jueves, 19 de octubre de 2017

El cuerpo de la vergüenza



La oscuridad nunca ilumina, sino que trae más oscuridad. Un cadáver abre un nuevo capítulo y las palabras se escapan del teclado, pero la prudencia las contiene. Más que prudencia, respeto por el dolor de la familia de Santiago y el de todos los que lo conocieron. La peor noticia en un caso de desaparición es la aparición de un cuerpo, porque cancela la angustia de la manera menos deseada. Si se confirma la identidad, el camino tomará otro rumbo, tan enredado como ese río lleno de ramas y raíces. Si no es Santiago, la incertidumbre generará nuevas preguntas. En cualquiera de los dos casos, la herida seguirá abierta no sólo por la responsabilidad del oficialismo en cualquiera de sus formas, sino también por la burla y la falsedad de los periodistas que hacen de comparsa. Más allá de la dirección que tome, este macabro episodio formará parte del álbum de nuestros peores recuerdos para incorporarse al ADN de un pueblo que se resiste a abandonar su identidad.
Desde el martes, todo se tornó suspenso: la campaña, los reclamos, los reproches. Todo parecía estar fuera de lugar. Con la novedad, muchos argentinos contuvimos la respiración y silenciamos nuestros pensamientos. Un “no puede ser” titilante se encendió en los corazones. Las operaciones periodísticas y los trolls de Marcos Peña se encargaron de volvernos a la realidad: Ellos quieren terminar con esta historia culpando a los mapuches; Ellos, que hicieron de Santiago una víctima itinerante, depositan un cadáver en el lugar más absurdo; Ellos siguen jugando con todos los dolores que provocan. Desde las fotos que circularon por las redes hasta el empresidente Macri calificando como “compleja” la realidad del país, desde las especulaciones de los voceros disfrazados de periodistas hasta los funcionarios que simulan tomarse el tema con seriedad, nos vuelven a mostrar una estafa gigantesca con pretensiones de gobierno.
Y las evidencias más palpables de la Burla se concentran en uno de los personajes con mayor intención de votos: la inasible diputada Elisa Carrió. Un “zafamos” susurrado a Horacio Rodríguez Larreta después de la entrevista en donde sintetizó su saber científico con “como Walt Disney” no acarrea ningún error interpretativo. Nada puede fallar si deducimos de esto que estamos ante una patota de farsantes desenfrenados que están saqueando todo, bienes y símbolos, significados y sentimientos. Y no pueden acusarnos de soberbios si arriesgamos a afirmar que una parte de los votantes va a meter otra vez la pata. Por si no se entendió, la inefable Lilita pasó de decir “hay un 20 por ciento de posibilidades de que este chico esté en Chile”, de acuerdo a información reservada que sólo revelará después de las elecciones, a asegurar que un cadáver en agua de deshielo se conserva como Walt Disney. ¿Cómo creer que tiene información reservada quien todavía cree en el mito urbano de que Disney está congelado a la espera de una cura para su enfermedad? ¿Cómo creer en sus lágrimas, sus rezos, sus pronósticos, su seriedad después los papelones que estelarizó en estos días, de la poca sensibilidad que manifiesta, de la nula responsabilidad que exhibe?
Croquis del lado oscuro
Pero la impronta de Carrió no se diferencia demasiado de la de los demás integrantes de la alianza. Ella vocifera lo que otros susurran. Si los demás adornan sus peores pensamientos, Lilita es un puro adorno que no piensa en nada. Ella es la caricatura de los demás, la versión sin subtitulados, la moraleja del extravío. Quien comprenda lo fácil –y necesario- que es romper esa cáscara que no contiene nada, la leyenda del Cambio se desmoronará en segundos. Y los mantras, las sonrisas ornitorrínticas, la entonación híper ensayada, los nombres rimbombantes que usan para exterminar derechos sonarán a lo que son: camuflajes de la destrucción, un caballo de Troya con un ejército de ocupación, descontrolados piratas empilchados para la vidriera.
Las primeras reacciones oficiales ante la aparición del cuerpo no fueron de dolor o enojo. A la vez que ordenaron la suspensión de los francos de todos los agentes, invadieron la Plaza de Mayo de uniformados y encargaron una encuesta para averiguar cómo afectaría el tema en las elecciones. Después, escondieron a los funcionarios de Seguridad y anunciaron la suspensión de la campaña, tanto para anular la posibilidad de que la oposición exprese sus críticas como para que sus candidatos no embarren la cancha en un asunto tan delicado. Primero pensaron en reprimir, después especularon y finalmente, escondieron su vergüenza –o su amarga victoria- de la manera que mejor saben.
Pero este caso los deja al desnudo porque requiere mucha humanidad, algo que no abunda en los Amarillos. Las tierras usurpadas por un empresario italiano valen más que la vida de un ciudadano cualquiera, más aún cuando pretende reclamar por sus derechos. Y si expresa solidaridad por una causa que no es propia, se convierte en Santiago Maldonado, desaparecido en democracia por una minoría que desprecia los derechos de los demás. Desaparecido con énfasis por la Gerencia PRO.
Que no vengan ahora con simulacros de pena: todo lo que pasó con Santiago es lo que quisieron que pase, desde la invasión ilegal a la comunidad mapuche que terminó en represión bestial junto al río hasta la apología desembozada que hicieron de Gendarmería, a cambio de que sus fabularios peritos malversen la verdad para bombardear a los K con el cadáver del suicidado Nisman; desde los desvíos informativos aportados por la cloaca gobernante hasta las presiones al juez, a la fiscal, a los testigos y a todos los que intenten saber qué pasó. Y ahora, para autografiar este grosero remedo de dictadura, ponen en escena un cuerpo en un lugar imposible.
Más doloroso es que muchos de sus votantes disfrutan todo esto y están convencidos de que es lo que hay que hacer. Por cosas así, celebran La Revolución de la Alegría aunque ni se avizore en el horizonte. Hasta manifiestan su lado oscuro con trucajes de mal gusto en las redes y provocaciones tan grotescas que, en otras circunstancias, podrían provocar sólo pullas.
La desaparición de Santiago es la plataforma electoral del Cambio. Por eso clausuraron la campaña, porque ya no pueden elaborar una propuesta más clara. Esto es lo que prometen: mandar a la luna a todo el que se oponga al saqueo, aunque tengan que superar por miles la cifra inicial de 562 indeseables que pergeñó Macri. Pero lo peor es el aplauso de los que, por no entender nada, avalan lo que los convertirá en víctimas.

