En la lucha por lo simbólico está presente el dominio del discurso. El discurso dominante es aquél que se impone en mayor medida desde los medios de comunicación. Aunque las nuevas tecnologías permiten al consumidor armar su propia agenda informativa, los diarios, la radio y, principalmente, la televisión son los que guían y constituyen el imaginario social.
Y hoy como nunca, podemos advertir que lo material poco tiene que ver con lo simbólico construido por los medios de comunicación hegemónicos. Hay una ruptura entre lo que uno puede percibir en lo cotidiano con el imaginario mediático.
La manera en que ha comenzado a equilibrarse la circulación de información con la aparición de nuevos medios gráficos y algunos canales de noticias pone en evidencia una lucha en la hegemonía discursiva.
Tomemos como ejemplo la construcción de “juventud” que se hace desde los medios dominantes. En los noventa, los jóvenes aparecían como el ideal de belleza al que tenía que aspirar todo viejito paquete. No se mostraba como una etapa de la vida, sino como un anhelo. Era común que actrices o algún otro personaje mediático hiciera alarde de las cirugías que se había realizado en el rostro y el resto del cuerpo. El afán de juventud no sólo se realizaba en el quirófano, sino también se ostentaba en el estudio de televisión. Nada mejor que tener sesenta años y aparentar cuarenta y ese fenómeno de la apariencia de juventud se mostraba como valor.
También en esos tiempos se mostraba a la juventud superficialmente festiva. Desde los mensajes mediáticos los jóvenes estaban destinados sólo a la diversión superficial y fiestera, en la cancha o en el boliche. Cada tanto se los mostraba como víctimas y victimarios de su “propia violencia”. “Ser joven” era mostrado como ideal de belleza, de consumo y a la vez se lo alejaba de toda responsabilidad respecto del resto de la sociedad.
Hoy aparece otro imaginario de juventud. Desde todos los medios podemos ver que los jóvenes han tomado un protagonismo político importantísimo. Desde los medios hegemónicos aparecen demonizados en la agrupación La Cámpora. Desde otros medios se los muestra entusiasmados tomando las banderas de la construcción de un nuevo país. Y estos dos modelos simbólicos de los jóvenes aparecen en pugna, en lucha para ver cuál de ellos se impone en el imaginario social.
En definitiva, lo simbólico es la conceptualización de lo material y permite la reconstrucción y difusión de nuevos valores. La justicia, la equidad, la solidaridad, la inclusión, el trabajo aparecen como valores que se manifiestan en el plano de lo material. Y hoy más que nunca los dos poderes en pugna nos mantienen expectantes para ver cuál de los dos triunfa. Pero no desesperemos. No somos convidados de piedra. El momento histórico nos reclama. Todo depende del plexo de símbolos al que nos abracemos y del modelo de país que queramos construir.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario