Aunque parezca mentira, el
discurso que el empresidente Macri recitó en la apertura de las sesiones ordinarias
del Congreso todavía brinda material para el análisis. En esos sesenta
minutos de inconsistencias, falacias y promesas vanas El Ingeniero sintetizó su impronta clasista y anunció un futuro con
mucha oscuridad. Que su ya célebre frase “no necesita que nadie lo cuide” habilite una cruel persecución
mediática –y de las otras- al sindicalista Roberto Baradel es una señal de que quiere profundizar la grieta. Su comentario por
lo bajo sobre la diputada nacional Cristina Brítez que le alcanzó un paquete de
yerba –“¿qué quiere la desubicada ésta?”-
un día antes del yerbatazo muestra su desconexión con el país que
pretende gobernar. Que los productores de arándanos salieran a desmentir la pujanza del sector y la
maestra Mónica manifestara su rechazo al
uso de su persona evidencian que el método Durán Barba está haciendo aguas.
El cambio en el que muchos confiaron está
mostrando su fealdad y las bondades que promete están tan lejanas que resulta muy difícil paladearlas en medio de
la catástrofe que los amarillos están desatando.
A más de un año de gestión, nada funciona como los PRO anunciaron.
Los plazos se alargan cada vez más, el sacrificio que piden es mayor, las burlas abundan y las provocaciones
sobran. Tanto ufanarse de la verdad y sólo se los puede considerar mentirosos.
Tanto prometer transparencia y terminan siendo los más opacos. Tanto denunciar soberbia y no paran de
enorgullecerse de sus torpezas. Tanto denostar al populismo y al final
resultan demagogos. Así conquistaron a una parte del electorado, explotando prejuicios, emociones, miedos y
esperanzas. Así pretenden seguir, apelando
al más obsceno aparato comunicacional del que se tenga memoria.
Si no fuese así, los escándalos y fracasos del Gran Equipo
no pasarían tan desapercibidos. Los medios internacionales dan cuenta de la
gravedad de los conflictos de intereses que inundan la gestión del cambio mientras los locales se dedican a denostar a un dirigente sindical.
Los casos del Correo y Avianca bastarían para dejar afuera a cualquier
funcionario en los países que siempre
nos ponen como ejemplo. Si con las cuentas off shore sugirió su calaña, con lo que vino después reveló sus
angurrientas intenciones. Los que caceroleaban en contra del capitalismo de
amigos, ahora guardan un incómodo silencio con esto, que es como convertir al país en un anexo de la empresa presidencial Socma.
Cuando
el maquillaje ya no alcanza
Hace unos días, Macri reveló
que decidir tarifazos lo angustian tanto
que le quitan el sueño. Si a él le provocan insomnio, a nosotros nos producen pesadillas. Con suspender esta inexplicable
y cruenta transferencia de recursos todos podríamos dormir tranquilos. Pero no,
aunque provoque inflación y obligue a
muchas fábricas, negocios y clubes a cerrar sus puertas, para él es el
único camino para un desarrollo que ni siquiera tiene planificado. El sacrifica
su pernoctación mientras nosotros vemos
pisoteados todos nuestros sueños, hasta el más chiquito de llegar cómodos a
fin de mes. Después de un año, debería comprender que no va a mejorar la economía del país incrementando la rentabilidad de
los grandes empresarios. Las empresas presidenciales constituyen la
evidencia de que por más que se llene el
barril jamás derrama en inversiones
que beneficien al conjunto.
Antes del balotaje, muchos
advertíamos que gobernar un país no es lo mismo que administrar una empresa. En
eso, pecamos de ingenuos: el mejor
equipo de los últimos 50 años ha demostrado estar compuesto por pésimos
gerentes. Ni siquiera lograron que el fútbol –el mejor negocio en cualquier
país- funcione. Si alguien sospecha que quieren doblegar a los clubes para que se conviertan en sociedades anónimas no
estará tan equivocado.
Si no pueden hacer rodar una
pelota, menos han logrado que comiencen las clases. Y a pesar de que demonicen
a Roberto Baradel, la responsabilidad es del ministro de Educación que se ha negado a convocar a la paritaria
nacional tal como lo dispone la ley. Quizá sea un capricho, pero tiene forma de provocación. Para
dividir las aguas de cara a las elecciones legislativas, el manual recomienda demonizar al adversario hasta enloquecerlo. Si el oficialismo
quiere mejorar su imagen es necesario que se presente como víctima de la impaciencia popular. Como si los amarillos estuvieran haciendo
todo bien –salvo cuatro o cinco
errores- y los reproches fuesen
injustos.
