La justicia es lenta. Idea reiterada, pero que se confirma
con los tiempos que se toman los jueces para dar un caso por cerrado. En estos
días, La Presidenta fue sobreseída en una causa iniciada en 2008 por
enriquecimiento ilícito. Cuatro años con una causa que no fue tal. Cuatro años de sospechas que comenzaron en
los tiempos de la rebelión de los estancieros. Tanto tiempo para resolver
que no había nada para investigar, siquiera. Cuando la política se judicializa, la justicia debería politizarse.
O tal vez ya lo hace y por eso demora tanto. Los debates por la expropiación de
CVS –ex Ciccone- se mezclaron con las denuncias mediáticas hacia el
vicepresidente. Muchos senadores y periodistas afirman que la expropiación
tiene como objetivo archivar la causa
Boudou, que todavía no existe. Meses
de denuncias no comprobadas, con un toque de absurdos, ya condenan al vice.
Mientras tanto, con un juicio oral por escuchas ilegales a la vista, el Jefe de
Gobierno porteño parece tener la amnistía. Amnistía que se extiende hacia
la totalidad de su incomprensible no-gestión. O mejor dicho: una gestión que apunta a no gestionar y
complicar los problemas existentes, en lugar de solucionarlos. O algo así.
Para el póster fue la cara que puso Ernesto Tenembaun cuando
Diego Santilli, Ministro de Ambiente y Espacio Público de la CABA, se explayó
sobre las bondades del gobierno porteño. Marcelo Zlotogwiazda había hecho algunas correcciones a
los inconsistentes argumentos esgrimidos por Santilli para no hacerse cargo de
la administración del subte, ante la mirada incómoda de su colega. Pero cuando
el funcionario PRO habló del óptimo
estado de las escuelas y hospitales públicos, Tenembaun no pudo disimular
el desconcierto. La sorpresa ante una
falacia tan evidente sólo inspiró un par de balbuceos y el llamado a un corte
precipitado. Tal vez esperaba un poco de autocrítica y algunas promesas, pero
no tanto cinismo.
La pregunta de Tenembaun apuntaba a una comparación entre modelo
K y el modelo PRO. El conductor enumeró algunos hitos del Gobierno Nacional,
como la AUH, el matrimonio igualitario, YPF y le preguntó qué podía exhibir
Mauricio Macri como logros. Entonces
Santilli comenzó con una guitarreada increíble. No incluyó, por ejemplo, los
malos tratos de la UCEP a los indigentes, la ocupación del Borda para su
demolición, las escuchas ilegales o la extraña concepción que tienen sobre la
vida en democracia. Claro, faltaban unas
horas para la inauguración del 0800 para denunciar la actividad política en las
escuelas, sino, todo hubiera sido más incómodo. Y más ridículo, si es posible.
Escuchar a Mauricio Macri cuando dice que CFK nos está
llevando hacia un estado chavista puede producir más risa que otra cosa. Salvo
en algunos que, lejos de haber superado los temores de la infancia, se toman
toda la sopa ante la amenaza palpable del hombre de la bolsa. Eso es adoctrinar: la difusión de una doctrina es la repetición de
consignas fáciles de comprender y recordar. Doctrina en su acepción más alejada de la sabiduría
y más cercana al dogma. Una doctrina que
no tiene como objetivo formar conciencia sino manipularla. El ingeniero usa
el adjetivo ‘chavista’ con la
intención de expresar con él todo lo horroroso que hay en el mundo. Como cuando
en la España de Franco se hablaba de los rojos
o de los ateos como los peores engendros de la Humanidad.
Cucos para los infantes y fantasmas para los adultos. Pero los cazafantasmas están siempre dispuestos para proteger a los
indefensos ciudadanos de las hordas K. Por eso el ministro de Educación
porteño, Esteban Bullrich –que en inglés sería ‘toro rico’ o ‘despropósito
ridículo’- habilitó un 0800 para denunciar las actividades políticas en las
escuelas, una verdadera obsesión para la
derecha más retrógrada. Como siempre, las grandes medidas se basan en
grandes titulares. La no-política se
nutre del no-periodismo y de ese licuado resulta la no-gestión. Lo más
absurdo de esta caza de brujas se
fundamenta en la persecución del supuesto “fascismo” de La Cámpora. El Ministro
fue muy claro: no busca prohibir la militancia política, sino “que se denuncie un delito: el uso de fondos
públicos para adoctrinar”.
