Entre
muchas cosas, los griegos nos legaron la Democracia,
un sistema de organización política que se
ha idealizado con el paso de los siglos hasta convertirse en el más
adecuado para las sociedades contemporáneas. En aquellos tiempos, el Pueblo sólo estaba conformado por los
varones que gozaban de un buen pasar económico. Mujeres, esclavos y pobres
no estaban incluidos en el gobierno de la polis. Gran parte de las palabras que utilizamos provienen de esa antigua
civilización y conocer las raíces puede evidenciar cuánto han conservado desde su origen o cuánto han perdido. Algunas
se han transformado tanto que ya ni se parecen al concepto arcano. Una de ellas
es idiota (ιδιωτης) que refería a aquellos
que no se preocupaban de los asuntos
públicos, sino sólo de sus intereses particulares. Hoy se le llama así a un
incapaz, no a un egoísta. Sin embargo, la Ceocracia amarilla –sin saberlo, por
supuesto- parece abrazar esos conceptos para producir una enorme distorsión que traerá graves consecuencias: es un
gobierno de ricos para beneficiar a los ricos; de egoístas para egoístas; de idiotas para idiotas.
Por si no se entendió, los que
antes se preocupaban exclusivamente de sus asuntos particulares, ahora simulan ocuparse de los asuntos
públicos para incrementar sus privilegios en detrimento de los intereses
colectivos. Y si simulan eso, también
pueden aparentar que son
espirituales. En medio del retiro
espiritual que reunió al Gran Equipo en Chapadmalal, la ministra de
Seguridad, Patricia Bullrich explicó que “el
Presidente quiere que los ministros nos
focalicemos a fondo, que no nos olvidemos, que nos ocupemos, que no nos
distraigamos, que estemos atentos al estar al frente de la gestión”. No
explicitó para qué y para quiénes tienen que hacer todo eso. Si tomamos lo realizado
en este primer año de gobierno, sería más beneficioso para todos que no se focalicen,
que se olviden, que se des-ocupen, que se distraigan y que no estén tan
atentos.
A pesar de que los números de la economía
señalan una situación alarmante –reconocida
hasta por algunos de sus apologistas mediáticos- el empresidente Macri se puso un ocho. Claro, se ve que está
acostumbrado a los establecimientos educativos donde los estudiantes son clientes y las calificaciones corren por cuenta de la chequera. Más allá de
eso, el Gerente de La Rosada enfatizó –quizá inspirado por el retiro- que uno
de sus principales logros fue “volver a relacionarnos entre los argentinos,
dialogando y diciéndonos la verdad”. Enorme tontería, como si en lugar del
mandatario de un país que no tiene
grandes problemas de convivencia fuera el coordinador de un campamento de
verano. Más aún cuando muchos personajes que no saben cómo disimular su entusiasmo por la segregación que pergeñan
dejan volar sus oscuros pensamientos al viento. Expresiones como “grasa militante”, “inmigración de poca
calidad”, “blancos, hermosos y puros” y “las
niñas de 14 años se preñan por un subsidio” aportan poco a la buena
relación. Y lo de dialogar y decir la
verdad, ésa te la debo.
Diccionario
bilingüe amarillo-humano
Si dialogar es imponer y decir
la verdad es falsear hechos y conceptos, podemos
acordar con el espiritual Ingeniero.
Un caso: los berrinches que desplegaron los PRO por el rechazo del Senado a
tratar la reforma política y las veces que argumentaron que el voto electrónico se usa en todo el mundo,
cuando son pocos los países que lo han implementado. Y siguen insistiendo
en confiar la decisión de los ciudadanos a una máquina cuando expertos informáticos han demostrado la
vulnerabilidad del sistema. Si quieren decir la verdad, que confiesen que
detrás de esta transformación modernosa
se esconde un enorme negocio y la intención de hacer fraude. Si no
dicen esto, están mintiendo.
Si dialogar es pisotear por
decreto el artículo más importante de la ley de blanqueo para borrar de un plumazo el escándalo de las
empresas en paraísos fiscales, ha contribuido bastante a promocionar esa
cotidiana práctica. Tres firmas convirtieron
en legal lo que estaba prohibido, sólo para despertar las críticas tanto de
los opositores como de los propios. Precisamente por revertir el espíritu de
un artículo que insumió mucho diálogo en las dos cámaras del Congreso. ¿Y
con quién dialogó el Gerente antes de firmar ese decreto? Bastante se
benefician esos corruptos que pueden
blanquear sin repatriar sus fortunas ilegales para que un dictamen trasnochado incluya a
familiares de funcionarios. Porque esto hay que aclararlo: en las cuentas y empresas
off shore de esos paraísos, el 5 por ciento proviene de la política, el 30 del
narcotráfico y la venta de armas y el 65
por ciento restante, de evasión de las grandes empresas. Esto rompe el mito
tan cacareado por los no-políticos y señala
a los verdaderos responsables del padecer de los pueblos.
