viernes, 30 de enero de 2015

La absurda danza de los futuros derrotados



Nada más patético que un velorio con llorones indignados sin motivo. O con el motivo equivocado. El escándalo patriótico de pisotear la banda de la corona que Alejandra Gils Carbó había ofrendado al fiscal Nisman alguna vez deberá revelar a sus ideólogos. Tanto odio alimentado por titulares amañados. Individuos conmovidos por una muerte que recicla sus prejuicios. El sujeto bestial que se construye desde los medios; el ser irracional que, con ser sólo un televidente, pretende actuar como ciudadano. Seres que desprecian a las mayorías y tratan de imponer su ombligo como única interpretación del mundo. Caceroleros que exigen Justicia, pero si el fiscal no se hubiera suicidado, el martillo lo condenaría por haber traicionado su rol, por haber malversado recursos durante más de diez años, por haber puesto su cargo –y hasta su vida- al servicio de un oscuro plan. Pero el fiscal está muerto: su último acto fue la delirante denuncia y los mensajes de whatsapp constituyen una confesión del complot al que se había sumado. ¿Cómo reaccionarán cuando se enteren de que Nisman fue una víctima de la mafia que los alimenta a diario con libelos manipuladores?
El absurdo nos invade, nos desborda. Un clima ilógico que crece y parece incontenible. A partir de ahora, todo será analizado bajo esta pátina incomprensible. Casi nadie sabe los motivos del suicidio, salvo los que lo condujeron hasta allí. Pero la interpretación dominante –pero no mayoritaria- es la de los impresentables que tratan de arrojar este muerto sobre el sillón presidencial. Ya la verdad no importa sino las sospechas que han sembrado durante todos estos años: Cristina es capaz de hacer cualquier atrocidad. Ningún dato coherente los apartará de esa fábula que resulta tan funcional a los intereses de una minoría. La famosa grieta en su máxima expresión. Hasta se olvidan de que Lagomarsino fue quien aportó la pistola.
Este hecho policial seguirá siendo dudoso mientras pueda utilizarse como ariete político. Cuando pierda su funcionalidad, nadie se acordará de Nisman. Los caceroleros no sabrán quiénes son, hasta que un nuevo titular los convoque para una nueva identidad destituyente. En eso estamos, mientras los políticos con representación regalan el poco prestigio que les queda a cambio de unos minutos de aire que, de ninguna manera, garantizarán el triunfo.
Con las peores intenciones
Los eternos candidatos ya no saben en qué contradicciones incurrir para reforzar la confusión del manojo de individuos al que dirigen su campaña. Macri pide que el cambio de la SI por la AFI sea tratado en el Congreso después de que La Presidenta anunció el lunes que lo presentaría en el Senado. Se nota que ni la escuchó y encima, le informaron mal. Binner afirma en su tono geriátrico que toda persona es culpable hasta que se demuestre su inocencia, dando por tierra a cualquier principio de justicia. Massa no entra en contradicciones porque está entretenido en imitar las tonadas provincianas para sus spots televisivos. ¿Y en manos de estos irresponsables algunos pretenden depositar el futuro del país?
Mientras tanto, los confabuladores con banca hacen su aporte a la campaña, demostrando lo poco que les interesa el país y sus instituciones. Tan poco les interesa que hasta son capaces de incumplir con las leyes. A fin de año, Eugenio Zaffaroni anunció su renuncia al cargo en la Corte Suprema de Justicia porque alcanzaba la edad máxima que dispone la Constitución. ¡Qué diferencia con Carlos Fayt, que excede en más de veinte años ese límite y continúa atornillado vaya a saberse en defensa de qué intereses! Y para aportar casi nada, pues apenas asiste a las tertulias judiciales.
El caso es que la Corte debe tener cinco miembros y se ha quedado con cuatro (considerando a Fayt como un entero). Por el decreto 222/03 el Poder Ejecutivo debe proponer un reemplazo en el término de 30 días que deberá tener la aprobación de 2/3 del Senado. Desde mucho antes, un grupo de senadores de la oposición había firmado un compromiso para no aceptar nada que propusiera el Gobierno, en un declarado caso de sedición constitucional. Como parece que piensan ganar en las elecciones presidenciales, el nuevo Supremo lo quieren proponer ellos. Más allá de estas especulaciones, están sumando su granito de arena a las diferentes estrategias destituyentes a las que está apelando el establishment. Estos representantes están deslegitimando a una mandataria elegida con el 54 por ciento de los votos hace poco más de tres años y a la fuerza política más votada en las últimas legislativas.
No les importa el postulante, sino alimentar la indignación de su público. Nunca se había visto una oposición tan encarnizada, tan enceguecida, tan golpista. Y todo por responder a los intereses del Poder Fáctico. Jueces, fiscales, candidatos y legisladores en el mancomunado esfuerzo de voltear a CFK. Todo sirve para desgastar este proyecto, desde el suicidio de Nisman y su desechable denuncia hasta la muerte de un niño por desnutrición. Cualquier foto es funcional para el retorno del modelo que nos llevó a la ruina.
Pero esta vez no les resultará tan fácil. Y lo saben, por eso están perdiendo la sutileza; por eso hay tanto nerviosismo; por eso convierten un velorio en un cacerolazo. Por eso los medios hegemónicos no disimulan lo poco que les interesa el suicidio del fiscal; por eso se burlan con la sátira de una serie; por eso no tienen respeto ni por la información. Porque saben que perderán; que sus candidatos se caen por su propio peso; que tendrán que bancarse cuatro años más de kirchnerismo, en cualquiera de sus versiones.
Y saldrán a hablar de los choripanes, de la poca educación, del fraude. Hasta dirán que la gente vota con el bolsillo, como una forma de descalificar a todos los que conquistaron dignidad a lo largo de estos años. Claro, votar para fugar divisas a Suiza es más fashion que para conservar un sueldito. No es lo mismo elegir un proyecto que garantiza derechos que un modelo que multiplica privilegios. Desde todos estos medios ilegales y en rebeldía saldrán a decir todas estas cosas porque es seguro que sus candidatos perderán.
En otros tiempos, el Círculo Rojo golpeaba las puertas de los cuarteles cuando veía amenazados sus intereses. Después de 31 años de democracia y con la plena condena a los crímenes de la dictadura, ya no pueden apelar a esos peones. Lo han intentado todo y algunas veces lo han logrado. Pero en los últimos tiempos, las cosas no han salido tan bien. Lo más cerca que estuvieron del triunfo fue en 2008, cuando, en lugar de tanques, sacaron tractores y camionetas vip a la calle y un vice traidor aportó su colorido moño. Luego, comenzaron a acumular una derrota tras otra. Y a fin de año morderán el polvo nuevamente porque ya comprendimos sus intenciones: quedarse con todo lo que nos pertenece a todos. Esta vez no podrán y lo saben. Nosotros también lo sabemos y por eso nos reímos de sus escatológicas danzas, cada vez más patéticas pero menos dañinas.

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