jueves, 21 de diciembre de 2017

La canción no es la misma

Uno trata pero no puede. Últimamente, la síntesis y el optimismo faltan en estos apuntes. La brevedad es difícil porque en pocos días pasa demasiado. Sin embargo, el rotor de un gatocóptero se empieza a escuchar a la distancia. Y eso es optimista. Que se entienda: nadie quiere destitución ni renuncia pero no se puede continuar con esta estafa. En todo caso, lo que uno espera es que se vaya este doble y comience a gobernar el amoroso candidato de la campaña presidencial, el que prometía que nos iba a cuidar, que no perderíamos nada y que cada día íbamos a estar mejor. El que se calzó la banda debe ser un impostor porque está haciendo todo al revés. Tanto que da para pensar: lo más probable es que este Macri sea el verdadero y para la campaña llaman al impostor. O los dos Macris se turnan, uno para engañar y el otro para decidir. Pero no, es uno solo aunque parezcan dos: un prodigio que convierte al Ingeniero en el paradigma del cinismo. No nos asombremos si en el futuro su apellido se vuelve un sinónimo de esa innoble actitud.
Nada de lo que hace es para lograr lo que dice. Torpe o cínico. Después de predicar la doctrina del esfuerzo, la meritocracia o el sacrificio, se toma dos semanas de vacaciones en los lares de su amigo y terrateniente, el empresario Joe Lewis. El empresidente se va de la escena después del buen resultado de sus extorsiones, como el asesino a sueldo de un western que inundó de pólvora el pueblo para cumplir su misión. Gracias a las promesas y amenazas a gobernadores y diputados, las leyes regresivas salen como escupitajos, a pesar de las críticas fundadas de los opositores y las quejas que recrudecen en la calle.
El impostor ocupa el lugar del que decide para explicar que un cinco por ciento es mejor que un 12. Según sus conceptos, “estos cambios generan incomodidad”. Claro, la incomodidad de no llegar ni a mitad de mes, algo que no ha experimentado jamás. Ni él ni sus funcionarios. El país necesita una ley que los obligue a vivir una semana con un ingreso mínimo antes de tomar cualquier decisión. Así se humanizarían un poco y comprenderían lo que es padecer los esfuerzos que exigen. Si existiese esta ley, desecharían cualquier ajuste a los más vulnerables y evitarían a toda costa los despidos arbitrarios en el Estado y las empresas. O no hubieran pensado en los tarifazos, que descalabran el humor. Como Macri –y muchos como él- no sabe lo que es vivir con un presupuesto acotado, puede decir con soltura: “muchas cosas se han recuperado, pero la gente no las siente”. Lo que no siente Macri –y muchos como él- es la angustia que está provocando no sólo en el 49 por ciento que no votó por él en el balotaje, sino en una parte importante del 51 que lo coronó como presidente. O sí lo siente pero lo ignora, porque está convencido de que el despojo de derechos de la mayoría es lo que hay que hacer para potenciar los privilegios de la minoría a la que representa.   
Agujeros en el disfraz
El impostor sigue recitando el fárrago conceptual que le dicta el teleprónter. “Yo creo en la paz, en el diálogo y en la democracia”, declamó el Gerente de La Rosada SA como si tuviera un coro de ángeles como fondo sonoro. Esos tópicos no son deidades sino construcciones que requieren compromiso; no son conjuros, sino actitudes. Si ‘creyera’ en la democracia, en lugar de prometer lo que no pensaba cumplir hubiera confesado lo que planeaba hacer; si ‘creyera’ en el diálogo, escucharía más para encontrar empatía con el otro; si ‘creyera’ en la paz, no invadiría el país con tropas desbocadas para acallar las protestas en lugar de buscar soluciones a los conflictos. Tan cínico es que evoca la imagen de Billiken de Gandhi o Mandela despojándolos de sus luchas anti imperialistas. Si supiera que el Mahatma considera que “la honestidad es incompatible con amasar una fortuna” dejaría de incluirlo en sus insustanciales balbuceos. Y abandonaría al líder sudafricano si alguien le soplara uno de sus consejos: “lograrás más en este mundo mediante actos de misericordia que con actos de represión”.
El impostor se muestra preocupado porque las decisiones de Macri no desatan la alegría prometida. Cuando las medidas tardan en mejorar la vida de los más vulnerables es porque no se tomaron pensando en ellos. Pensar que la eximición de impuestos a los más ricos va a despertar una generosidad inexistente es de una ingenuidad pasmosa o de un cinismo atronador. Mientras en el Congreso se recortaban los aumentos jubilatorios, otro amigo de Macri, Daniel Angelici, recibía el privilegio de no tributar ganancias por sus redituables bingos. Y para distraer la atención, un juez aliado, Julián Ercolini, apresó a Cristóbal López por evasión impositiva. Si la aplicación de esta norma inexistente fuera pareja, más de la mitad –con optimismo- de los grandes empresarios argentinos estaría tras las rejas.
Pero el impostor no abandona su impostura. “Lo que hay que entender –explicó- que son muchas las reformas que tenemos que encarar para lograr esa Argentina que nos incluya a todos”. Más allá de que esas reformas no buscan otra cosa que profundizar la inequidad, el cinismo está presente en el final. Los que son como Macri, los que forman parte de esa élite succionadora no necesitan inclusión. Ellos son precisamente los que excluyen. Para que nuestro país sea plenamente inclusivo Ellos –los grandes empresarios y especuladores- deberían abandonar su desmedida avaricia.
Si en verdad el Ingeniero quiere hacer realidad la patraña de la Revolución de la Alegría debería hacer todo lo contrario de lo que ha hecho hasta ahora. El modelo del derrame no derrama nada aunque desborde de divisas las arcas de los poderosos: eliminar impuestos, bajar salarios, descartar controles, desregular el mercado jamás satisface a los angurrientos. Y Macri sabe que esto es así, porque él es uno de Ellos.
El encanto que hechizó a los votantes comienza a desvanecerse y el desencanto se manifiesta con el sonido de los cacharros. El Gran Equipo salió a la escena para recitar las sandeces de siempre: que son golpistas, que hay que respetar –con palos, gases y balas- al que piensa distinto, que ponen palos en la rueda. Si hubo violencia fue por infiltrados de las propias fuerzas: desde “Modart” sabemos que los Servicios ponen monigotes para provocar disturbios. Ya lo descubrimos: las piedras y las balas vienen del mismo lado de la grieta.
Si Macri quiere inclusión, que deje de excluir; si quiere menos pobres, que deje de empobrecer; si quiere paz, que deje de provocar. Si el objetivo de Macri es una Argentina desarrollada con pleno empleo y Pobreza Cero que deje de escuchar a sus malos asesores. Como corazón –según su padre- no tiene, que escuche lo que dice la calle. Aunque la música le resulte conocida porque es la de las cacerolas que tan funcionales fueron a su carrera presidencial, la letra es otra. Los cacerolazos contra Cristina fueron pergeñados desde el Poder Real, desde las corporaciones, con excusas aportadas por los medios cómplices y verdaderamente golpistas. Los cacharreos de hoy no están inspirados por esas usinas; al contrario, los medios hegemónicos tratan de disfrazarlos con interpretaciones maliciosas que cualquiera que haya pasado por el prescolar desmontaría en segundos. La música es la misma pero la letra la ponen los que se han empobrecido, los despedidos, los desplazados, los nuevos desamparados, los amenazados, los perspicaces… Y todos los que van descubriendo dónde desemboca este oscuro túnel. Como Macri no entiende el idioma de la necesidad, pronto será desbordado por el descontento y el impostor quedará al desnudo. Entonces, tendrá que abandonar el lugar que nunca debió haber ocupado.

