lunes, 22 de abril de 2019

Peligrosos manotazos


Después de anunciar la burla del Plan Alivio, el Tipo se fue de vacaciones, como si hubiera derramado Maná para los más necesitados. El Mercado –que no es una divinidad sino una banda de especuladores y saqueadores- se alivió tanto que subió el riesgo país. De tan aliviados, los bonos argentinos bajaron unos ocho puntos en Wall Street. Los aliviados de Forbes nos diagnosticaron un futuro de default y los analistas vernáculos anticipan un plan bonex para liquidar las Leliq y devolver depósitos. Mientras estas abstracciones pululan como fantasmas en los titulares, una jubilada se arrojó a las vías del subte porque la plata no le alcanza para medicamentos y comida. No le pasó nada, aunque para tomar esa decisión le tiene que haber pasado de todo. El mismo día, Macri nos propinó un alivio y se fue a jugar al golf.
Sin exagerar, el mayor alivio para los argentinos sería que estos farsantes abandonen los cargos que nunca deberían haber ocupado. El que piense en la posibilidad de volver a votarlos para que arreglen este entuerto tiene muchas neuronas que le patean en contra y un corazón irrecuperable. Quien se deje embaucar por nuevas promesas supera el nivel de ingenuidad aceptable para un humano. El que esté dispuesto a creer que quienes nos hundieron en una crisis con la malsana intención de someternos son capaces de sacarnos de ella, que preste un poco más de atención a todo lo que le rodea. Que apague un rato la tele, que no se enganche en la campaña anti vacunas que los comunicadores oficialistas están haciendo para militar los recortes en salud, que desconfíe de las esperanzas que venden los apologistas de este despojo. Que, por una vez en la vida, empiece a dudar de las cosas que cuentan desde esa ventana hegemónica. Que empiece a recelar por todas las cosas que hasta ahora no contaron.
La información es un derecho y los grandes medios lo vulneran desde hace rato. Pero además de un derecho, la información es una voluntad y también debería ser una obligación de ciudadano: algunos se enorgullecen de no saber nada de política, en lugar de avergonzarse y después van a depositar su incomprensión en las urnas, como quien se presenta a un cargo de programador informático sin saber siquiera cómo se enciende un ordenador. La indiferencia y la desinformación hicieron que un contrabandista, evasor y estafador se convierta en presidente. Depositar el pensamiento y la voluntad en una pantalla permite que lo siga siendo.
Un milagro ruinoso
Como si fuera algo aliviador, la diputada Elisa Carrió grabó un spot para apuntalar la campaña. Para no perder la costumbre, su destinatario es un absoluto manipulado, odiador incurable y zapallo confeso que cree que Cambiemos efectuó “un milagro”, el de “salir de un gobierno autoritario que iba a ser Venezuela”. Una “campaña del miedo” sin fundamentos. El principal milagro de estos tiempos es que alguien como Carrió haya obtenido el 50 por ciento de los votos porteños diciendo estas tonterías, conspirando con la Embajada Imperial para defender la Patria, armando operaciones con periodistas, fiscales y jueces para fomentar prejuicios, vomitando augurios como si fuera la portavoz divina. ¿Qué poderoso embrujo hace que la tomen en serio? Encima, los PRO la eligen como si fuera una virgen milagrera para bendecir la campaña.
Ahora, con tono calmo, asegura que “en octubre vamos a estar mejor; no del todo bien, porque cuando se robó por dos generaciones falta una generación para reconstruir la Nación”. ¿Qué es robar por dos generaciones? ¿Ya no cuentan en pizzas o ‘pebeíses’? También afirma que, gracias a ellos, nos salvamos de ser esclavos. Ellos, que devaluaron salarios, jubilaciones y asignaciones, que pretenden precarizar el trabajo, que nos saquean con las tarifas, nos salvaron de una ‘esclavitud’ en la que vivíamos mucho mejor. Hay que ser inepto para tomar esto en serio.
Algunos opinan que es inimputable porque está loca; si así fuera no podría ser diputada. Si ocupa una banca y no está loca, su rol de denunciadora serial debería llegar a su fin. Cada vez más embarrada en la trama de espionaje ilegal que investiga el juez Alejo Ramos Padilla, se abraza a Macri: una mano embarra a la otra y las dos embarran a todos. Mientras más tratan de salvarse, más se hunden. La madeja que se está desenredando en el Juzgado de Dolores empieza a explicar muchas cosas. El que cree en el milagro del Cambio, seguramente no está enterado de nada; cuando sepa que Carrió, en vez de ser la Salvadora de la República es una embustera que transforma en denuncia los chismes que le pasan desde las Agencias de Inteligencia, tanto la oficial como la para-estatal, una bomba de patrañas le estallará en la cara.
Si no le incomoda la explicación que dio la titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso, de por qué no impulsa las causas que involucran al oficialismo, es un fanático peligroso. Si no le afecta que el fiscal Carlos Stornelli no se presente a declarar ante el requerimiento de Ramos Padilla, que después no se queje de lo injusta que es la Justicia. ¿Qué garantías da un fiscal que ofrece la libertad a cambio de mentiras? Gerardo Ferreyra, el dueño de Electroingeniería, relató ante la Cámara de Casación el diálogo que mantuvo con Stornelli antes de ir a la cárcel. “Mire, Ferreyra, si usted se arrepiente de haber colaborado con esos mugrientos se va a su casa”, narró el empresario al que presionan con prisión para comprar a precio vil su empresa. “El matrimonio –aclara el fiscal- los mugrientos que estuvieron en la Rosada”. Que un funcionario judicial se refiera así a dos ex presidentes debería dejarlo fuera de cualquier cargo público.
Aunque se resista, tarde o temprano deberá responder a las sospechas de asociación ilícita y extorsión. No sólo él, sino todos los que usaron los organismos del Estado para estigmatizar y perseguir, para convertir en realidad las fábulas más absurdas, los que hicieron un mártir de un suicidado, los que tildaron de ‘morsa’ a un candidato a gobernador, los que estigmatizaron a un gobierno que intentó distribuir mejor. Los que no cesan de ensanchar la grieta, como Eduardo Feimann, que no sabe por dónde destilar veneno o los que pensaron que con la difusión de las canciones de Santiago Maldonado muchos iban a dejar de pedir justicia por él.
Ahora van a tratar de engatusar una vez más al electorado con un pacto de caballeros entre los que devaluaron, incrementaron las tarifas con porcentajes de pesadilla y endeudaron al país por décadas y los que nos estafaron con el libertinaje de los precios. El milagro no sólo es que aún se mantengan en el poder después de tanto desastre, sino que ganen otra vez las elecciones. Más que milagro, una verdadera tragedia.

1 comentario:

  1. y así todo estimado Gustavo tiene intención de voto eso es lo mas me duele y me indigna, a esta altura de las circunstancias ni un 0% deberían de sacar estos desgraciados-abrazos y compartido

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