Macri inauguró por segunda vez
las sesiones del Congreso como presidente, un
rol que le queda cada vez más holgado. A pesar de sus enredos linguales y
tropiezos maxilares, trató de convencernos de su humanidad. Hasta un palo de escoba lo haría mejor.
No se puede esperar más de alguien que ya no convoca, salvo para la repulsa. Los
espacios públicos vallados e invadidos por fuerzas de seguridad es la escenografía favorita de los amarillos.
Las inefables falacias y las promesas incumplibles son los ejes habituales de
todo discurso PRO. El desprecio, la hipocresía y la victimización componen la
pose de estos mediocres actores. Para
creerles y seguir apoyándolos hay que ser muy voluntario. Y para
aplaudirlos, cómplices. Cómplices
del descomunal endeudamiento que ya supera los 50 mil millones de dólares, del
incremento del desempleo hasta cerca del 12 por ciento, de la distribución regresiva del ingreso, de la destrucción de
industrias y comercios y del latrocinio
público y privado que se está orquestando desde el Estado. Cómplices de
todo esto y mucho más. Ya no es tiempo
de indulgencias para los engañados
y menos aún si se encuentran entre las víctimas de la guadaña que estamos
padeciendo desde que asumió el presidente menos soñado.
Que el empresidente haya aprovechado el reflejo para acomodar su corbata ante la vitrina que guarda el primer ejemplar
de la Constitución puede interpretarse como un símbolo. Que su rostro haya
mantenido el gesto de fastidio del que
ve interrumpidas sus vacaciones ya es un hábito. Que simule bromas con su
entorno o dibuje temibles sonrisas es la
máscara para quedar como uno del montón.
Que recite como un escolar un discurso híper ensayado ya forma parte de su
personaje. Todo esto conforma el ropaje, la coraza y el maquillaje de un producto construido con esfuerzo y
eficacia. Debajo está su otro yo, que
es el verdadero.
Y ya no hay que rascar tanto
para encontrarlo. Casi está a la vista cuando se sale del libreto y amenaza, demoniza y difama. En el guión
-que sigue a rajatabla hasta en los furcios- también se lo puede encontrar, pero cuesta más trabajo. Hay que
contrastar lo que dice con lo que pasa para encontrar el embuste y eso no todos
lo hacen. Sus mentiras son tantas que se
convierten en madeja y lo más
divertido es que él mismo es la fuente para la desmentida. En su último
discurso dijo que recibió “un país donde
sólo el 41 por ciento de los argentinos tiene cloacas” pero en la apertura
versión 2016 había dicho que el 41 por
ciento de los argentinos no tenía cloacas. Nos robaron cloacas o nos está
engañando. Después afirma que es
portador de la verdad y sus números se trastocan. A pesar de todo, declamó
en el Congreso “hay que creer”, como una orden, no como una súplica. Aunque
sus mentiras sean para infantes, hay que creer, como si de él emanara todo el poder.
Un
presidente sin sueños
Después de haber entregado la Orden del General San Martín al rey de España, Macri llegó al
Congreso acompañado por los granaderos, sucesores
de los héroes angustiados por romper con la corona. Después de pedir “menos relato y más verdad”, aseguró que la economía está mejorando.
Después de abogar por el diálogo y el consenso, no escatimó dicterios hacia el kirchnerismo. Una contradicción
detrás de la otra. Y abundó en el cinismo, como cuando se refirió al impuesto a
las ganancias: “movimos las escalas sin
caer en el populismo irresponsable”. El
populista fue él, que durante la campaña prometió su eliminación.
Ya sumergido en una laguna de
patrañas, enumeró obras que jamás se han
realizado, salvo que se haya referido a la reinauguración de los restos de la Pesada Herencia y
habló de Luis, Mónica y Raquel, como aconseja Durán Barba. En el medio del
conflicto docente, anunció una Revolución
en la Educación y de la necesidad de
la tecnología, a pesar de haber desmantelado el Conectar Igualdad. Como
intento de conmover con una frase de poster, recitó “la confianza de los pequeños nos obliga a ser grandes”. Y también
incluyó como logro el Plan Universal de Salud, pero nada dijo del Plan
Remediar, que redujo en un 90 por ciento
la cantidad de medicamentos gratuitos en los hospitales públicos.
‘Cambio’ y ‘juntos’ son los términos casi mágicos a los que recurre
el discurso amarillo. “Poner el hombro” en
lugar de “poner palos en la rueda”. Lo
de ‘palos en la rueda’ significa defender
los derechos que son cercenados por el cambio para llegar a ya sabemos
dónde. El sacrificio es ahora pero la
zanahoria está cada vez más lejos; poner palos en la rueda por no poder
comer ni pagar los servicios; poner el
hombro es aplaudir cuando el Ingeniero dice que tenemos la inflación más
baja desde 2008 aunque la canasta
escolar registre un incremento de más del 60 por ciento.
Pero el clímax de su hipocresía
aún no había llegado. Enérgico, exclamó “la
obra pública dejó de ser sinónimo de corrupción”. No pronunció esa frase como una promesa, sino como un hecho consumado,
como si nadie lo conociera, como si, arrepentido, hubiera devuelto gran parte de su fortuna, como si no tuviera
cuentas off shore ni hubiera estado involucrado en más de 200 causas, como si
desde su asunción no tuviera ninguna denuncia. Como si fuera el más inocente de los argentinos. Sus fans lo
aplaudieron por la genialidad del
chiste, por la osadía del cinismo, por el extremo de la burla. Si el
blanqueo del que tanto se enorgullece es la
legalización de las sumas que nos escamotearon sus familiares y amigotes, tan
evasores y corruptos como él.
