Un poco extraño
eso de llamar madre a una bomba. Una madre que destruye mucho y es capaz de
amamantar a muchas bombitas que, en
breve, serán tan destructivas como su
progenitora. Y pensar que hay gente que aplaude estas cosas, que se
enorgullece, que las cree necesarias
para construir un mundo mejor. La eliminación del adversario como manera más eficaz para allanar el camino
del diálogo y el consenso y la creación
del conflicto para fomentar la producción de armas. Sin eso, la economía
del Imperio se desmoronaría. La hipótesis de la ‘amenaza’ permite sembrar el miedo y con tanto revuelo de sangre, terminan
ganando los mismos: la Doctrina del
Shock con todas sus letras. Detrás de cada bombardeo, hay integrantes de la
lista de Forbes que lo han alentado. Detrás de esta violencia prefabricada,
aunque cueste creerlo, no hay
intenciones de paz, sino planes de negocios. Los politólogos ponen en juego
su lucidez para esclarecer las particularidades de cada caso, pero el principio
y el fin están siempre en esas
intocables cuentas bancarias que crecen al ritmo de las explosiones.
Muy lejos de Afganistán
y en menor escala, Argentina está en los
prolegómenos de algo parecido. Con la excusa de “corregir” los errores del populismo
K, aplicaron mal una receta para generar
una situación que justifica un arsenal. Algunos pueden esgrimir la
posibilidad de errores ante los adversos resultados, pero quien se equivoca
tanto y con semejante énfasis, es un
incapaz o un malintencionado. En campaña, Macri prometía terminar con la
inflación en pocos meses y hoy, calcular
el índice de este año es más difícil que acertar al Quini. El crecimiento
y el progreso eran certezas en boca del entonces candidato, pero el año pasado el PBI decreció un 2,3 por ciento y éste no
pinta ser mejor. Si la Pobreza Cero despertaba ovaciones en la tribuna, el
crecimiento del desempleo, la mesa desmantelada y el fin de mes que se anticipa
inspiran un cómplice silencio. Si el
desarrollo era inevitable, la caída
de la producción, el cierre de fábricas y la
retracción del uso de la capacidad instalada son hechos indiscutibles. Si
la Revolución de la Alegría era el horizonte, las caras de bragueta pueblan
la escenografía cotidiana. O hay una torpeza profunda o las intenciones del Gran Equipo son
malsanas.
La mejor respuesta: el ataque
Ante tanto
descalabro, es razonable que la
población se inquiete. Si la
angustia del ciudadano queda entre las cuatro paredes de su hogar, está todo bien
para el establishment gobernante; si, en cambio, se suma a otras angustias y se manifiesta en las calles, empieza a
incomodar. “Un presidente dispuesto a
dar batalla” titula su editorial
del domingo Joaquín Morales Solá. Entre fantasías y alucinaciones varias, el
periodista celebra que Macri recupere
protagonismo después de muchas semanas de descontrol. La mano dura civilizadora frente a la barbarie choriplanera que desbordó la paciencia de los buenos vecinos durante las Calles de
Marzo. La pluma del establishment sonríe
satisfecha porque la represión está en marcha y el empresidente se está
preparando para levantar su pulgar.
La batalla de estos tiempos no sólo es cultural, como otrora, sino también corporal. El plan de gobierno
no tiene entre sus objetivos desterrar las angustias de la mayoría, sino silenciarlas a palazos.
Los episodios de
violencia institucional se amontonan en
la enumeración y espantan por su fiereza. Los agentes de seguridad actúan
más como agitadores que como pacificadores y disfrutan destinar golpes y gases como si estuvieran en un juego.
Hasta deben contar las cabezas abolladas para
fanfarronear ante familiares y amigos.
Esta película de terror tuvo dos clímax: la represión a los docentes durante el
montaje de la Escuela Itinerante y la irrupción de policías de Jujuy durante
una fiesta estudiantil. La educación
está en la mira del Gerente de La Rosada SA y sus secuaces, aunque no con las mejores intenciones.
Del gobernador
jujeño Gerardo Morales no se puede
esperar más que un tuit de ocasión. Con la prisión ilegal de Milagro Sala,
la persecución a sus seguidores y el desmantelamiento de su obra no puede alardear demasiado de respetar los
derechos y los límites que impone la ley. En poco más de un año de gobierno
obtuvo dos records lamentables: el
primer preso político y la primera invasión de policías en un predio
universitario, hechos nunca ocurridos
desde el retorno a la democracia. A pesar de las excusas que pongan los
apologistas, el cambio apesta a naftalina.
Plumas, voces y
caras de la hegemonía mediática, en representación de un puñado, exigen un freno a tanta manifestación
callejera. Del desprecio más profundo, salen
los motes más creativos. Con el egoísmo más vil, alientan más ajustes. Con el cinismo más atroz, reclaman sangre para superar la grieta. El Gran Equipo no se hizo rogar y decidió incorporar los más
novedosos dispositivos para desalentar
protestas y manifestaciones callejeras. Además de la espuma adhesiva y las
armas ensordecedoras, Macri se ufana de sumar el camión blindado
anti-piquetes con el que hace años sueña. Una antipática advertencia o un
patético artilugio para imponer un
programa que nos dejará en la ruina.
