martes, 22 de marzo de 2022

La unidad no es ceder siempre

 

El resultado de las elecciones legislativas evidenció diferencias entre el kirchnerismo y el albertismo y desde entonces comenzó a palparse una posible derrota en las presidenciales del año próximo. Claro, a pesar del buen manejo de la pandemia y los positivos índices de crecimiento, los números fueron esquivos para el oficialismo. La presentación del acuerdo con el FMI en el Congreso provocó un cimbronazo mayor en el frente gobernante y algunos agoreros alientan una peligrosa ruptura. La imagen de culebrón con Cristina y Alberto sin dirigirse la palabra circula en boca de los analistas, algunos felices y otros preocupados. Ambos advierten que un divorcio facilitaría el regreso de halcones, palomas y buitres a La Rosada, con todo lo que eso significa. Para unos, el retorno de los amarillos sería la llegada al Paraíso neoliberal del que jamás hemos disfrutado; para otros esa foto sería el comienzo de una aterradora película.

En estos días, los intelectuales de ambas partes –K y A- expusieron sus diferencias a través de sendas cartas, lo que sugiere la necesidad de salvarlas para seguir adelante. María Seoane –periodista y ex directora de Radio Nacional- fue firmante de ambas cartas y no por un problema de personalidad múltiple sino porque considera que “la unidad no se negocia”. En un ultimátum vía twitter, Seoane manifestó: “nos sentamos a discutir a los besos o a los gritos, pero del Frente no se baja nadie. Enfrente hay una derecha vengativa que quiere terminar la faena de Macri. Es la muerte de la Argentina posible y popular. Sépanlo". Ese es el diagnóstico que parece común: la unidad aunque duela. Ya dolió en 2019 eso de codearse con personajes tan críticos de Cristina que terminaron auspiciando la asunción de Macri. Ante un momento tan crucial, la disolución del FDT preanuncia una nueva tragedia.

Ya lo decía Perón: “unidos o dominados”. El dilema es el “para qué” de esa unidad. Si no está claro el objetivo, la unidad termina siendo un pegote. Por eso aparece el gobernador Perotti –que ya había operado para frenar la expropiación de Vicentín y la estatización de la mal llamada Hidrovía- para dejar en claro su oposición a la suba de retenciones. Si bien el presidente aclaró en estos días que en el Frente no sobra nadie, ¿qué pito toca este representante de los agrogarcas? ¿Con alguien así se cuenta para combatir a los deformadores de precios? Si no se tienen en claro los objetivos de la unidad, las fracturas siempre serán expuestas.

En una entrevista con Roberto Navarro, el Presidente llamó a “convivir con las diferencias”, pero a veces las diferencias son infumables. "Me sentiría muy mal si, por nuestras diferencias, le abriéramos paso a la derecha", agregó, aunque algunos integrantes del Frente sean más amarillos que un PRO. "Yo escucho a todos –frase muy repetida y cumplida por Macri- pero el presidente soy yo y el que tiene que tomar las decisiones soy yo”. Claro que, a veces, las decisiones, los retrocesos, las confusiones, los anuncios que no llegan a nada amenazan la ruptura.

Como si fuera un valor, Alberto repite que, aunque comparta el ideario de la vicepresidenta, es un moderado. Una pena, porque la moderación ante los voraces es una señal de debilidad. Si no fuera moderado, ordenaría retrotraer los precios de TODO al 1 de febrero y no al 10 de marzo. Si no fuera moderado, investigaría en serio la cadena de valor de cada producto para concluir en su precio exacto, sin abusos en la rentabilidad de cada parte. Si no fuera moderado, extraería mucho más de los ricos para disminuir la monstruosa desigualdad. Quizá la unidad está en riesgo por exceso de moderación. Un gobierno con pretensiones de popular debe proteger a la mayoría de las angurrias de la minoría y eso no lo hace un moderado. El presidente, cada tanto, evoca muchos momentos vividos con Néstor Kirchner pero olvida citar una frase que lo haría abandonar su centrismo: “es fácil ser fuerte con los débiles y ser débil con los poderosos”. Así comprendería que para recuperar la dignidad perdida y conquistar lo que falta hay que invertir esa ecuación y si se enojan los poderosos, será la mejor señal de que la unidad está en su mejor momento.

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