Quienes saben de antemano el resultado, siempre rezan “lo importante es competir”. Los que se creen triunfadores agregan
un tono burlón, canchero. El empresidente
Macri siempre redobla la apuesta porque todas
las cartas parecen estar en sus manos, además de tener de su lado a árbitros y
relatores. Por eso dice lo que dice con tanta soltura, sin rubor, tanto
ante las cámaras como en un tuit, a
sabiendas de que sus zonceras serán convertidas en genialidades y su oscuridad,
en luz. En medio del debate por la despenalización del aborto, difundió un
anodino “no importa cuál sea el
resultado, hoy ganará la democracia”. Como
si con eso se saldara la deuda de tantas muertes en clínicas clandestinas,
de tantos dramas provocados por la sinrazón de las creencias convertida en ley.
Como si fuera fácil creer que al Ingeniero le
importa la democracia, la Constitución, las leyes, el país y todos nosotros.
Una democracia viciada por
represión, rapiña, engaño, venganza, entrega y muchas delicias más del catálogo
neoliberal. Un plan para desigualar,
precarizar y subdesarrollar. Un mar de promesas que se estampa contra el
acantilado de los intereses corporativos ligados a los negocios presidenciales.
Una pluralidad de voces que confluye en
un discurso hegemónico embrutecedor, en un simulacro de libertad de
expresión para que el público someta su
pensar a la voluntad de los succionadores. Y como moño del paquete
democrático que tanto encanta al Gerente, jueces y fiscales acólitos al Poder
Económico, dispuestos a convertir las fantasías
más descabelladas en procesos judiciales para alimentar las pullas de los
odiadores.
Después del resultado negativo
del debate en el Senado uno advierte la
jugada del oficialismo con la despenalización del aborto: habilitar algo a
lo que su fuerza política se opone para
simular apertura y después asegurar el rechazo con presiones en estéreo,
desde la crudeza de la billetera a las provincias y el látigo de las
convicciones religiosas a los legisladores. La figura de las dos vidas sirve como excusa para
continuar con la clandestinidad, pero se
archiva a la hora de preservar la vida de los desplazados por este modelo de
despojo.
La hipocresía que nos gobierna
desde diciembre de 2015, capaz de pontificar sobre honestidad y transparencia con una mochila de corrupción pasada y
presente sobre la espalda, que deplora la impunidad ajena pero hace lo imposible para obtener la propia,
que finge preocupación por el bienestar de la mayoría pero toma decisiones para restringirlo cada vez más.
Egoísmo
en el poder
En más de dos años y medio –como
ya todos sabemos- el régimen de Macri ha
malogrado todo en beneficio de un puñado. La Pobreza Cero subió al 33 por
ciento y el país del desarrollo tiene un
40 por ciento de la capacidad industrial ociosa. Del “no vas a perder nada de lo que tenés” a serruchar las asignaciones familiares; de “cuidar a nuestros abuelos” a una
pérdida del poder adquisitivo del 10 por ciento en las jubilaciones y pensiones;
del país desendeudado y soberano a una
colonia regenteada por el FMI; del cepo al dólar al descontrol de la fuga, que ya acumula 88 mil millones de
dólares.
A pesar de tanto desastre, el
Gran Equipo sigue reivindicando el Cambio, aunque
despierte muy pocos aplausos. Los vítores sólo aparecen en la tribuna de
los colonizados, cuando los serviles
magistrados descargan latigazos con forma de procesamientos sobre los que
osaron desafiar al establishment. La condena al ex vicepresidente Amado Boudou
por la causa Ciccone es un ejemplo de eso. Aunque se demostró que la imprenta y
la compradora The Old Found no son del
ex funcionario, que no conoce a Alejandro Vanderbroele, que fue Raúl Britos el que puso el dinero y
que la indemnización por la nacionalización fue reclamada por Raúl Moneta, Boudou fue sentenciado a prisión. Un
claro caso de arbitrariedad judicial que más
parece la venganza de Clarín, que aspiraba a comprar Ciccone Calcográfica
para tener también el control sobre
nuestros billetes.
