Los
contenedores inteligentes de Rodríguez Larreta se encuadran en una postal de
época: la molestia de ver gente revolviendo la basura no inspira medidas
redistributivas, sino restricciones para proteger lo que otros desechan. Y
no sólo con tarjeta magnética sino también con los palos de la policía. En la
postal, también podemos ver a las Madres defendiendo el Archivo de la
Memoria de la prepotencia de una minoría que apuesta a la amnesia. Miles de
imágenes se amontonan en estos tiempos de oscuridad. Ni una aporta luz al
futuro porque para eso llegó el Cambio, para sumergirnos en las sombras de
un país para pocos.
No con
la intención de iluminar sino de simular preocupación, el Gran Equipo
improvisó un acting de Semana Santa. El Plan Alivio parecía llamarse la
obra, por la cantidad de veces que los funcionarios repitieron esa palabra.
La puesta en escena se dividió en dos partes: en la primera, el farsante Macri
visitó a una familia ya visitada para tomar un vaso de agua y charlar, de
paso, con sus integrantes. En la segunda, Dujovne, Stanley y Sica fueron
los encargados de anunciar las medidas para ‘aliviar’ a la población de los nefastos resultados de las
medidas anteriores. Sin modificar nada, esperan resultados diferentes,
algo desopilante si uno es un fan de las comedias negras. Como estamos viviendo
una tragedia insólita, hay que congelar las risas para cuando los
desalojemos.
El
video de Macri ya es en sí una parodia. Imposible agregar más chistes a tan
impresentable engendro. Su paso cansino en la rampa de acceso al edificio,
el encuentro re-casual con tres
vecinas que deben trabajar de recibir a los presidentes que pasan casualmente por ahí, el recibimiento
tenso pero ensayado como informal, la ostentosa austeridad… Todo es para
desternillarse. Hasta la inexperiencia de Macri para golpear la puerta
debería formar parte de la antología de los gags televisivos.
¿En qué estadío de la evolución
humana hay que estar para conmoverse con algo así? ¡Qué poco respeto debe tener por el destinatario el
que planeó una manera tan audaz de
presentar medidas gubernamentales! Una audacia que salió muy mal: una
mezcla indigesta entre un mensaje institucional y una publicidad de campaña
hecha a los apurones. Encima, el Buen
Mauricio se presenta ante los vecinos como si fuera una víctima más de
su propio gobierno, como si se estuviera quejando de los revoltosos de
arriba. Y el diálogo. ¿Cómo puede ser tan monocorde alguien que habla desde
hace sesenta años? En todo parece un principiante eterno. Y de los
peores.
La luz está por acá
El
Ingeniero lo ha intentado muchas veces, pero no le sale eso de mostrarse
próximo y simular comprensión ante situaciones que no experimentará jamás.
¿Qué puede saber él de “no llegar a fin
de mes” o de necesitar un alivio en medio de una crisis económica bestial?
¿Qué modificación puede lograr la escucha de problemas cotidianos en un
espíritu que sólo está para alimentar su angurria y generar problemas?
¿Cómo puede lograr complicidad con los que son sus víctimas?
Quizá
lo más irritante de esta pandilla es la manera en que se refieren a la
inflación: como un fenómeno climático, un castigo de los hados o un ataque
foráneo. Pero esta vez mostraron la hilacha. El lunes, Macri anticipó
que iba a haber un pico inflacionario y agregó que “hay comportamientos culturales que ‘cuestan’ (sic) erradicar”. Después de tomar medidas “técnicas” para bajar la inflación, ¿ahora
dice que es un problema cultural? ¿Acaso está sugiriendo que somos todos
los responsables de que las cosas aumenten alocadamente y no los oligopolios
formadores de precios? La semana pasada, el directivo de una empresa
grandota justificó el incremento de los precios con la caída de la demanda.
Algo que escapa a toda lógica: si baja el consumo por caída del poder
adquisitivo, lo ideal sería incentivarlo con ofertas de verdad.
