Los argentinos tenemos la mala
costumbre de acostumbrarnos a cosas que
no deberían ser costumbre. Desde el comienzo de la gestión amarilla, la mentira, la hipocresía y los conflictos
de intereses han sido una constante. Además, la proliferación de explicaciones insostenibles que podrían
calificarse de puro chamuyo: un torrente de incoherencias adornadas con palabras vaciadas como ‘equipo’, ‘diálogo’,
‘honestidad’ y muchas más. Y abundantes contradicciones, por supuesto. El
Jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun
puede clamar en el Congreso, como si fuera un principio irrenunciable que “no creen en los controles de precios” y,
al día siguiente anunciar un acuerdo para
que las cosas no aumenten tanto. O promueven servicios precarizados como
oportunidad laboral y después ni se
lamentan por un ciclista de Rappid que murió atropellado por un camión.
Cuando una sociedad se acostumbra a cosas como éstas está habilitando un futuro de extinción.
Como Macri está empeñado en ser
reelecto y ni en las encuestas propias
arrima el bochín, quiere mejorar la situación con un poco más del maquillaje que alguna vez funcionó bien.
Su asesor, Jaime Durán Barba, considera que el votante es tonto y se deja engañar con facilidad. Una pena que
algunos conciudadanos se empecinen en aportar casos a tan insostenible
hipótesis. Como sea, en unos días el Gerente de La Rosada SA tratará de dibujar en su rostro una mueca
de preocupación y anunciará un paquete tardío de medidas en las que ninguno
de los miembros del Gran Equipo cree. Como concluyeron muchos analistas en esta
semana, un parche para llegar a octubre
con cierta calma. Pura demagogia para un votante que consideran ‘tonto’.
Además, confían en que los piropos propinados por Madame Lagarde
surtan efecto en la campaña. “Están mal
pero van bien”, debería recitar la titular del FMI, si quiere que algún incauto acepte cuatro años más de
esto. Y encima advierte a la oposición que no “hagan tonterías” en caso de llegar al gobierno. ¿Hace falta alguna otra señal para terminar
con esta infamia de una buena vez? ¿Cómo es posible que algunos piensen
renovar un pacto con Macri, que es un
incumplidor serial de pactos? El más trascendente que firmó en su vida –el
de ser presidente- lo rompió a poco de
asumir, devaluando después de prometer no hacerlo, desmantelando una ley a fuerza de prepotencia y nombrando a dos
Supremos por decreto. Enumerar los ítems que pueden considerarse ruptura
convencería hasta al propio Macri de que debería
estar fuera de juego. Ya no es momento de parches ni de pedir que tuerzan
el rumbo. Hay que exigir que se vayan ya
o aguantar hasta diciembre.
Algo
huele mal en Macrilandia
La trama del falso abogado
Marcelo D’Alessio deja al descubierto una
red de extorsión que es mucho más que un kiosco. A medida que se suman
nuevos actores, se va convirtiendo en un hipermercado, cuyos principales
productos sirvieron para aceitar el
inescrupuloso camino de Macri a la presidencia. Las causas contra CFK y sus
principales funcionarios se están cayendo a pedazos porque fueron armadas a partir de denuncias infundadas y pericias falaces.
Como cada vez queda más en claro que la ex presidenta no “es una chorra”, buscan la manera de emporcar su figura a través de la enfermedad de su hija, Florencia.
La inhumanidad al palo y los fieles seguidores de esta mafia con forma de gobierno, no sólo aplauden los agravios
mediáticos sino que hasta son capaces de votar por un narcotraficante procesado como intendente de Paraná.
Doble moral: defienden las dos
vidas pero ni se preocupan por el hambre
creciente; aplauden el fusilamiento de delincuentes pobres pero ni se mosquean con los ladrones ricos que
pululan por Balcarce 50; babearon de rabia por bóvedas inhallables pero ni parpadean con las cuentas off shore
del buen Mauricio y todos sus
funcionarios; todavía rezan “se robó un
PBI” pero se muerden la lengua cuando llegan las abultadas facturas de los servicios públicos; lagrimean
conmovidos al entonar el Himno Nacional en defensa de un fiscal impresentable
pero siguen avalando la entrega de
nuestros recursos en todo el territorio, incluidas Las Islas Malvinas.