Nada suple la falta de diálogo al que se negaron desde La Rosada: ni
el patético tuit de Hernán Lombardi, las
edulcoradas amenazas de la gobernadora Vidal, la aparición de los voluntarios o la difusión de los datos de Baradel y sus movimientos. Si, como
dice Hernán Lombardi, un día sin clases es igual que padecer terremotos, inundaciones o seguías, entonces deberían hacer lo imposible para
impedirlo. Y es mucho más fácil. Claro que no se resuelve cuestionando el
pasado docente de Baradel o exigiendo su título. Si fuera por eso, más de la mitad de los funcionarios amarillos
debería bajarse de este buque pirata
que algunos aún llaman gobierno. No les importa el título o la trayectoria,
tampoco que haya o no clases, porque
con este episodio cumplen varios objetivos: aplanar los salarios y alentar la flexibilización laboral con la
que fantasean, desprestigiar la educación pública para enaltecer la privada y no repartir los fondos compensatorios a las
provincias. Y nunca olvidar que se presentan como víctimas de los intolerantes que se resisten al cambio,
como resaltó Macri en su discurso de apertura.
¿Cómo no resistir al Cambio si nos empobrece y nos endeuda mientras
sus impulsores nos amenazan y nos provocan? Si de un país para todos pasamos a un feudo para pocos, ¿cómo vamos
a aceptar ese cambio? Sólo una minoría revanchista puede aplaudir una economía al servicio de la especulación
y la fuga o una Justicia orquestada para perseguir opositores. ¿Cómo
acompañar un cambio que sólo trae
desazón, desconsuelo y miseria para gran parte de los argentinos? Acompañar
este engendro es un suicidio colectivo, tanto que sus apologistas políticos y
mediáticos tienen que traspasar la
barrera del ridículo para elaborar algo favorable. El maquillaje se ha
desmoronado, al punto de que muchos empiezan a descubrir que María Eugenia
Vidal es Macri pero con un disfraz de
humano más convincente.
Esta semana será muy movida: el
6, 7 y 8 de marzo tendrán en la calle a una
oposición dispuesta a exigir un poco de humanidad, además de servir para
evocar aquel programa que nos robaron. No
es intolerancia ni palos en la rueda, sino supervivencia. El empresidente cerró su discurso de campaña disfrazado de acto
institucional con una frase de catálogo que le puede patear en contra: “Argentina se está poniendo de pie”. Claro
que sí, pero para rechazar los nefastos planes de un mandatario que saluda a
las calles vacías. Ni él ni sus secuaces
pueden imaginar cuán de pie empezamos a estar.
son vacíos, fachadas sin alma parecen, casi 9 años estafaron en la "cuidad verde" que no es tal ya que los pobres arboles públicos, uno de los tesoros mas preciados para justificar ese titulo de "verde" sufren constante mutilación a través de podas bestiales producto de un negociado de los amigos del gerente "rosado", llevo años denunciándolos al ministerio fiscal, amargándome la vida como vecina y contribuyente y ahora con profunda angustia veo como le pasan la "motosierra" al país entero, son mutiladores de sueños, de esperanzas, de la vida...veremos si esta semana las marchas nos ponen como pueblo de pie, gracias Gustavo por tus apuntes siempre reconfortantes-te saludo cordialmente
ResponderBorrarGracias. Ellos son desalmados y lo demuestran sin piedad. Abrazos
Borrarigualmente!
ResponderBorrarBueno, pero también puede ser que uno sea demasiado criticón y no sabe, no puede o no quiere registrar los éxitos de la maravillosa revolución de la porquería...
ResponderBorrarAhí tenemos a esos docentes protestones que no agradecen como corresponde el que haya un gobierno sensible a su sacerdocio, a su espíritu de sacrificio y flagelación para el sagrado deber de educar a la pendejada, encima, quiern plata, qué se creen?.
A veces se me da por meditar, por ejemplo ahora, noto que solemos decir que el virrey trata de "estimular la escuela privada".... y es un horror que mintamos así, ¿cómo va a "estimular" ese negociete, si a través de la malaria monetaria está dejando esas aulas vacías?, puede estimularse un negocio sin clientela? - Como ven, lo acusamos en falso, pobrecito...
Y después que "quiere destruir la escuela pública", por dió, cómo?, si hay muchos más monstruos buscando lugar que lugares?, si las escuelas, además de mal mantenidas ya quedan chicas, y muy chicas, amén.... Ah, me olvidaba, obviamente que a las desgracias actuales las enfrentarán con coraje, inversiones y proyectos a futuro, en 3 ó 4 generaciones todo ésto será olvido.
Sí, Gustavo, estamos perdiendo de vista el panorama general, a la escuela privada inaccesible deberíamos sumarle esas escuelas públicas a merced de esos docentes bochincheros, que sólo darán clases en los ratos libres entre paros, marchas, huelgas y etc., y ni hablemos si le descuentan esos días...... imagine la desolación, el pendejerío en casa, los papás en casa sin laburo y los abuelos (sin remedios) también en casa, sin luz, gas ni intenet....¿cuánto vamos a demorar en convertirnos en jíbaros?; y lo peor, recontrapeor, es que si nos volvemos jíbaros, ¿de dónde sacamos un valiente que se anime a atender a la tierna laurita alonso de singer?, tamo perdidos, no?. Negarnos a semejante beldad.
Además de salvajes, pretenciosos....
Ya somos jíbaros.Lo único que se puede hacer es dedicarse a la caza, pesca y horticultura, porque en el super ya no podemos entrar. Y hay un 51 % de la población con la cabeza reducida. Con Laurita Alonso, arregláte vos.
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