jueves, 23 de agosto de 2018

Un carnaval de prejuicios


La Revolución de la Alegría abandonó la cacerola y adoptó, como emblema, al clásico y movedizo flan. Como dulce de leche no tenían, lo sazonaron con una frase que está muy lejos de la genialidad: “no somos boludos” o su síntesis para tazas, NSB. Que los amarillos tengan al actor Alfredo Casero como luminaria guía sugiere una decadencia de su intelectualidad. El duranbarbismo derrapa por el subsuelo de la creatividad. Los motivos de la convocatoria al Congreso se concentran en el odio hacia Cristina que acumularon con tanta sobredosis de hegemonía mediática. Cualquier observación sobre este hecho no podrá superar lo dicho por Macri durante una entrevista con la CNN: el Cuadernogate es más exitoso que cualquier serie de Netflix.
Los que dicen no ser boludos se dejan llevar de la nariz hacia una hecatombe que también a ellos dejará en la lona, lo que demostrará que sí lo son. Que la corrupción anime sus espíritus es comprensible, pero el bullying es condenable. Que mientras estallan de rabia por lo que ven en la tele, consientan las trapisondas del Gran Equipo, sugiere que la corrupción es una excusa. O peor, que la piensan como una exclusividad irrenunciable de la clase que está gobernando en su propio beneficio. Que estallen de indignación por bóvedas inexistentes y bolsos de capacidad infinita pero justifiquen las cuentas off shore y las empresas no declaradas es una evidencia de eso.
No buscan justicia, sino venganza. Por eso gritan “cárcel ya para CFK”, acusada de delitos que aún no se han demostrado por operaciones de prensa cada vez más obscenas. Y magistrados que, lejos de mantener un equilibrio, se desequilibran para complacer al Poder Real. El juez Bonadío, el más vergonzante de Comodoro Py, dirige esta comparsa que ensucia más a los desfilantes que a los acusados. Y a los que demuestran no saber cantar, los mandan a la sombra como una versión vernácula y menos cuidada de la serie yanqui “Sesenta días preso”. Pero la muchedumbre canturreó en la plaza del Congreso “Bonadío, el pueblo está contigo”, la coronación de un heroísmo que no le cuadra y debería abochornarlo. Si el pueblo está conformado por esos diez mil individuos acomodados que basan su entendimiento en los panfletos dominantes, estamos en problemas.
El monstruo equivocado
Mientras los caceroleros claman por un flan, la pobreza crece en un país donde no debería existir. Mientras los colonizados mediáticos afirman no ser boludos, la devaluación, el déficit y la fuga baten records. Mientras los flaneros bailan alrededor de la hoguera, los especuladores cargan en nuestras mochilas una deuda superior a 150 mil millones de dólares. Estos reivindicadores del absurdo son capaces de aplaudir el gatillo fácil, los palos a los despedidos y el empobrecimiento de los jubilados. Tan perdidos están que son capaces de creer que la crisis que ya se olfatea es por la Pesada Herencia, la neblina turca o una tormenta de frente. Tan obnubilados están que todavía esperan la lluvia de inversiones, el segundo semestre y los brotes verdes. Tan entorpecidos, que piensan que todo se solucionará cuando Cristina esté presa. Tan confundidos, que vitorean la promesa del empresidente de dinamitar el astillero Río Santiago.
Y aunque no entiendan demasiado, también festejan cuando la represión puebla las calles. En el caso del astillero, el ajuste huele a revancha. Un emblema de la Soberanía inaugurado por Perón en 1953 no podría tener otro destino que vaciamiento y explosión en un gobierno destructivo como éste. Un emprendimiento estatal que construyó símbolos nacionales como las fragatas Azopardo, Piedrabuena y Libertad, buques de guerra y mercantes, el techo del Estadio Único de La Plata y las columnas de iluminación de la cancha de Gimnasia y las turbinas de Yaciretá, además de contratos con otros países. Que algo público funcione mejor que algo privado es inaceptable para la ceocracia gobernante y en el clima de “libre competencia” que reina, bombardearlo es lícito. Eso festejan los flaneros cuando un patrullero atropella a un manifestante.
Tan acostumbrados están a que las pantallas muestren la vida como un partido de fútbol que hasta ven a los jueces como grandes estrellas. Así, alientan a los injustos y abuchean a los justos. Hasta creen que la justicia independiente debe ser vengativa. Por eso gritan como ante un gol cuando el Consejo de la Magistratura destituye a algún juez que les falla en contra. Como les puede pasar a Enrique Arias Gibert y Néstor Rodríguez Brunengo, que resolvieron la suspensión de los despidos en Télam o a los que osen aceptar los amparos contra la estafa del tarifazo.
Como buenos caceroleros, los flaneros están reñidos con los argumentos: sólo vomitan excusas y, por lo general, infundadas. Si abrieran sus oídos, si se alejaran unos pasos de la vocinglería de los grandes medios, si se atrevieran a prestar atención a la intervención de CFK en el Senado, comprenderían el error que han cometido, que están cometiendo y que van a cometer. Si se animaran a volver el rostro a lo que la monotonía discursiva del Régimen Amarillo intenta tapar a cada instante, dejarían de ver al monstruo que creen tener enfrente. Entonces descubrirían que son lo que dicen no ser y que están del lado de la Grieta en donde habitan todos los monstruos.

3 comentarios:

  1. Hasta acá, uno tenía la sensación de que el virreinato repsaba en, básicamente, la estúpida necedad del antiperonista recalcitrante que los prefería aún a costa de hacer moco sus propios intereses.... bueno, la marcha de gerontes enrdecidos de odio y el posterior discurso de Cristina no hizo más que ratificarlo, son necios, estúpidos y brutos.... y sordos, ya que están. Irrecuperables, diría yo además.
    Intentar explicarnos a estos especímenes, sospecho que es tiempo perdido, aún no queriéndolo expresamente, tenemos cosas mejores en qué ocuparnos, incluso mejores que corresponderles el odio a estos idiotas. El "flan casero", al final, es un fastidio pero les termina cayendo en la jeta... justo el coro de la estudiantina amarilla "reclamando flan" y esa caripela sensacional de la vice, ante el dedo señalador de Cristina; "usted tenía bolsas con plata, a usted se las encontraron, la allanaron?".
    Hasta acá, ya no queda mucho por discutir ni justificar, si alquien puede creer que el show allanador del juez glock es serio, tá frito, no es que lo toman de, es boludo, con ganas, entusiasmo y ningún atenuante. Ser antiperonista podría ser respetable pero, creerte que unos perros van a OLER los dólares de un PBI afanado.... en un departamento y por el olor!! - Así no se puede.... capaz que una audiencia tan sensible como ésa esperaba el momento cumbre del espectáculo, el doctor glock, en el dormitorio de la Cris, oliendo una bombacha y la sonrisita babosa, pero bueno, no pasó, no?, ¿¿no??.

    ResponderBorrar
  2. Lo compartí en facebook,en el grupo "Resistiendo con aguante Rosario" y lo comenté también.Saludos.

    ResponderBorrar

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...