podía explotar la olla. A las denuncias de los incrementos
anticipados, además de desmesurados,
se sumó la itinerante Elisa Carrió que –para simular preocupación- requería que
el Jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun dé explicaciones sobre irregularidades en la facturación. Pero lo que sacó de quicio
al oficialismo fue que la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner presente
de un proyecto de ley para que se
retrotraiga el precio de los servicios.
Tanto que, el autor de “sólo
los bolsos de López son corrupción”,
Peña Braun apuntó sus tacones a la cabeza de Cristina. Con mal disimulado
enojo, calificó su actitud como “demagógica e irresponsable de quienes
quebraron el sistema energético”.
Una hipocresía: ellos desprecian la demagogia hacia la mayoría, pero la practican para sus amigotes. Y una
mentira, por supuesto: el sistema no estaba quebrado sino que los dueños de las distribuidoras ganaban menos. Como
muestra, la empresa CPSA, de Nicolás Caputo, el hermano de la vida de
Macri, acrecentó en un 160 por ciento la
recaudación desde que comenzó La
Revolución de la Alegría. CPSA y Pampa Energía, del amigo-testaferro
Marcelo Midlin embolsaron más de 9000
millones de pesos el año pasado gracias a los tarifazos. Y como broche de
oro, el Ingeniero salió a defender el saqueo a los usuarios con una de esas burlas que le brotan de sus
entrañas: “nada que les digan que
viene de regalo es real”. Como si él no
hubiera recibido de regalo gran parte de su patrimonio, como si no fuera un
regalo el indulto que recibió de la
Corte Suprema menemista por el contrabando de autopartes, como si no fuera
un regalo la estatización de su deuda en
tiempos de la dictadura, como si no
quisiera regalarse los 70 mil millones de pesos que su empresa debe al
Estado. Si no son reales, ¿para qué se
preocupa tanto por obtener tantos regalos?
Las
trampas a la vista
Además –y esto para romper con
una de las tantas estafas oficiales- nadie
quiere que la luz, el gas, el agua y los combustibles sean gratis. Lo que
estamos exigiendo es que se cobren a
precios razonables. Pero como la razón no está del lado de los Amarillos,
pueden decir cualquier pavada con la
seguridad de que hacen escuela. Antes, los asalariados podían apelar a
las cuotas para satisfacer sus gustos, pero ahora lo hacen para saldar las aterradoras facturas. Indiferentes
al daño que producen en la vida de sus gobernados, han puesto al país en la antesala de un colapso. La inflación que
iban a bajar en dos minutos, “no fue la
que queríamos”, confesó el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger.
El que armó la peligrosa burbuja de las
Lebacs con un monto que supera al circulante, reconoció que “con
los tarifazos se vuelve difícil manejar la política monetaria”. Si entre ellos hay cortocircuitos, la
población se puede electrocutar. Y con
cifras impagables.
Para que el Cambio pueda realizar
esta monstruosa transferencia de
recursos hacia los más ricos, necesita aplacar cualquier resistencia. Aunque deje muertos en el camino, como
en el caso de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel que, por los videos y demás
pruebas que se tienen, murieron víctimas
de una desaforada represión. Aunque acumule detenidos sin condena, como el caso de Milagro Sala y de muchos
militantes sociales en la provincia de Jujuy, el experimento más desbocado de esta globocracia. Aunque deban
enviar mensajes que desmienten su
compromiso con los DDHH, como las condolencias que el ministro de Justicia,
Germán Garavano publicó en La Nación por la muerte del interventor de Córdoba en la dictadura, Carlos Bernardo Chasseing,
secuaz de Luciano Benjamín Menéndez. Por más que intentan, no pueden contener la admiración que sienten por los genocidas.
Tanto les cuesta que se parecen bastante,
hasta en el objetivo de imponer un sistema de desigualdad para salvar la Patria. Más que para salvarla,
para transferirla a cuevas financieras.
Todo esto es tan evidente que
nadie se puede seguir haciendo el distraído recitando desmentidas excusas. El que se mantiene abrazado a estas patrañas
es porque ya ha cruzado la Grieta para acurrucarse
en su peor lado, no para gozar de sus mieles sino para padecer sus amargores. Muchos radicales que se sumaron a esta
banda de saqueadores pueden dar cuenta de ello. Tan convidados de piedra que ya parecen zapallos. Y otros que
deberían jugar de opositores, coquetean con el oficialismo aunque reciban más sopapos que mimos.
Fuera del palacio, el descontento es creciente. El ruidazo –que aún no puede tomarse en sentido electoral- se sintió
en todo el país y puede oficiar como
invitación para los tibios. Por más que la decepción se torne preocupante,
los Amarillos tienen unos cuantos ases
en sus mangas de pulpo: candidatos de recambio, estrategias de confusión
mediática y todos los recursos para
comprar voluntades. Y para garantizar el triunfo en la batalla por las ideas, ya está firmado el convenio de
colaboración para que Argentina Debate
se haga cargo de armar el escenario para la continuidad de la entrega. La presidenta de esta ONG,
Karina Román, contribuyó con 1,5
millones de pesos a la campaña de Cambiemos y logró una “experiencia exitosa” con la contienda
entre Macri y Scioli.
Nada puede fallar con tantas
estrategias de marketing, salvo que la
conciencia y la memoria despierten lo que está dormido y el pueblo decida
cuanto antes salir de este embrollo en
el que jamás debió haberse metido.
Mi impresión es que si hay un "clamor" de los argentinos, la respuesta es la acostumbrada en el virreimato, indiferencia, desdén y el eterno recitado de mentiras "optimistas" con vistas a un futuro tan venturoso como imposible.
ResponderBorrarLo que me parece que está, y creciendo, un "rumor" de hastío y, todavía, de un insensato "sálvese quien pueda" personal que, se sabe aunque no se quiera admitir, no va a funcionar, no sirve como no sirvió nunca.
Hay una espera, cuyo final, supongo que dependerá de la intensidad de la pérdida de las víctimas, ¿será el tarifazo?, la pauperización de los jubilados?, el desastre PYME?, el desempleo de sobra o los sueldos que no alcanzan?, los palos?, en fin, razones hay potencialmente muchas, ¿se irán dando de a una, o todas juntas?, no se sabe.... mi impresión es que cuando se sepa, va a ser más grito que himno. Y agarrate, Catalina...
gracias siempre Gustavo-compartido-besos
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