Uno insiste tanto con el tema que
parece obsesión patológica, pero si no
fuera por el esfuerzo constante de los medios hegemónicos, un gobierno tan
destructivo como éste no duraría ni dos minutos. A toda hora, las usinas de
Clarín, La Nación y algunos más presentan
blindaje, justificación y ocultamiento con formato de información. La
distracción es una de las tretas más obvias de manipulación y es lo que brindan
a diario. Quien, de manera exclusiva,
nutre su entendimiento con estos engendros
desinformativos jamás advierte las toxinas que ingiere y es probable que ruede por la vida recitando pavadas que ni
entiende y votando fórmulas impresentables y nocivas. Hasta puede insertar
en un diálogo cotidiano eso de que en Europa hay empresas que alquilan
juguetes, sin advertir el ardid del
libelo de la corneta ante la caída de las ventas por el día del niño. O
para brindar una esperanza a aquellos
que ni piensan comprar regalos porque la comida está primero.
Tan mal están las cosas que las
fuerzas gobernantes y sus acólitos mediáticos y judiciales apuestan todas sus fichas al Caso de los Cuadernos Invisibles,
aunque nadie sabe qué tipo de justicia
saldrá de todo eso. Ni quiénes serán los ajusticiados, si los acusados de todo o los que se sientan ante los magistrados
para declamar el guion que despierta la complacencia del Círculo Rojo. La
historia ya la tienen; sólo faltan las
pruebas; el relato de los millones ya está, pero sin los millones. Ni una alcancía debajo de un mosaico flojo
tienen para dar verosimilitud a la telenovela que presentan como el lava jato vernáculo. Hasta quieren rescatar de las polillas la antigua
causa de las valijas de Antonini Wilson para hacer más convincente el acoso.
Sin embargo, la plata de la
corrupción de los castos amarillos no sólo burbujea en los paraísos fiscales
sino también brota del cielorraso domiciliario de algún que otro
intendente. Las bóvedas que buscan en los otros abundan más en los propios. Pero estos hechos son apenas susurrados
por los voceros, más ocupados por vociferar
las novedades del desfile de arrepentidos. A pesar del secreto de sumario,
los chismes que se ventilan en el juzgado de Bonadío aparecen en titulares con una velocidad insólita. Tanto empeño
están poniendo que, en su edición dominical, La Nación publicó un plano del departamento de Cristina, tal vez
para que los lectores jueguen a la búsqueda del tesoro. Tanto, que hasta
ofrecen una recompensa al que logre
convertir a los cuadernos en la piedra filosofal del Siglo XXI.
Las
burlas de siempre
El público colonizado mira para
otro lado sin advertir que lo que viene
es peor. Los miembros del Gran Equipo abandonan la sonrisa publicitaria
para exhibir en el rostro un “sálvese quien pueda” gigante. Hasta
el ministro Dujovne dejó de lado las metas amigables
para anticipar la posibilidad de una
megacrisis. Y el empresidente Macri,
líder de este entuerto, el que
prometió bajar la inflación en dos minutos, augura que los números serán mejores cuando termine su mandato. Obvio, si las
decisiones que se toman desde La Rosada SA son las principales generadoras del aumento de los precios. Además de
evasores, fugadores y especuladores, son
aumentadores seriales.
Mientras el show intenta
convencer a la audiencia de que CFK cobró una millonada por firmar un decreto, el inexplicable consenso obtenido por el
Cambio empieza a mostrar grietas indisimulables. Muchos de los que apoyaron
con énfasis la llegada de Macri a la presidencia expresan su arrepentimiento con un leve desencanto, como los
integrantes de la UIA. Ante la caída de un
8,4 por ciento interanual de la actividad industrial, el vicepresidente de
esa entidad, Daniel Funes de Rioja anticipa una fuerte contracción que durará un par de trimestres. Y la caída
del consumo en casi todos los rubros aporta
mayor pesimismo a los nada prometedores pronósticos.
