Guille me decía el otro día que había expresiones que estaban mal aplicadas o tergiversadas. Y tiene razón. Parece que adrede se confunden las cosas y sin anestesia te meten gato por liebre. Ayer estuvo en Buenos Aires Gonzalo Marroquín, el presidente de la Sociedad Interamericana de prensa (SIP) entidad que agrupa a las empresas periodísticas más caudalosas e importantes de la región. Por si no quedó claro, no es una entidad sin fines de lucro que lucha contra las injusticias del sistema, sino todo lo contrario: una entidad con fines de lucro que defiende las injusticias del sistema.
Una pregunta interesante: ¿a qué vino la SIP? Oficialmente, a investigar la situación de la libertad de expresión ante las reiteradas denuncias de medios de comunicación nacionales que ven afectadas sus posibilidades de trabajar en pleno ejercicio de derecho. En realidad, vino a levantar polvareda. En un año electoral, qué mejor que agitar las aguas con la estupidez del gobierno autoritario que coarta la libertad de los periodistas.
En el informe que Marroquín difundió ayer en conferencia de prensa se puede apreciar claramente la intencionalidad de su visita. Es más, no necesitaba venir porque ese informe ya estaba armado de antemano. El presidente de la SIP manifestó su “profunda preocupación” por la libertad de prensa en Argentina pues hay “una estrategia gubernamental para el control de la información”. Tamaña pavada que ni ellos creen, pues si hubiera un control de la información, los noticieros de canal 13 y TN serían más serios y tendrían al menos un tibio contacto con la realidad. Tanto pregonan respecto de la defensa de la institucionalidad pero en la acción, se contradicen. Marroquín calificó a la Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual como nefasta y manifestó su esperanza de que los tribunales frenen semejante atrocidad jurídica. Sin embargo, esa ley será tomada como modelo en algunos países –Gran Bretaña, por ejemplo- para ordenar el sistema comunciacional británico. Llamar “nefasta” o “atroz” a una ley votada por mayoría en el Congreso es lo más lejano al respeto por las instituciones.
En definitiva, para no continuar con las ofensas de la entidad, Marroquín demostró haber llegado tarde. La premisa que trajo a Argentina corresponde a la de un país bajo un régimen totalitario donde la censura es moneda corriente, donde las presiones a los periodistas terminan en cárcel o muerte, donde los medios son cerrados o intervenidos. Nada de esto pasa en estos días. El dibujo que hacen de la realidad se basa en confusiones malintencionadas.
Juan Manuel Abal Medina, Secretario de Comunicación de la presidencia, entregó a Marroquín un informe muy interesante sobre quiénes son los que atentan contra la libertad de expresión. Que dos diarios sean propietarios de la única empresa que fabrica y distribuye el papel para los demás diarios, atenta contra la libertad de expresión, por los abusos cometidos en la dispar comercialización y diferencias en los precios. Que empresas de TV por cable como Multicanal y Cablevisión tengan más de un sesenta por ciento del mercado atenta contra la libertad de expresión. Que esas mismas empresas se nieguen a incluir en su grilla señales de información y entretenimiento gratuitas como CN23, Paka Paka, INCAA TV o Telesur también atenta contra la libertad de expresión. En definitiva, el documento expresa que quienes atentan contra el derecho a informar y ser informado es la empresa monopólica que la SIP viene a defender. En nuestro país, se da la particularidad de que es el propio gobierno quien debe denunciar limitaciones a la libertad de expresión por parte de un monopolio multimedial como es el grupo Clarín.
Gonzalo Marroquín se fue como vino. En realidad, su visita fue innecesaria. La nueva información que le presentaron periodistas y hasta el propio Gobierno Nacional fue desestimada por el presidente de la SIP. Sólo vino para hacer camarilla con los dueños de la prensa dominante y discutir cómo actuar frente a las elecciones de octubre. La libertad, para ellos, es sólo para las mega empresas que están bajo su órbita.
Y todo esto sin tener en cuenta el "PAPEL" que jugaron estos medios durante la dictadura militar y, peor, durante la guerra de malvinas.
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