El conocido dicho “el pez por la boca muere” cobra mayor sentido con los funcionarios
PRO. En sus comunicaciones cotidianas pueden encontrarse yerros
gramaticales, neologismos incongruentes y confesiones inconfesables, todo sazonado con abundantes dosis de
cinismo, ignorancia y crueldad. Sin excepciones, los miembros del Gran
Equipo juegan a los dados para
repartirse el país, como si fueran una banda de ociosos niños ricos
entretenidos con un TEG vernáculo. Mientras
el alud está preparando su desplome, estos buenos muchachos tratan de inspirar confianza, pero sus descascaradas máscaras logran todo lo
contrario.
No es para menos, si muchos
amarillos exigen “poner el hombro” a
los que ya no pueden poner nada, mientras los
que tienen de todo no paran de sacar. Ajenos a la realidad, hablan del “esfuerzo de todos”, mientras una
minoría ya no necesita siquiera pedalear para incrementar sus
fortunas especulativas. Como si nadie se diera cuenta, simulan empatía con
los más vulnerables cuando son ellos
los que los vulneran todos los días.
Pero el colmo del Operativo
Tranquilidad En La Tormenta lo brindó, como siempre, Mauricio Macri. El
Gerente de La Rosada SA, al visitar la familia de una emprendedora confesó que
necesita "estar tranquilo, porque si me vuelvo loco les puedo hacer
mucho daño a todos ustedes”. Una especie de hombre-bestia que debe
evitar la luna llena para que sus semejantes estén a salvo. ¿Y qué es sino un daño a todos nosotros, la
destrucción de la industria, la inflación provocada, la devaluación inducida,
el endeudamiento atroz, la desocupación creciente y la pobreza cada vez más lejos de cero? Si produce todos estos daños
cuando no está loco, estremece imaginar
lo que hará cuando enloquezca. ¿O su despreocupada confesión deberá interpretarse como una amenaza a
quien quiera manifestarse en contra de su destructivo plan?
Algo así sugirió el ex presidente
del Banco Nación, el economista Carlos Melconián. Primero, reconoció la crisis de la peor manera que se le ocurrió: “el programa original fracasó, nadie se
puede ofender por eso”. ¿Por qué no le pregunta a un hambreado, un
desempleado o un fundido si se siente
ofendido por el fracaso del Cambio? Las promesas incumplidas, más que
ofender, indignan. Un engaño, ¿no es
acaso una ofensa? Pero hay algo peor de este personaje: “le digo a la oposición que no joda en el Congreso”. ¿Quién es
para realizar advertencias a los legisladores como si fuera un pandillero? ¿Qué significa ‘joder’ en su clasista
vocabulario, obedecer el mandato popular
y proteger a sus representados del ajuste brutal, innecesario e inconducente
que propone el oficialismo?
La soberbia de clase y el anzuelo
del blindaje los llevan a decir cualquier cosa; por eso esputan gansadas a cada instante. Amenazas, provocaciones,
patrañas y burlas brotan como las burbujas del bagre en un lodazal. Cada vez son menos los que interpretan esos
hediondos efluvios como idílicos poemas para un futuro mejor. Los demás no
nos dejamos envolver por los cantos de estos pescados con pretensiones de
sirena. Sin intenciones de perturbar la tranquilidad del empresidente ni de joder a Melconián, sabemos que la calle es la única manera de terminar con el ofensivo
despojo que comenzó aquel infausto 10 de diciembre.
gracias estimado Gustavo-compartido-abrazo
ResponderBorrarMuy cruel lo suyo, sería bueno le contara a sus lectores qué tiene contra los bagres para encajarles semejante comparación, tá bien que son bichos medio fuleros pero a alguien puede que le gusten..... en cambio el virrey, sea en versión cuerda o loca a cuerda, más que gustar, asusta, da cosita, un asquito, vió?..... además, no es justo que en estas épocas maravillosas nos distraigamos con estos debates zoológicos cuando en plena patagonia están por aparecer tesoros enterrados (por si alguien tenía dudas de que con el virreinato volvíamos al siglo 18, hagamos una encuesta a ver cuánto falta para que aparezca CFK tuerta, con garfio, una pata de palo y un loro en el hombro)... hay que apostar a la cordura que si enloquece alguno se pudre todo, lo que es imposible que suceda, no?.
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