Esto no
es un problema cultural, sino de mala praxis. Si fuera cultural, unos
cursos instructivos sobre ética y lealtad comercial bastarían para que la
inflación no sea más un problema. En los parches que anunciaron estos días está
la contradicción. O, mejor dicho, la confesión. Al suspender el aumento
de las tarifas de los servicios hasta octubre están reconociendo que ése fue
uno de los detonantes de la espiral de precios. Y si las encuestas siguen
dando negativo de cara a octubre, van a terminar aceptando que fueron sus
propias medidas las que nos llevaron a esta crisis. Dicho en pocas
palabras: éste no es el camino.
Y no lo
es desde el principio. En sus primeras medidas ya mostraron las garras.
Si devaluaron la moneda, liberaron el comercio exterior y bombardearon con
tarifazos, ¿esperaban deflación? Si nombraron dos miembros de la Corte
Suprema por decreto, ¿buscaban una Justicia Independiente? Si
incrustaron a una militante PRO como Laura Alonso en la Oficina Anticorrupción,
¿querían mostrar honestidad y transparencia? No, desde el primer día
gritaron a los cuatro vientos que nos iban a conducir hasta acá, a pocos metros
del iceberg, pero el maquillaje y la adoración mediática hicieron de los
alaridos encantadoras melodías.
¿Quién
puede ilusionarse, si en la fecha de vencimiento se advierte la intención
maliciosa de estos anuncios? El que no se dio cuenta aún de que el
alivio será efímero y casi nada aliviador que pida un cerebro prestado. El
que no advierte la contradicción entre el Macri que pontifica “nadie puede gastar más de lo que gana” y
el que ofrece créditos para comprar comida o pagar servicios es porque
renunció a todo raciocinio. El que no se indigne con las burlas de estos
saqueadores es porque está resignado en la humillación. Lo correcto es
esperar hasta las elecciones, aunque dan ganas de estar todos los días en la
calle para despertar a tanto incauto y adelantar los tiempos.
Esta historieta de los contenedores "inteligentes" tiene varias lecturas, una es que realmente el ver gente revolviendo basura es feo de ver y peor si es que busca qué comer, por supuesto que a uno éso lo puede conmover por el drama humano implícito o, como al amarillo típico, le da urgencia para que le saquen la negrada dando ese espectáculo que afea tanto el ambiente capitalino.... ahí tenemos que ver que estamos hablando de algo que ya sabíamos, que ya preveíamos que iba a pasar porque la cosa trasciende lo político, desde lo simplemente humano es rutilante la porquería, que una excusa "estética" prime sobre la más brutal carencia - la sobrevivencia - de miles de personas debiera (y no es) ser intolerable. Pero bueno, ya lo dijo Serrat, entre estos tipos y yo hay algo personal....
ResponderBorrarQuizás no tan marginal, pero que bueno es que ante cositas así, uno sea "kuka" y no parte de la asquerosidad amarilla.
La verdad, una maravilla esta metamorfosis de la Semana Santa a la semana chanta del excelentísimo domador de reposeras actuando de compungido visitador de señoras afligidas por la malaria pero creyente en sus buenísimas intenciones... emocionante! y ni hablar del show de larry, curly y moe, anunciando el plan "volvé Cristina y arreglá este desastre"... es conmovedora la ineptitud de estos cosos, tanto presumir de su filosofía liberal y volver al "cepo", al "control"; la verdad, no quiero ponerme en crítico sobre el alivio imaginario que ofrecen, si lo más seguro será apostar a ver cuánto falta para que esta porquería explote... ¿vió que no se menciona mucho a doña malbec?, qué estará preparando?, casualidad no es, no?..
Pero pasan cosas buenas, ¿se fijó que hasta los "comunicadores" más pero más amarillos se ponen en "críticos"?, casi que dan ternura, éso sí, mucha rata gorda y pesada, no sé si tendrán garantías de poder rajar rápido...
"Alivio"..... exactamente lo que NO viene.
muchas gracias estimado Gustavo, comparto y un saludo de pascuas para vos y todos tus lectores
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