6 comentarios:

  1. es un delincuente mafioso, ya no puede seguir gobernando es anticonstitucional por mas que lo hayan elegido los zombies que lo votaron, gracias por tu apunte, comparto y abrazos estimado Gustavo

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  2. Cómo se nota que los K están aprovechando un tropezón para voltear a Macri. Son violentos, además de corruptos. En el gobierno de Cristina también había desigualdad y pobreza.
    Teo J

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    1. Los tropezones los genera el propio gobierno. Claro que había pobres en la Argentina de Cristina, pero estaba disminuyendo desde 2003 de manera histórica. Si no hubiera habido tanta resistencia de las corporaciones se habría llegado a una equidad inigualable. Ahora creció la pobreza y si siguen así, pronto habrá más pobres en un país riquísimo.

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  3. Bueno, si el virrey "tropieza" es de pavote nomás (y en éso no necesita ayuda, es marca genética). Lo bueno sería que alguien del cardumen amarillo explique cómo es "festejar" un triunfo electoral relativo, vas y le paás la factura a esos mismos viejos que te votaron, una genialidad o genes K del virrey?. Si prefieren una opción menos ridícula, arreglemos en "de puro pavote", parece más liviano, no?.
    La figura del "impostor" no me gusta, la veo casi absolutoria y el coso no lo merece, corrupto desde antes de ser espermatozoide, en teoría no podía engañar a nadie......salvo la manada de imbéciles que amparados en la impostura de la "revolución de la alegría" para sacar a pasear ("inocentemente") su antiperonismo elemental.... hoy por hoy, cuando hasta las cacerolas parecen arrepentirse, ¿cuánto faltará para que dejen la impostura y asuman su idiotez?

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  4. todo es muy triste y angustiante pero igual deseo enviarte a vos estimado Gustavo y tus lectores un saludo de navidad y esperanzas para el 2018-besos y gracias

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  5. Excelente reseña de una realidad que duele Gustavo. Estoy de acuerdo con el comentario que dice que era corrupto desde antes de ser espermatozoide. Por mucho que duela, nuestro pueblo se merece a este despreciable como presidente, porque no supo apreciar ni defender todo lo que recibió en estos doce años. Néstor y Cristina fueron demasiado presidente para un pueblo sin gratitud ni memoria.

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