Nadie empieza una guerra agitando la bandera blanca. Las expectativas generadas por los anuncios del Presidente atravesaron toda la semana y por eso muchos esperaban algo más de lo que fue. Seguro que, mientras Alberto hablaba, los formadores de precio remarcaban en sus madrigueras. Tanto es así que los productos que integran la canasta básica de alimentos aumentaron un 2,5 por ciento en promedio los últimos siete días. Ellos dispararon primero y el Primer Mandatario respondió con un armisticio. Nadie espera de él discursos exaltados ni extensos, pero 18 minutos y sin Cadena Nacional es demasiado poco. "Nuestra batalla hoy es contra los especuladores –aclaró- Contra los codiciosos. Contra quienes buscan aún en situaciones tan complejas sacar una renta extraordinaria”. Pero las medidas anunciadas no son suficientes para semejante enemigo.
Una Cadena en la que difunda las monstruosas ganancias que han tenido
las principales empresas durante el año pasado –sin incrementos de la
producción ni el consumo de manera notoria- bastaría para desnudarlos. Más aún
si se los señala como evasores que sub-facturan exportaciones y sobre-facturan
importaciones para acumular cada vez más. ¿Con ellos piensa hacer un
acuerdo? ¿Basta con un fondo que contenga el precio de la harina y el aceite?
¿Alcanza con el precio fijo de 50 productos en todo el país mientras
todo lo demás sube por un ascensor de máxima velocidad? ¿Los precios
empezaron a inflarse con la guerra o este saqueo comenzó mucho antes? En
febrero, los alimentos y bebidas escalaron un 7,5 por ciento, el índice más elevado
desde enero de 2017. Y sólo se preocupa por la harina y el aceite. ¿Qué
pasa con los artículos de limpieza, los medicamentos, la indumentaria y todo lo
demás? ¿Dejará que continúe la estafa?
“No permaneceré pasivo” advirtió el
Presidente, casi una confesión de que hasta ahora fue ésa su actitud,
como si recién ahora tomara la decisión de abandonar la pasividad para
defender nuestros bolsillos. Y si un juez presenta una medida cautelar
contra el leve aumento de las retenciones, ¿abandonará la pasividad? Además
de especuladores y codiciosos, los calificó como “agoreros”, pero Ellos no sólo anuncian catástrofes, sino también
las construyen. Y el incremento metódico de los precios es esa catástrofe.
La angurria está en el ADN de un 5 por ciento de la población que se cree dueño
y merecedor de todo. Una minoría privilegiada que está por encima de la ley
porque ejerce el primer poder del país.
Y lo más doloroso: el Presidente consideró “histórica” la aprobación del acuerdo con el FMI. Histórico hubiera
sido el desconocimiento de esa deuda fraudulenta e ilegítima. Histórico
sería que los que fugaron la monstruosa cifra la devuelvan sin chistar y los
que la pidieron estén en la cárcel. El camino al 2023 se oscurece cada vez
más. Las elecciones de medio término expresaron el desencanto, sobre todo de
los que lo votaron en las presidenciales. El acuerdo con el FMI produjo una
severa fisura con el kirchnerismo, que aportó la mayor cantidad de votos en
2019. Si Alberto aborda con sonrisas los problemas de los argentinos, preparémonos
para ver a La Rosada teñida de amarillo.
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