jueves, 11 de abril de 2019

Una burla hecha gobierno


La foto trucada de la diputada Carrió acostada bajo la góndola de un supermercado es una muestra del poco respeto que tiene por las imposibilidades de la mayoría y confirma que no merece el honor del cargo. Como ninguno de los que desfilan a toda hora recitando excusas, errando pronósticos, falseando expectativas y repartiendo culpas en vez de asumirlas. Todos, tanto los votados como los a dedo. El chiste de Carrió quedaría como una más de sus tonterías si no se diera en un contexto en el que todos se burlan de los males que nos han provocado: desde la presidenta de facto Christine Lagarde hasta el más intrascendente funcionario; desde los periodistas que siguen con la apología hasta los que se dan vuelta como un calcetín; desde los que ya ni se acuerdan de cómo convocar a un paro hasta los empresarios arrepentidos que no se arrepienten de nada.
Este gobierno es una burla de las más dolorosas. Desde mucho antes del fatídico balotaje, todo fue una burla: cuando los oficialistas de hoy eran los opositores de ayer, se burlaron de los ciudadanos con la proliferación de falsas denuncias, las descalificaciones desencajadas, los procesamientos persecutorios y las proclamas republicanas. Los que en ese momento eran oposición a CFK, sobreactuaron un purismo beatífico para disfrazar su desprecio de clase; convirtieron inventos y chismes en procesos judiciales; con la complicidad de los medios y el histrionismo de muchos periodistas, hicieron de la mentira una convicción; las más inverosímiles fábulas poblaron las pantallas hegemónicas como crónicas verídicas. Con todo esto fomentaron el odio y la disolución. Hasta mostraron a la ex presidenta y al candidato a gobernador como despiadados asesinos. Todo fue una burla y lo sigue siendo ahora.
El empresidente Macri es el principal burlador porque prometió lo que no pensaba cumplir, porque se mostró como lo que nunca podría ser, porque bailó como uno más bajo una lluvia de globos y papel picado. Pero el más atroz de los burladores es Héctor Magneto, que se esconde en las sombras de su multimedios para inyectar su odio al resto de la sociedad. Los dos encarnan las angurrias de una minoría empachada y odiadora, resentida por despojos que jamás han padecido y orientada a acumular cada vez más.
Macri y su Gran Equipo se burlan de todos al decir que por este camino vamos hacia el país paradisíaco que siempre ha prometido la derecha neoliberal. Mientras algunos creen en semejante verso, la decadencia argentina se convierte en portada de muchos medios internacionales. Los medios locales –los hegemónicos y sus laderos- insisten en hablar del gobierno anterior y, en plena campaña electoral, demonizan, por las dudas, al gobierno por venir.
Desentrañando el engaño
La cadena británica BBC retrata lo que en esta tierra muchos medios callan: "Pobreza en Argentina: Por qué cada vez es más difícil sobrevivir en el país sudamericano". Nadie entiende que en un país con tantos recursos, la leche cueste más que la nafta; difícil explicar por qué los productos locales cotizan en dólares;  cuesta entender que en tres años hayamos caído tan bajo: el tercio de la población es pobre y tres millones corren riesgo de padecer hambre. ¿No es una burla que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, se muestre enojado como una doncella ofendida cuando es cuestionado por los diputados? Bueno, ya es bastante burla que alguien como él ocupe un cargo importante, como lo es también que un personaje como Jaime Durán Barba –superficial y despiadado- sea el estratega de este plan de despojo.
El FMI también se burla de todos nosotros, tanto que dan ganas de no devolver un centavo de lo que dicen habernos prestado. Después de casi un año de exigir al virrey Macri el cumplimiento de sus recetas, anticipa más caída de la actividad, una inflación entre las más altas del mundo y aumento del desempleo. Encima, afirma que por nuestra culpa se verá afectada la economía global. Y la burla mayor es que para solucionar los problemas provocados por sus recetas nada mejor que seguir aplicándolas.
La burla es una constante desde el fatídico momento en que Macri y la vice Michetti cantaron y bailaron en el balcón. Como un vaticinio fallido, la impresentable Gaby desentonó “no me arrepiento de este amor” y más de tres años después, el arrepentimiento se expande como una epidemia. Un arrepentimiento a medias que condena la opción tomada en el balotaje, pero no reivindica la desechada. La hipnosis colectiva lograda por los medios que apuntalaron la campaña de Macri con la denostación despiadada al kirchnerismo abre ahora la posibilidad de un nuevo candidato. Una posibilidad remota, porque Roberto Lavagna parece sacado de la galera para garantizar una continuidad del desquicio en caso de que El Ingeniero no consiga la reelección. Si alguien que no mide ni tiene base territorial consigue estar en carrera para la presidencia, estamos en el umbral de hacer de la burla un mandato constitucional. Si transformaron un suicidio de manual en un magnicidio sofisticado y consiguieron que una pandilla de filibusteros se vea como el mejor equipo de los últimos 50 años, pueden lograr cualquier cosa.
Pero ahora la burla empieza a verse como tal. El caso D’Alessio es la punta de un hilo que nos conduce por un laberinto hasta el feroz Minotauro. En el camino nos topamos con seres monstruosos capaces de crear las peores falacias para injuriar a los odiados. Y lo peor es el daño que provocaron en los crédulos inoculados con tanta infamia, esos que se apasionaron con La ruta del dinero K, que caceroleaban indignados porque el uno por ciento quería comprar dólares o las tarifas eran muy baratas, que maldecían a los choriplaneros y marcharon bajo la lluvia para ser Nisman por un día. ¿Qué sentirán ahora, cuando está a punto de desmontarse esta usina de patrañas? ¿Se abrazarán a nuevas mentiras o se enfurecerán, por fin, con los mentirosos?
Como si hubieran comprado un buzón y ahora no saben dónde esconderlo o cómo deshacerse de él. Humillante dejarse mentir de una manera tan burda. Pero más humillante es seguir sumergido en el agujero negro de burlas que emanan de esta banda de farsantes.

