jueves, 17 de septiembre de 2020

La historieta del eterno retorno

 

Las cosas pasan muy rápido en Argentina, tanto que casi nos olvidamos que una semana atrás un grupo de policías bonaerenses se plantó con armas y patrulleros frente a la Quinta de Olivos para exigir un aumento de sueldo. Hay hechos que son tan confundidos por los relatores mediáticos que, el sábado a la tarde, unos cuantos rosarinos salieron a reclamar por el 1 por ciento de coparticipación que el gobierno nacional le sacó a la CABA. La protesta hubiera sido más coherente cuando, en 2018 Mauricio Macri se lo dio de más, porque ahí sí afectaba al reparto general. Ahora también, pero parece distinto. En estos tiempos, hay tan poca valoración de la palabra, tan bastardeada está la discusión política, que Patricia Bullrich, la presidenta del PRO, recién curada de coronavirus y aún sin saber dónde se lo pescó, vuelve al ruedo para seguir haciendo campaña anti cuarentena.

Podemos seguir enumerando viñetas absurdas del presente argentino, pero nos quedamos con la Bullrich porque es tan divertido como una noche de copas. Además, a partir de sus incoherencias podemos hilar todas las demás. Cuesta creer que un personaje así mantenga cierta trascendencia y alguno dirá que eso ocurre porque, al criticarla, le estamos dando cabida. Pero si no lo hacemos, con la prepotencia mediática dominante, queda como una antorcha que ilumina nuestro futuro. Y no lo es, claro está. Por contener las críticas a la gestión PRO en La Capital, nos pasó Macri y si los seguimos ignorando, nos puede pasar Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal o algún infierno peor. Volvamos a Bullrich un ratito más: ni bien curada, la ex ministra de Seguridad de la Revolución de la Alegría esputó que la fuerza política que preside es mirada “por la sociedad como la posible sustitución de este gobierno en las elecciones de 2021”. Después dicen que el covid no deja secuelas. Parece que además de la capacidad para vomitar pamplinas, deja un resabio destituyente.

Entre muchas sandeces, la etílica ex funcionaria reclamó a Alberto “menos modelo soviético y más apertura”, como si ya no la hubiera, con los estragos que está generando. Pero como no podía quedarse sólo con eso, avanzó más hacia la galería del ridículo y calificó la cartita que Macri publicó en La Nación como “muy clara y conceptual”. Si tan claros tiene los conceptos el Infame Ingeniero, ¿por qué no los aplicó durante su gobierno, en lugar de endeudarnos como nunca, habilitar negocios para sus amigotes y poner jueces funcionales a dedo? Si tanto conoce la Constitución, ¿por qué no la siguió al pie de la letra para ampliar derechos, en lugar de potenciar privilegios?

Abandonemos a Patricia y su extravío pos covid para centrarnos en la carta del Buen Mauricio. No mucho porque, salvo algunos fanáticos, todos la cuestionaron. Hasta su ex asesor, Jaime Durán Barba, la consideró casi un bodrio. Pero hay algo que muchos no advirtieron: la similitud de la carta publicada el domingo con el editorial firmado por Roberto Noble, el fundador de Clarín, para celebrar el golpe de Estado de 1955. En aquel viejo texto, Noble se vanagloriaba de haber sido partícipe de la revolución que terminó con el gobierno de Perón, al que consideraba un tirano. Después, Clarín se convirtió en un ferviente apologista de la dictadura. No sólo de ésa, sino de todas las que siguieron. Apologista y beneficiario. Y hoy, sigue siendo un diario destituyente de cualquier gobierno que no satisfaga las apetencias de sus dueños, mintiendo, difamando, blasfemando y posicionando presidentes que le hacen mucho daño al país. El gran diario argentino, todos sus medios y los monstruos que crea son lo más anti argentino que existe en el mundo. Y es, sobre todo, la pesada ancla que no nos deja arrancar hacia el país que nunca termina de ser el mejor sueño.

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