Después de mes y medio del inicio oficial del año parlamentario, la cámara de
Diputados quedó habilitada para comenzar con su labor, aunque con tropiezos.
Raro, porque los exponentes del oficialismo cuestionan los vaivenes republicanos de Venezuela y acá vulneran
las instituciones a cada paso. La primera iniciativa fue una declaración a favor de la feroz oposición al chavismo,
que fracasó por falta de adhesión. En venganza, los Amarillos ni siquiera
dieron quórum a la propuesta del FPV de intimar al Ejecutivo a que cumpla con la ley de Financiamiento Educativo y convoque a la paritaria
docente nacional. Con esfuerzo, la gratuidad de la energía para los
electrodependientes encontró a nuestros
representantes mirando para el mismo lado. Una pena si después de tanto diálogo y consenso, el empresidente Macri recurre al
veto, como es su costumbre cuando una
ley impulsa al Estado a proteger a los más vulnerables. Así ocurrió con la
doble jubilación mínima para los ex combatientes de Malvinas, la emergencia
ocupacional y la expropiación del Hotel Bauen, entre otros casos. Si alguien
todavía duda para quienes gobiernan los ceócratas, es porque integra el grupo de los selectos
beneficiados o la venda ya se integró a su sistema sensorial.
Lo segundo afecta todavía a
muchos conciudadanos, esos que afirman no estar
ni de un lado ni del otro, pero
siempre aferrados a que los K se
llevaron todo y Macri recibió un país
fundido; que lloran hasta la deshidratación ante la foto de un hambriento
africano pero babean su veneno por los
planes a los negros vagos; los que incorporan emoticones con
lagrimitas a las imágenes de migrantes en Europa pero piden la expulsión de los que vienen de Bolivia o Paraguay; los que
todos los días alimentan con patrañas
inverosímiles sus prejuicios añejos y no pierden la esperanza de que en
medio de tanta oscuridad comience a asomar la luz al final del túnel. Esos que
en Semana Santa se conmueven con la Pasión de Cristo pero no ven la hora de que entre en acción el arsenal anti piquetes de
Patricia Bullrich. Esos que, de tanto confundir los lados, siempre estacionan en el peor.
Aunque parezca muy claro,
resulta necesario decirlo: esa mirada
tan estrábica es producto del licuado mediático que consumen. Con falacias,
titulares amañados y versiones malintencionadas es difícil construir un pensamiento razonable. El episodio de López
surgió como la confirmación de una
sospecha, pero nadie se pregunta por las
torpezas del protagonista ni por el silencio de la causa. Marijuán volvió
con las manos vacías de sus excavaciones patagónicas pero muchos creen que con eso basta para sentenciar a Báez. Aunque
Sandra Arroyo Salgado apunta a Diego Lagomarsino por la muerte de Nisman, los
que no están ni de un lado ni del otro aseguran que lo mató Cristina y ni siquiera
sueñan con la posibilidad de un suicidio, a pesar de las pericias. Así, un
diálogo se convierte en un peloteo de
sinsentidos y cualquier intento de explicación naufraga en medio del
griterío. Y uno queda desairado, tildado
de fanático, de choriplanero o cosas
peores.
Una
locura discursiva
Así se construye sentido común
en estos días, con fragmentos, imágenes, impresiones pero sin ideas. La tele simula preocupación, pero sólo explota una tendencia. En lugar de esclarecer, mezcla la
paja con el trigo y aporta un nivel que
empequeñece al usuario. Lo que presenta como debate es una competencia de
gritos. Las entrevistas se convierten en
escenas teatrales que convalidan cualquier falacia. El objetivo es retornar
al statu quo que comenzábamos a abandonar: la
primacía del mercado, la exaltación del individuo, la desigualdad como
costumbre. Y grabar a fuego en el espectador que todo lo que nos pasa es culpa de la corrupción política y no de la
avaricia empresarial.
Al espectador distraído le
cuesta escapar de una lógica impuesta a
fuerza de un enloquecedor zapping que busca instalar una normalidad
perversa: los ricos tienen que ser más ricos para que los pobres sean menos pobres;
un Estado que se piensa ajeno a la Economía pero que interviene sin dudar cuando los principales empresarios reclaman
bajas impositivas y reducción de los salarios; un modelo del derrame que no
suelta ni una gota porque quienes gobiernan ni se preocupan por eso. Y
como moño de este paquete, un entramado de Justicia que sólo es independiente
cuando cajonea las oscuridades de los
propios y eterniza las sospechas sobre los ajenos.