2 comentarios:

  1. Bueno,. si lo dice la BBC, ¿qué le vamos a discutir? y se lo dice uno que es medio fana, ¿vió que cualquier serie de la BBC (o ITV) es infinitamente mejor que cualquiera de todos esos bodrios de efectos especiales que vienen de la madre patria?, puede que le guste más o menos, pero no se va a sentir un público de 4 años.... no es raro que la BBC haga un análisis serio sobre Argentina (incluso siendo sesgado, que lo es), el problema es que por acá, esa seriedad sea impensable.... allá, un ex imperio, pueden darse el lujo de pensar autónoma ideológicammente, en esta pseudo colonia "angustiada y desideologizada por verdad única" NO, acá lo autónomo es mal visto y si por una Range Rover tengo que vender a mi vieja, la vendo y con descuento... o sea, hay que parecer inglés por cachivaches, algún modal, alguna pilcha y, claro, alguna banda pero nunca jamás razonar como puede razonar un inglés y ver las cosas más o menos como son...
    Y con la porquería desgobernante pasò y pasa algo parecido, así como "aspiro" a ser inglés (trucho como rubia química), también se aspira a ser clase alta, platudo y más garca que oli y por lo menos, rubio vikingo, alto y de ojos claros... aunque el cuero chocolate diga otra cosa... nadie es perfecto, vió? pero es una aspiración inocente, no?.
    Hay mucho sinónimo (y sentimiento) para definir a la porquería, burla, farsa, tragedia, en fin, en el idioma hay muchas y en la miseria acumulada por planificación, infinitas más.... para aspirar a algo mejor (en el final del experimento), la saga del agente 86 y el paulatino fracaso del "cono del silencio" va bien, marquitos a los gritos y ya sabemos quien "rompiendo techos"! se puede ser tímidamente optimistas, que se van y, ay! qué herencia que dejan..... ojalá alcance para terminar con tanta memoria de pajarito (bobo) y que nunca más vuelvan.

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