De todo esto se
puede sacar algo bueno: los Amarillos se
están mostrando tal como son. Maia Ferrua no fue eyectada del ministerio de
Modernización por pensar barbaridades sobre Micaela, sino por haberlas expresado. El desprecio al militante anida en
esos oscuros corazones, pero recurren al
maquillaje cuando la situación lo requiere. En casos así, hay que evitar
ser tan PRO. Pero tan como son se
muestran que hasta entre Ellos surgen
fisuras. El ministerio de Energía casi explota con la carta que dejó José
Luis Sureda después de presentar su renuncia. El INCAA se volvió un nuevo escenario de batalla después de
la penosa operación pergeñada por Pablo Avelluto y dos operadores
periodísticos. Hasta los más apologistas del macrismo salen a defender a
Alejandro Cacetta y a evitar que el
organismo autónomo del cine sea una víctima de los recortes amarillos.
Tanto se muestran como son que quieren
transformar sus prejuicios en norma.
Alentados por el magro consenso del #1A y poco
dispuestos a resolver las demandas de la mayoría, manos anónimas del
oficialismo presentaron un peligroso
proyecto en la paralizada cámara de Diputados para modificar algunos
artículos del Código Penal. Un triunfo
de la cruzada anti piquetes magnificada
por los medios de comunicación, al punto de que un habitante de La Quica
vea alterado su humor por un corte de calle en la CABA. Más allá de los trastornos
que pueda ocasionar una protesta en la circulación urbana, lo que más debe interesar es la solución del conflicto. Más aún
cuando sus promotores están reclamando la
satisfacción de necesidades básicas vulneradas por el plan económico en marcha.
Lo que propone la iniciativa es priorizar
el castigo, demonizar al demandante, segregar más a los desplazados. Y lo
más importante: transformar en criminal
a cualquier disidente.
El buen sentido
augura que una propuesta así debería ser
inaceptable para una sociedad que ha vivido una dictadura que interpretaba
como subversiva cualquier crítica y consideraba
un peligro la portación de máscaras. El sentido común –construido a fuerza
de manipulaciones mediáticas que explotan
lo peor de cada uno- sugiere lo contrario. Los Diputados –que han estado
algo inactivos por decisión del oficialismo- deben decidir a qué sentido representan. Si después de
empobrecernos y engañarnos logran criminalizarnos, entonces pueden hacer de nosotros lo que quieran.
así es Gustavo siempre fueron violentos desde sus inicios hace casi 10 años ya en el gobierno de la ciudad, este país esta cargado de "gente a la derecha", todos los padecemos en mayor o menor grado dentro de nuestro entorno familiar y social, siempre hay alguno que añora las épocas dictatoriales y las justifica, no permitamos que puedan hacer de nosotros lo que quieran ya nunca mas-gracias y abrazos
ResponderBorrarPuede ser que éstos sean, al fin, los felices días del sinceramiento virreinal auténtico.... nunca estuvo más clara cuál es la realidad que, ciertamente, nos merecemos.
ResponderBorrarSiempre buscándole la vuelta, poniendo palos en la rueda, caras avinagradas y comentarios procaces para cada medida del virrey y, por supuesto, portándonos mal, que el pobrecito no es de amianto y reacciona .... hasta acá era todo tolerancia y bondad, por ahí, alguna declaración descomedida y alguna balita de goma o cachiprrazo, pero siempre siempre aislados según el desubicado de ocasión... ahora no, se acabó, tanto que se le reclamaba violencia, ahí tá, garrote pa´todos, agua a presión, gases, shocks eléctricos y, obvio, garrotes a mansalva, blindado antipiquete, al que se salga de control, leña!, tudo bem, tudo legal, claro.... hasta ahora la violencia era acotada, simbólica casi; te echaban del laburo, era una "violencia" lógica, si sos ñoqui, qué chillás!?, te suspenden los remedios gratis?, no faltan los quejosos que dicen que es "violencia" pero, vamos, tenés un Fiat 1100 modelo 64 y ésos son caros de mantener, mandalo a la chatarra y comprate los remedios vos, chanta!!, ahora los maestros, antes chamuyaban con el sacerdocio y las palomitas blancas y porque se ligaron unas "hostias" (merecidas por cierto), son "víctimas" de la violencia.... un colmo.
Seamos sinceros, tanto provocamos al virrey que se molestó y le soltó la cadena a su superministra de inseguridad y atropellos, lady calamidades bullrich y, claro, ella no es delicada como caniche toy, es más bien una pitbull, un poquitín violenta, y también una pizca de bruta, muerde, le encanta y chau... éso sí, leal y obediente como la mejor, casi como moralito, el capataz jujeño. Prócer.
Los complicados somos nosotros, vió?. Hay que aprender a respirar como sri sri, disfrutar la incertidumbre y pretender poquito, como faquir... ah, y esperar 20 años que llegará, "hasta la miseria, siempre!"