3 comentarios:

  1. excelente Gustavo! solo te aviso que quise entrar directamente desde una pagina (Frenemos a macri) a tu blog, no pude y me advierte que "La conexión no es privada"y bla bla bla...tal vez sea solo error del sistema o los trolls de marquitos peña te boicotean, bueno pude leer tu apunte a pesar de ello, entrando directamente-gracias y besos

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    1. Ése es un bloqueo reciente. Dice que el prefijo no es seguro. Lo mejor es entrar por Google hasta que soluciones el problema. Desde twitter todo bien. Gracias

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  2. Hace tiempo, una novia psicòloga me descubría lo del CLIC, ese momento mágico, revelador y hasta inesperado en que uno se enamora, o desenamora..... por estos días, tal vez, ojalá, estemos asistiendo a un clic del des-enamoramiento con la obscena lenguaraz amarilla, la hipercalórica lilita; que la hayan retirado de los lugares que debía frecuentar, que la critiquen sus cómplices y parte de los crédulos, no es un dato tan menor - este cadàver cambiò el paisaje, la denuncista serial. la de moral flexible y tarifada (¿alquien puede creer que no hay plata en danza?).... de pronto. queda expuesta en su siniestra y repulsiva mirada, ganando una atención que solía no tener y volcando la balanza de la duda general a que es mucho más, hija de puta que chiflada..... si se reflejará en la elección, no lo sabe nadie (y como ella es parte central de la patria fraudulenta, menos) pero, sospecho que no está mal que vaya cayendo esa careta...

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