Si dialogar es incumplir sus
promesas de campaña, Macri merece un
diez. La eliminación del mal llamado Impuesto a las ganancias se trocó en una medida que incluyó a más trabajadores
y ahora en un proyecto que afectará a muchos más si prospera en el Congreso. Y decir la verdad es mentir a los cuatro
vientos o afirmar lo que antes se negaba. El ministro de Hacienda Prat Gay –ahora
preocupado por la pobreza generada por sus medidas- sostiene que el aporte de los trabajadores contribuirá
más que el de los exportadores agropecuarios y mineros en la redistribución
del ingreso. Macri –cuando era candidato- consideraba
injusto ese impuesto y se sumaba a las protestas de algunos representantes
sindicales, pero ahora busca incrementar
la recaudación con ese tres por ciento de los trabajadores.
Para dialogar hay que ser
coherente. No se puede conversar con quien reinventa
el pasado y no entiende nada de lo que dice o simula hacerlo. Y menos aún
cuando sus intenciones contradicen sus
acciones. Nadie que quiera unir a los
argentinos –o al menos, relacionarlos-
puede utilizar los mecanismos de la
Justicia para ejecutar venganzas personales. El caso de Milagro Sala ya
excede la política doméstica y hasta algunas plumas que construyeron a Macri
están reclamando su liberación. Los organismos internacionales no están cuestionando las condiciones de su
detención, sino la detención misma. Por eso, la respuesta de un presidente
no puede ser “por eso pedí al gobernador
que transmita con claridad y sin
segundas intenciones lo que pasó en Jujuy”.
Lo que pasó en Jujuy es que
Milagro Sala está presa por encabezar
las demandas de juicio a Pedro Blaquier por delitos de Lesa Humanidad y por
arrojar dos huevos al gobernador
Morales cuando era Senador. Lo demás es un invento habitual de la oligarquía
cuando se usan los dineros públicos para
dignificar la vida de los más postergados. La explicación de Macri
significa una imposición de clase: "a
la mayoría de los argentinos nos pareció que había una cantidad de delitos
importante cometidos por Sala”. La Justicia no es un parecer ni puede ejecutarse por el sentir de la mayoría,
más aún si está manipulada por libelos malintencionados.
Macri y su Gran Equipo no han venido a dialogar ni unir a los
argentinos: han venido a disciplinar al país para producir la mayor
transferencia de recursos de la historia. La Ceocracia amarilla es un amontonamiento de mayordomos serviles
que quieren convertir nuestro país en una colonia-estancia, donde muchos trabajan a destajo por unas monedas,
otros padecen miseria y una minoría disfruta de las riquezas que alcanzarían para más de 400 millones de personas.
En estricto sentido griego, es un
gobierno de idiotas para idiotas (egoístas para egoístas). Quien quiera agregar
el sentido contemporáneo, tampoco estará tan errado.
Entre las mentiras y expectativas que genero durante toda su campaña afirmaba, por ejemplo, que bajar la inflación era la cosa más fácil del mundo.Que con por su sola presencia lloverian las inversiones. Todo ese discurso marketinero lo cambio por la mas dura realidad y hoy desmiente descaradamente lo que ayer sostenía y declarando que ..."Yo dije que no era mago, que para ver un mago vayan a ver Copperfield pero en esa ansiedad se generó una gran expectativa de cambio". Y sobre las expectativas de crecimiento del país, advirtió que "cualquier atajo que queramos tomar nos vamos a volver a dar la piña".
ResponderBorrarEso! Somos todos idiotas y los únicos vivos son los Kirchneristas!
ResponderBorrarComo buen macrista, lees un título y crees estar en condiciones de opinar. Y encima no entendes nada. Por eso no pones tu nombre
BorrarLa verdad es que a mí no me entusiasma mucho usar "idiota" en su sentido original, griego digamos, sino en el sentido habitual argentino, donde un idiota es alguien de pocas luces y menos razonamientos....... así, no definiría a este desgobierno como uno de idiotas; primero lo primero, de idiotas fue haberlo votado y después sí, podemos ponerle adjetivos a esta cosa desgobernante, el torpe e insensato fundamentalismo neoliberal y la desesperante mirada colonial (la misma que una derecha medianamente lúcida abominaría).... no son cosas propias de idiotas, es peor, es de brutos, de malandras, de monos con navaja (importada) y a contramano de cualquier lógica política (de derecha, izquierda, da igual, lo siempre inexplicable es esa mirada colonial, boba, sin siquiera un atisbo de autonomía).
ResponderBorrarEn fin, mucho palabrerío para terminar diciendo que llamar "idiotas" a estos cosos sería casi un elogio o, por lo menos, una explicación absolutoria para, justamente, lo que no tiene explicación ni perdón posibles.
No sabía que 'idiota' tenía esa acepción. Está bueno para juegos de palabra. La relación esta entre la enajenación que producen ambos sentidos. Germán Zeta
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