En noviembre del año pasado, Apuntes discontinuos contó el accionar de Junior Achievement, una
ONG de origen norteamericano cuyos objetivos se centran en la difusión de los
principios neoliberales en las escuelas. Medio
millón de estudiantes reciben, en horario escolar, interesantes instructivos
para ser exitosos en el mercado financiero y en las altas esferas del
empresariado privado, además de estrategias para evadir y especular. Los
destinatarios son chicos entre cinco y veinte años que, con el desconocimiento
de los padres y con serias críticas de pedagogos y especialistas en políticas
públicas, reciben un recetario de cursos,
charlas y actividades que los orienta hacia el individualismo para la
construcción de un país desigual. Eso no tiene nada de malo para el equipo
PRO: la derecha no es ideología, sino sentido
común. El Estado ausente –y
cómplice- es libertad; el Estado regulador es fascista, chavista, el cuco.
El 0800 de Bullrich no está para denunciar la intromisión del Consenso de
Washington en la educación, sino la difusión de aquellas ideas que se
contrapongan.
Los que se pensaban
dueños de un discurso único indiscutible, invencible, advierten que el control
se va de sus manos.
Los PRO –y todos los que los secundan- están cercados por argumentos que los
desbordan. Y como no encuentran manera
de contra-argumentar, responden sólo como ellos saben, como monos con navaja. Por eso, algunos de los senadores de la oposición no sabían
qué decir durante el debate sobre la expropiación de la ex Ciccone Calcográfica.
Si bien la oscura relación de esta empresa con los diferentes
gobiernos hasta no hace mucho puede resultar sospechosa, lo importante es que, después de la aprobación en Diputados del
proyecto con media sanción del Senado, la impresión de billetes quedará en
manos del Estado Nacional. “La cantidad de deudas que tiene la
empresa con el Estado es enorme –expresó el
senador oficialista, Aníbal Fernández- La vocación del
Gobierno es recuperar algo que nunca debió haber dejado de estar a cargo del
Estado para evitar que en cualquier lugar del país se sigan haciendo negocios,
o curros, como quieran llamarlo, con lo que les pertenece a todos los argentinos”. La discusión del proyecto de nueve
artículos se mezcló con las denuncias periodísticas que pesan sobre el vicepresidente
Amado Boudou, como no podía ser de otra manera. El senador
Marcelo Fuentes denunció una “puesta en
escena” para atacar a ex ministro de Economía y reclamó “autonomía” a la oposición para que la
agenda política “no se la dicten desde un
multimedio”. Walter Barrionuevo, por su parte, explicó que “el Grupo Clarín lo eligió como blanco de
sus ataques” porque no
le perdonan “ser mentor intelectual y
ejecutor material de la recuperación por parte del Estado del sistema
previsional argentino”.
Y el Estado sigue avanzando, con la convicción de que es la única manera de
construir un país justo e inclusivo. A pesar de las protestas
mediáticas y los 0800, la política se
constituye como la única herramienta para alcanzar esos objetivos. De qué
otra manera podría explicarse los buenos resultados que arrojan los controles a
la compra de dólares. Según el informe de Evolución del Mercado de Cambios del
Banco Central, la salida neta de capitales del país por parte del sector
privado fue menos de la tercera parte que el mismo período del año pasado. Las restricciones cambiarias y los ajustes
al mercado de divisas frenan la sangría de la fuga de capitales. Eso es
chavismo, para el líder del PRO. Defender estos controles a la especulación y
la evasión es fascismo para Bullrich. La
inoperancia es gestión y complicar la vida de los ciudadanos es gobernar.
Eso sí, gobernar para el desastre porque, como decía la abuela, a río revuelto...
Muy bueno Gustavo... es curioso como para ellos ideología es lo de los otros... lo de ellos, como bien ponés, es sentido común.
ResponderBorrarClarisimo Gustavo como siempre! Un abrazo!
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