La
Corte en un cuello de botella
¿Habrá que abrir el paraguas
aunque no aparezca ni una nube? ¿Será necesario especular con el peor escenario
para que lo que venga no suene tan malo? El 28 de agosto es la fecha que otra
vez pondrá sobre las tablas a la estrella que ha protagonizado gran parte de
estos años: la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. No es exagerado decir que se ha convertido
en la ley democrática más pisoteada de nuestra historia reciente. Los
Supremos se están acostumbrando a ser los vetadores de la democracia y rechazan
normas no por su contradicción con el espíritu constitucional, sino porque no
les conviene. Tanto que se exige una justicia independiente, la
que tenemos ya muestra una adicción obscena a los intereses corporativos. Aunque
intenten disimularlo, aunque se muestren como los guardianes de la República,
los miembros de la Corte se están comportando como una oposición encubierta. Más que custodios de las instituciones,
actúan como una barrera de protección del statu quo. Con un aura divina que
no merecen, bloquean cualquier transformación que amenace lo que pretenden
conservar: privilegios y atribuciones
caprichosas que ya huelen a naftalina.
Cuando
se destituyó a los miembros de la Corte menemista, la esperanza de una justicia más comprometida con los intereses de la
mayoría parecía dibujarse en el horizonte. Los debates sobre los nuevos
miembros mostraban personajes dignos de ocupar tan importantes estrados. Al
principio, fueron funcionales a la construcción del país que soñamos durante
mucho tiempo. Después, no. Mientras
los temas abordados se relacionaron con la reparación del pasado, no hubo
problemas. Hasta parecían heroicos. Pero,
al momento de actuar para modificar la relación de fuerzas entre el poder
económico y el político, las cosas se volvieron complejas. Y resistieron
hasta el absurdo para preservar su arbitraria fortaleza. Todavía mantienen acordadas que los excluye de la igualdad ante la ley,
como la que los exime del pago del impuesto a las ganancias o la permanencia de
Carlos Fayt veinte años más de lo que
dispone la Constitución.
Los últimos fallos parecen dardos letales hacia la
legitimidad del poder político. El rechazo a la ley de modificación del Consejo
de la Magistratura resultó más inspirado
en cuestiones ideológicas que constitucionales. Tampoco aceptaron que las
declaraciones juradas del Poder Judicial sean controladas por la Oficina
Anticorrupción porque, arguyen, es “una
violación de la independencia de los poderes”. Aunque los Supremos no dudan
a la hora de intervenir en las decisiones de los demás poderes a través del frizado de las cautelares: durante diez años han protegido a La Nación
de pagar una deuda de 280 millones de pesos que tiene con la AFIP. Ahora desestimó
los planteos defensivos del Estado Nacional y dejó firme una cautelar que
impide la expropiación de los terrenos que ocupa la Sociedad Rural en Palermo, comprados a precio vil en los noventa y con
una deuda asumida por un banco público. Veamos: vetan leyes, se auto-regulan,
administran su presupuesto, conceden favores, se atribuyen privilegios, ocupan
los cargos durante el tiempo que se les antoje. ¿No estarán pensando fundar un nuevo país?
Con estos antecedentes, no
deben buscar otra cosa que la enemistad con el pueblo argentino. No es
necesario que sean simpáticos, sino que sean correctos. No deben ser
complacientes con el Gobierno, sino
estar comprometidos con la defensa del Estado. Nadie les exige que se
conviertan en demagogos, tan sólo que respeten la convivencia democrática. No
se les pide que inventen nada, sino que respeten
la Constitución que custodian. Lejos de solicitar que se sumen al
kirchnerismo, les suplicamos que se resten de las corporaciones, porque
así están propiciando una compleja crisis institucional.
Como nunca, los Supremos se han
convertido en el centro de la atención ciudadana. Por sus propias decisiones se han erigido como los protagonistas de
este drama. En las próximas semanas, el destino está en sus manos. El
miércoles 28 de agosto todas las miradas estarán puestas en esa sorpresiva
audiencia que convocaron para que las partes puedan exponer sus posiciones
respecto a la LSCA. ¿Había necesidad de seguir dilatando una resolución tan
crucial? ¿Hace falta escuchar nuevamente
los argumentos a favor de una democratización de la palabra? ¿Es necesario
seguir agregando suspenso a esta película casi horrorosa? ¿O no advierten que el poder mediático está desenfrenado?
Este es el argumento
fundamental que debe guiar la resolución de los Miembros de la Corte: ningún sistema democrático puede subsistir
con una cadena de medios que no sólo se opone al Gobierno Nacional, sino que
difunde mentiras atroces con tal de favorecer su caída. El Autor de Estos
Apuntes se sometió a una dura experiencia que casi desbarranca su cordura: se
expuso a quince minutos de Telenoche. Después de escuchar noticias y
comentarios orquestados para culpar a Cristina, Moreno y La Cámpora de todo lo
que ocurre en esta dimensión y en todas las existentes, daban ganas de salir a la calle con un arsenal de cacerolas. Tan
obscena era la intencionalidad de sus fábulas que casi resultaban absurdas. El
gesto estreñido de los conductores parecía más adecuado para una publicidad de
laxantes que para un noticiero. Y esto
no sería nada si no existiera la tan siniestra réplica de los medios del Grupo
y los serviles satélites. A la opereta de Seychelles se sumó el sainete de
Lan y ya están preparando la próxima andanada
de prejuicios disfrazados de información. La función se completa con la
troupe de políticos y saltimbanquis que ejecutan las más disparatadas piruetas para adaptarse a tan desconcertante
agenda.
Pueden
fallar en contra de la plena aplicación de la ley: es la más nefasta de las posibilidades. Este sería el panorama más
funesto. El oficialismo estaría en una situación de debilidad peor que la de
2008. Si dan los tiempos, puede apurar un juicio político exprés con la mayoría
que conservarán hasta diciembre. O
conseguir números más favorables en octubre, lo que aportaría más oxígeno.
El kirchnerismo ha demostrado en estos diez años responder muy bien a los
desafíos en momentos adversos. En
realidad, ha demostrado muchas cosas durante todo este tiempo. Reconstruir
un país en ruinas para garantizar un futuro ha sido una de ellas, con todo lo
que esto significa. Una prueba más se avizora en el camino. Prueba innecesaria, de la que habrá que
salir victorioso. O estamos fritos.
A la Corte se la podría frenar solo con la rotunda simpatía de amplias mayorias que no han visto en la reforma judicial una causa suya ,apenas algo ajeno que no les compete.
ResponderBorrarPor supuesto que estoy de acuerdo con terminar con ese coto cerrado mafioso y corporativo,pero hoy por hoy LTA nosotros
Gustavo: La corte esta en un cuello de botellas...y nosotros, los ciudadanos, también sino damos el ejemplo de ejercer nuestros derechos.
ResponderBorrarMi respuesta a este excelente escrito tuyo, en el cual no soportaste 15 minutos de prensa difamadora, se relaciona a mi publicación de hoy.Siento como deuda pendiente de mi presidenta, defenderse y al hacerlo, defendernos de la apología del odio y ...de la indiferencia constitucional, que es lo peor que nos podría pasar.
Te invito a su lectura:"DAR EL EJEMPLO EN EJERCER EL DERECHO A DEFENDERSE , NO CONDICIONA LA LIBERTAD DE PRENSA"
http://opiniondeandrea.blogspot.com.ar/2013/08/dar-el-ejemplo-en-ejercer-el-derecho.html
Un abrazo
Andrea