Aunque la investigación
internacional sobre los Panamá Papers recibió el premio Pulitzer, las empresas off shore en las que
encontraron a Macri no obtuvo en nuestro país la repercusión esperada. Los
fiscales mediáticos y políticos minimizaron el escándalo y, a diferencia de
otros casos, susurraron prudentes
generalidades a la espera de una resolución judicial. Después de casi un año
de desorientada indagación, con
organismos oficiales que bloquearon toda posibilidad de esclarecimiento y ante
el temor a la reprimenda amarilla, el juez Sebastián Casanello se declaró
incompetente. La tele suspira aliviada y
le ordena al espectador que dé el caso por cerrado. Si tener empresas
fantasmas en paraísos fiscales sin declarar sugiere la posibilidad de evasión
impositiva, omisión maliciosa o lavado de dinero, la esperanza del manso vecino no debe verse afectada.
En cambio, sí debe mantener vivas las sospechas sobre los K, aunque no tengan cuentas
en el extranjero y todos sus bienes coincidan con los que figuran en las
declaraciones juradas, hartamente
verificadas. Aunque las pericias no
hayan encontrado irregularidades en la asignación y ejecución de la obra
pública en Santa Cruz y las operaciones de las empresas Los Sauces y Hotesur estén debidamente bancarizadas, la familia
Kirchner encabezó una asociación ilícita durante doce años de gobierno. Aunque vender
dólar a futuro no benefició a ninguno de
los que tomaron la decisión, todos están procesados por perjudicar al
Estado y eso que los que devaluaron y
ganaron fortunas son los funcionarios del actual gobierno, inmaculados con fórceps
por un puñado de jueces cómplices. Aunque el memorándum con Irán no entró en vigencia y tenía intenciones de
interrogar a los sospechosos por el atentado a la sede de la AMIA fuera del
país, como ya se había hecho en otras ocasiones, Cristina y sus secuaces están
acusados por traición a la patria, una
figura constitucional que sólo puede aplicarse durante un conflicto bélico.
No importa la incoherencia de las conclusiones; lo esencial es que el televidente memorice una frase macabra: “algo habrán hecho”.
Una condena infundada que se
extiende a todos los que extrañan lo
anterior o comienzan a extrañarlo. Una mancha venenosa que salpica a los que empiezan a sobrar en la Argentina
PRO. Ser K o parecerlo puede ser una
etiqueta peligrosa en una gerencia dispuesta a amoldar el país a los intereses
de un establishment corrupto y angurriento. Como la letra escarlata que se
imponía a las mujeres adúlteras en las sociedades puritanas, la K es el sello que habilita insultos,
desprecio y hasta persecución. Romper semejante engendro discursivo es una
tarea diaria a la que nos tenemos que dedicar para que las pesadillas del pasado no vuelvan a convertirse en un sangriento
presente.
muy lucidos tus análisis y explicaciones siempre, me van a servir de guía para confrontar con otros a mi alrededor que siguen repitiendo como loros "se robaron todo" mientras no reconocen el actual saqueo al que nos estan sometiendo sin freno, ya me pusieron la letra escarlata a mi tambien-gracias Gustavo siempre por tus apuntes
ResponderBorrarEste texto es el resultado de la discusión con un alumno, que empezó con esa frase -"no estoy ni...- y terminó recitando el rosario de sandeces que se desmonta en el texto. Al final, toda mi legitimidad intelectual y docente fue desarmada por una mirada desdeñosa de quien sólo se informa con titulares y no puede esbozar un argumento. En fin. Experiencias que se convierten en apuntes. Abrazote
Borrarque pena ese alumno que no sabe apreciarte como intelectual y docente, gracias por compartir la anécdota y seguí acercándonos tu pensamiento y análisis de la realidad por favor-besos
BorrarAsí son desde jovencitos los pichones de fachos,quizás la vida lo cure.
BorrarPuede ser, no lo sé exactamente, que haya un error al encarar discusiones con quienes integran el cardumen amarillo, por lo general no estamos frente a los "ideólogos" como sería un durán barba, no, solemos tener al frente a un vulgar y escaso loro repetidor, que aprovecha la ocasión para sacar a pasear miserias, prejuicios y sandeces y darles un barniz de "pensamiento".... escarbando apenas un poquito, la conclusión más elemental es que "argumentos" y emisor son básicamente despreciables, el "espíritu" de lo que les gusta implica joder a alguien, perjudicar, estigmatizar... sea por pobre, negro o escuchador de cumbia, todo vale para pretenderse "superior" y, la verdad, no tienen un carajo para sentirse tal cosa y, para colmo, muchos más de uno ni siquiera tienen plata, ínfulas, apenas...
ResponderBorrarCómo diría Serrat, "entre esos tipos y yo hay algo personal", no los soporto y tiene un saborcito rico cuando esquivan el debate, se van al mazo... el kirchnerismo, me parece que es mucho más y mejor defendible de lo que se cree. No merecen la más mínima contemplación. Si creen que exagero, dénle una miradita al aluvión esperpéntico del 1A...