En el cierre de su discurso de
apertura, cuando debía convocar a todos
los ciudadanos a seguir un camino hacia el paraíso prometido, cuando debía
sintetizar con una frase su impronta transformadora –bah, cambiadora-, cuando
debía demostrar por qué está al frente del país, se coló lo más patético. En ese final de alocución de campaña mimetizado como institucional evidenció que no tiene nada para dar. “Nuestra Justicia necesita cambiar. Creemos
en una Justicia independiente, que dé respuesta rápida a la gente”, vociferó,
en un simulacro de pasión. Lo poco
de prometedor que contiene esta frase se
desmoronó cuando siguió con el aprovechamiento del tema que aceitó su camino
hacia La Rosada: Lodenisman.
Si para Macri y sus acólitos la
justicia comprometida, rápida e independiente debe seguir mordisqueando el cadáver de Nisman, bajemos la persiana. Esa
justicia no es para la gente, sino
para Su gente. Este es el ejemplo más marcado de una justicia amañada al servicio de intereses muy lejanos a cualquier
verdad. Ni la muerte del fiscal ni su denuncia sin delito merecen una foja
más y sin embargo las causas continúan porque son funcionales a una campaña interminable. Todas las pericias
apuntan a un suicidio y seis jueces dictaminaron que su denuncia es un mamotreto inaceptable. Sin embargo un puñado de
jueces y fiscales alimentan las
fantasías de periodistas y políticos que desean que sus falsarias hipótesis
se conviertan en realidad: que a Nisman lo
mandó a matar Cristina porque había denunciado un pacto de impunidad con Irán
por la causa AMIA. ¿Ese es el ideal de justicia que propone Macri? Si es así, estamos fritos.
Cuando Macri asegura que dice
la verdad es cuando más miente.
Cuando dice que más se preocupa por nosotros es cuando más nos desampara. Cuando dice que busca el bien del país
es cuando más quiere destruirlo. El
que se conmovió con su discurso es porque
no tiene buenos sentimientos. El que se ilusionó, sigue siendo un ingenuo. Alguien que saluda en calles vacías y desprecia las muchedumbres no controladas
no puede ser el presidente de ningún país. Tampoco
el sueño de nadie sino, la peor pesadilla.
Buena lectura. Lo mas desopilante, y a la vez triste, del discurso de ayer fue cuando menciono los avances en el sistema energetico que evidencia menos cortes de luz!! Que nos diga eso a los 300000 sufridos usuarios del sur del gba es patetico. comentando esto en la fiambreria del barrio, los clientes se cag.. de risa de nuestro empresidente. Para mi los diez dias de ola de calor vendrian a ser una especie de justicia poetica, apenas salio un empresario italiano a tirar cifras de supuestas mejoras de servicio, pum 10 dias seguidos con 33 grados y saltaron las costuras.
ResponderBorrarOpino que macri condensa lo peor de Men*m, el mundo de fantasia de Delarua y el desmanejo economico de un Walter klein y un poco del mingo
Deberías haber puesto tu nombre. Lamentable lo que estamos padeciendo con los impresentables amarillos
Borrarson siniestros, lo imposible de la razón, meten mucho miedo pero que pasa que nosotros el pueblo estamos tan lentos en reaccionar? gracias Gustavo!
ResponderBorrarBueno, pero no deja de ser interesante ese discurso, esa gestualidad, esa impronta de looser que dejó nuestro amado virrey.... además, hay que ser agradecidos, fue tan rabiosamente anti K que, admitámoslo, nos ahorra el laburo de explicar por qué uno es K, si justamente es un honor que esta porquería infame sea anti K, ya está, bingo!, no queda otra que ser K, por contraste, por autoestima, por instinto de conservación, por pudor....
ResponderBorrarY lo mejor, hace falta una apelación a la estupidez reaccionaria como ésta del discurso, si no tiene NADA, pero NADA de NADA que presumir salvo que hay que ser anti K, dejate afanar vía tarifas, dejate de joder con fantasías de poder adquisitivo, hacete vegetariano (sin carnes, bienvenido al pasto) y callate la boca, así no vuelve el cuco K, buenísimo, sin la estupidez inducida, pierde su encanto la revolución de la alegría, no?.
¿Y no será hora de empezar a hablar de otra "autocrítica"?.... no sé, una que empiece con una preguntita, tipo "¿y por esta porquería me dejé engañar?", digo, podría ser...
Esa pregunta está latente. Uno invita a que la hagan. Por eso en el final del primer párrafo digo que no hay más lugar para indulgencias
BorrarAguanté 20 minutos de vomitiva náusea al oir el bla bla bla y plas plas plas de los lameculos...
ResponderBorrarPrefiero leerte a tí,Gustavo y a tantos compañeros/as que saben ponerle la guinda a la pandilla basura,mientras usan el bisturí de manera impecable llegando hasta el hueso.
Gracias,muchas gracias.
Yo lo escuché todo, a pesar de la nueva sensación de reir entre vómitos o vomitar entre risas. Es increíble que alguien tan vacuo sea presidente en este contexto. Hasta como exponente de la derecha es una baratija.
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