Encima, en lo único que piensan
es en profundizar el ajuste, tal como
exigen los expertos del FMI a los que nadie votó. A las protestas de
desocupados, suspendidos y en espera, se suman los empleados públicos que pierden poder adquisitivo con cada oferta
de incremento salarial. Los comerciantes, que han visto mermar el
movimiento en sus locales de manera alarmante, tiemblan al pensar en el vacío que reinará en los bolsillos de
sus escasos clientes. Hasta los gobernadores que, serviles, garantizaron la gobernabilidad para llegar
a esto, están a punto de rebelarse por el decreto con el que el Ingeniero
dejará de distribuir el Fondo Federal Solidario, que se nutre de la soja producida en muchas de esas provincias.
Amparado por la exagerada
protección mediática, Macri sólo puede
ofrecer su desbordante cinismo. Como si no tuviera nada que ver con el
asunto, esputó: “lamentablemente, esta
devaluación trajo un rebote de la inflación, que es el mayor generador de pobreza”. No, en eso está equivocado:
el mayor generador de pobreza es El. La
receta que aplica es la que provoca todo eso de lo que se lamenta. Y lejos
de admitir su responsabilidad, asegura que “éste
es el camino que estamos recorriendo. Sabíamos que iba a tener obstáculos. Lo importante es mantener la convicción”.
¿Convicción, de qué? Como si la concentración de la riqueza mejorara la
distribución; como si la especulación
financiera auspiciara la inversión y el desarrollo; como si el saqueo a
jubilaciones, asignaciones y salarios potenciaran la actividad. Eso no es convicción: es fanatismo. Y
para colmo habla de obstáculos cuando, en realidad, es la ceocracia gobernante la que arroja todas las piedras que
entorpecen cualquier camino.
Y por si todo esto fuera poco, el
buen Mauricio siempre apela a la burla cuando quiere mostrarse humano. Cuando
improvisa, aparece su Yo más profundo, el que, de manera incomprensible, conquistó el corazón de sus votantes. “A mí me duele muchísimo porque es mi
principal compromiso –miente- y sé lo que significa estar en la pobreza
porque los visito”. Quien vea en esto humanidad, debería visitar al oftalmólogo. Quien se conmueva ante la imagen
del rico que visita al pobre y se ilumina, debe
ser tan cínico como él o vivir en una caja de condones.
Si le doliera la pobreza, dejaría de hacer lo que ha hecho hasta
ahora, no desde que aterrizó en la presidencia, sino desde que se alió con la dictadura para enriquecerse con evasión,
estafas, licuación de deudas y especulación. Todos los que son como él dejarían
de ser como son si pudieran tan sólo
imaginarse lo que es estar cercados por las imposibilidades. Pero para eso
hay que tener corazón y Ellos demuestran
a toda hora que eso es lo que más les falta.
estimado Gustavo sigo escuchando a mi alrededor "y..no ayudo la sequía en el campo"...enfin es desesperante-compartido y abrazos-muchas gracias
ResponderBorrarBueno, Gustavo, no sé si valela pena preguntarnos si tienen corazón estos tipos del virreinato, ¿para qué?, si lo tuvieran, así como el hígado o el triperío serán parte de la misma porquería, el órgano no hace a la función, depredadora, en su caso.
ResponderBorrarAhora que un comicastro de capa caída "popularizó" al flan (imagen garantizada por la rápida aparición del virrey con uno) y las puertas giratorias del arrepentimiento(¿¿??) empresario y el doctor glock divierten las pantallas,... hay que agradecer el ahorro en palabras, así las cosas se cuentan solas, hay que saber mirar (sí, ya sé, en el ADN cambiemista esa condición es imposible pero no nos vamos a hacer cargo de la estupidez ajena, bastante tenemos con padecer y soportar sus consecuencias, no?)... ¿se acuerda de las nubes de úbeda del finado saadi?, estos cosos son de ahí, y al menos yo no quiero estar ni cerca....hace un par de post que menciono que ni bien los publica ya los ponen viejos, mire nomás hoy, muere la abuela Chicha y aparece una prócer tuitera amarilla celebrando "Una menos" y el flan, según diputado amarillo (of course) viene a ser "Baradel, que "le" explota una garrafa y hace lío"; son insalubres, dañinos, tóxicos, la porquería absoluta, químicamente pura, apenitas.