Todo forma parte del circo que este
infausto sistema dominante despliega para entretener
a su cada vez más menguante núcleo duro; para que los distraídos con
énfasis sigan pensando que la culpa de
lo que hoy padecemos la tienen los K; para que nunca más un gobierno
popular –el despreciable populismo- vuelva
a acercarse a la Rosada para mejorar la
vida de la mayoría a fuerza de limar los privilegios de la minoría. Y la
desesperación por demostrar que son mejores a pesar de los indiscutibles fracasos y las evidentes trapisondas
los lleva a someter a sus víctimas a los peores escarnios, como en el caso de
Milagro Sala, a la que siguen torturando
con caprichosas decisiones judiciales.
Por eso el embaucador Mauricio
deja aflorar cada vez más su cinismo, para
convencer que el camino es el de la desigualdad, el sometimiento y el
autoritarismo. Como si fuera un sabio, consideró que el debate por la
despenalización del aborto “nos obliga como individuos a comprometernos a
aceptar que hay otros que piensan distinto”. Todo un aprendizaje para un egoísta como él, aunque los individuos
jamás se comprometen a nada. Y, como un
auténtico predicador de tonterías, explicó que “si aceptamos vivir entre los
vaivenes de una sociedad que discute con intensidad los cambios que quiere
para sí misma, si entendemos que nuestras
creencias a veces ganarán y otras perderán, llegaremos a ser algo sin
igual: verdaderamente libres y mejores
personas”.
Pavadas para poster. Superficialidades con pretensiones de
profundidad. Filosofía para sobrecitos de azúcar. Un individuo como el que
piensa Macri nunca es sano para la
sociedad y jamás será libre ni mejor persona porque vive sometido a su
individualismo. Pensar la vida política de un país como si fuera un cotejo
deportivo en el que a veces se gana y
otras se pierde es la forma más
banal de entender el presente. Como queda demostrado con el Cambio, cuando ganan Ellos, todos perdemos casi
todo. En cambio, cuando ganamos desde este lado de la Grieta, todos conquistamos derechos y alcanzamos
mayor dignidad. Cuando nosotros ganamos, hasta Ellos ganan, pero son tan individuos que se irritan con la
felicidad ajena y cuando acceden a gobernar hacen lo imposible para
alejarnos de todo disfrute. Una nueva lección para que nunca más la voluntad
popular siente en el trono al mejor
representante de los intereses más egoístas –y, por tanto, más
destructivos- que anidan en una sociedad en construcción.
A veces, al leer algunos de sus resúmenes sobre la atual pesadilla, la sensación es desoladora y sbruma si pensamos en cómo fue que llegamos a ésto. Hay quienes aún insisten sobre "autocríticas" y "necesidades de 2do. orden que no fueron satisfechas"..... y la verdad, un chamuyo, peor que falso, ridículo.
ResponderBorrarCualquier proceso político tiene fallas, errores, incomprensiones y, obviamente, corrupciones - la cosa no es nueva, viene desde la noche de los tiempos, por ejemplo, podemos pensar en el paralelo entre Nerón y nuestro amado virrey.... el uno incendiando Roma y éste haciendo moco Argentina. Hay intrépidos más intensos que yo que lo comparan con Calígula y, ay!, alguna razón tienen, si el romano nombró senador al caballo, en estos días vimos en acción a una verdadera manada de equinos en pleno galope declaratorio.
Los que pasamos por acá tenemos posición tomada, no necesitamos aclararle a ña heidi si "somos kirchneristas", está sobreentendido e incluso ni siquiera hace falta, es puro instinto de conservación, sí, somos "conservadores" de un país vivible, habitable y contenedor de las mayorías...... el contraste entre la impostura siniestra del "cambio" y esa memoria histórica, fresquita, de hace un suspiro, explica todo.
Además de desagradable y grosera, es interesante ver a quienes se quejaban de que "las cadenas nacionales no dejaban ver la novela", hoy son devotos de una novela en cadena nacional, que junto a lo interminable tiene libretistas de cuarta ("actores" como oyarbide, mamita!!!!), ni drama ni comedia, pura tontería de mala fe, amañada y sin "gloria".
Supongo que es cuestión de puntos de vista, pero a mí me cuesta pensar en algo distinto a la imbecilidad que justifique haber optado por esta porquería; siendo mínimamente serios, ninguna carencia K haría lógico optar por un parásito corrupto conocido y pretender "no perder nada"..... pero acá estamos, metidos en esta comedia repugnante y sin, todavía, saber cómo, cuándo y en qué derivará.... lindísimo, bah!.