Los que pedían cárcel para la ‘yegua’ después de haber visto un
programejo dominguero, bloquean todos sus sentidos cuando se habla de la estafa que la familia presidencial
realizó con el Correo Argentino. El acuerdo perjudicial para el Estado que estaba
pergeñando Macri desde todos los lados
del mostrador es la evidencia de que su carrera para la presidencia no tenía como objetivo mejorar la vida de
los argentinos: blanquear chanchullos propios y de allegados, legalizar el
lavado y enajenar el patrimonio público, entre otras cosas, figuran en la lista de prioridades.
Mientras los Macri mantenían una deuda con el Estado durante 17 años, desviaban
fondos del Correo –sin actividad desde 2003- hacia muchos de los que hoy son funcionarios del Cambio. Cualquiera que
tenga una operación tan turbia en su currículum debería vestir traje a rayas y no banda presidencial.
Después de todo esto y mucho más,
¿cómo es posible que tanto él como muchos de sus funcionarios se planten ante
un micrófono para predicar sobre
honestidad y transparencia? ¿Cómo pueden hablar del respeto por las
instituciones si presionan y compran
jueces y fiscales para barrer con los opositores? ¿Cómo pueden pregonar
sobre la independencia judicial si ante un fallo insatisfactorio aprietan a los magistrados y amenazan con
un jury? ¿Cómo pueden enorgullecerse de la libertad de expresión cuando
desde 2015 más de 3000 periodistas han
perdido su empleo, se han cerrado más medios que nunca y mantienen presos a
empresarios de radio y TV por deudas
impositivas que algún juez injusto les ha impedido saldar? ¿Cómo se pueden
erigir como guardianes de la República si
no saben qué inventar para hacer trampas en las próximas elecciones?
¿Cómo puede mantenerse en el
poder esta patota de forajidos? ¿Sólo el blindaje de los medios cómplices puede
explicar tanta distorsión de las cosas? ¿O
el concepto de Durán Barba sobre el “votante tonto” es más plausible de lo que
parece? ¿Cómo puede un ciudadano acostumbrarse
a tanto deterioro, desprecio y burla? ¿O será que una porción importante de
los argentinos adhiere a la lógica del patrón y acepta que los que se creen dueños hagan lo que quieran con la casa de todos?
Lo más grave sería que, en lugar de buscar las respuestas, nos acostumbremos a formular estas preguntas.
Bueno, si se fija bien, el pontífice ecuatoriano no hay tanto énfasis en el votante "tonto", no, él habla de SIMIOS y no sé usted, pero a mí la maestra me enseñó que los gorilas son simios y de ésos estamos llenos, y sabemos perfectamente que lo único que les importa es odiar al objeto de sus neurosis, los morochos que no quieren morirse como barrenderos, que quieren universidad, empleo seguro y bien pago, vacaciones y obviamente lujos inmerecidos como tarifas pagables y electrodomésticos que puedan usarse, imagínese, negros del trópico con aire acondicionado..... intolerable.
ResponderBorrarEntonces, no es que se "acostumbraron" a la porquería, la prefieren así, que todo sirva para joder a "ésos" y que hasta el chamuyo más infame sea palabra santa y excusa mágica para el "fin superior"...
Uno, que no es tan crédulo, sabe que si hay un paquete de tontos y simios que habilitan lo que sea, éso dará pie a que un paquete de vivos aproveche la situación y haga sus negocios, total, si los tontos no se avivan porque no quieren avivarse, papita pa'l loro!!.
Párrafo aparte merecerían los comedidos que desde el exterior "apoyan" la porquería.... pero de nuevo, si los tontos y simios no tienen drama en que les quiten lo que tienen (conseguido con la ayuda de los feos, sucios y malos) porque así joden a la negrada.... ¿qué nos queda?, fíjese, que mientras se apela a la decencia, el amarillo que ganó en Paraná es narco.... sería gracioso si no fuera repugnante, no?.
gracias estimado Gustavo, comparto! abrazos
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