Un poco estremecedor pensar que
tanto la tragedia de Once como la de Castelar fueron más voluntarias que
accidentales. Espeluznante que un motorman choque a propósito una formación repleta
de pasajeros, que todo funcione bien menos la persona que maneja, que por
mezquindad política algunos personajes siniestros planifiquen algo así. Que provoquen tanto dolor sólo para
oponerse a un gobierno y que lleguen a ese extremo porque no encuentran
argumentos. Hay que apurar los juicios correspondientes y llegar a los
responsables porque un país no puede crecer con tanta oscuridad. Responsables y
cómplices, que tratan de desviar el camino a la verdad, que confunden al
ciudadano con las historietas de siempre. El primer choque, el de Once, se
encuadró en la lógica de un Estado que abandona los servicios a la voracidad
empresarial. Después de algo más de un año, el de Castelar parecía decir que, a
pesar de los esfuerzos de gestión, nada podía corregir la ineficacia
ferroviaria. Sin embargo, con las
últimas pericias, la palabra sabotaje sugiere
una lectura diferente, siniestra de ambos hechos.
Tan siniestro como Ceferino
Reato haciendo cuentas sobre los desaparecidos desde las columnas de La Nación.
Cínico, parte desde el dolor provocado
por la última dictadura y termina hablando de plata. Porque eso es lo único
que les importa a todos los que disparan estiércol desde los medios dominantes.
Sólo quieren recuperar lo que antes manejaron a su antojo, no digamos desde el
nacimiento de nuestro país, sino apenas un poquito después. Por plata desataron guerras, mataron
inocentes, se aliaron con el imperio, dividieron en serio al país. Por
plata pergeñaron asonadas, motines, asesinatos y golpes. Por plata mienten,
engañan, conspiran, confunden. Siempre lo han hecho y lo quieren seguir
haciendo. Un buen freno sería
conveniente si queremos un país que, de verdad, sea para todos. Y no sólo
un freno simbólico.
La ley de SCA es uno que
todavía no pudo ver la luz plenamente. La protección judicial que desde hace
casi cuatro años reciben ha logrado pisotear severamente la democracia. La sociedad merece una profunda autocrítica
por parte de los jueces que han sido cómplices de semejante sabotaje
institucional. Y no sólo con esto: la demora de los juicios por la
apropiación de Papel Prensa con delitos de Lesa Humanidad también da rienda
suelta a los propietarios de los medios más conspiradores. Pero no son los
únicos exponentes del Poder Fáctico involucrados en crímenes atroces. Con una
lentitud enloquecedora, avanzan las causas contra los empresarios que
convirtieron listas negras en secuestros, torturas, asesinatos y
desapariciones. Y Ceferino Reato quiere contar cuerpos y dinero en una laguna
de sangre. No se puede ser tan servil.
Un poco de pudor vendría bien, cuanto mucho.
Pero no lo tienen porque la
ambición los desborda. Los números apenas favorables de las PASO aumentaron su
perversidad y ya no tienen límites en los blancos que eligen. Todos los días
demuestran su vileza. La ética no existe
en su ideario: para reconquistar el escaso terreno perdido todo es válido.
No sólo explotar la muerte para sembrar de miedo el escenario, sino también
provocarla. Si son capaces de contratar
a un kamikaze ferroviario también pueden armar bandas delictivas. Como ya
no tienen fuerzas armadas a su servicio, necesitan inventarlas. Porque del caos
sacan las ganancias. Con la ruina reproducen su fortuna. Con la miseria de la
mayoría colman sus arcas. No es tan
difícil de comprender.
Si para ellos todo está tan
mal, es porque algunas cosas marchan bien, dicho esto con forzada modestia. Todo
parece ser un desastre porque todavía tienen en sus manos la potencialidad de
manejar los ánimos sociales. Con todos sus recursos, ocultan lo beneficioso y
amplifican lo perjudicial. Se
vanaglorian de una independencia que más parece indecencia. Abandonando
todo principio, son capaces hasta de tergiversar la hora, si eso fuera
lucrativo. Por ahora, han logrado inclinar las voluntades a su favor. El
candidato impuesto desde la provincia de Buenos Aires está tan maquillado que
logra ocultar su verdadero rostro y confundir a desprevenidos pobladores. Tan maquillado que todas las alimañas que
se prenden de su cuerpo se presentan como inocentes y coloridas mariposas. Ansiosos
por restaurar un pasado ominoso, más que un diputado parece que están
ponderando a un monarca. Un candidato a diputado que ya actúa como si estuviese
gobernando a todo el país. Y de la peor
manera, vale aclarar.
Con todas sus tretas logran
confundir hasta a los candidatos del kirchnerismo, que incorporan en su agenda asuntos que les son esquivos. Aunque la
baja en la edad de imputabilidad pueda tener algunos resultados favorables, los
menores inciden muy poco en los índices del delito. Quizá, al hacerlos
enjuiciables dejarán de ser mano de obra de delincuentes organizados. Quizá, al
reconocerles el derecho a una defensa pueda encontrarse a los verdaderos
culpables. Y muchos otros ‘quizá’, pero la inseguridad no puede ser un tema de
campaña. Más que una consigna, la
seguridad debe ser una construcción. La inclusión en todas sus dimensiones
posibles debe ser el camino para que los descarriados queden en evidencia.
Pero no está todo dicho. Como
era de esperarse, el Gobierno Nacional
está decidido a superar los números de las PASO. No sólo necesita tener una
mayoría más cómoda en el Congreso para profundizar este proyecto de país, sino
también lo merece. La ruta del dinero K se puede apreciar en
las obras y emprendimientos que día a día se inauguran. Pero claro, si los
medios con hegemonía en decadencia pero
con inexplicable éxito para instalar candidatos se dedican a criticar las calzas de La Presidenta en vez de
difundir el anuncio en sí, todo se dificulta. Sobre todo lo que se relaciona con la información que necesita un
ciudadano para poder elegir. Parece mentira, pero las vetustas hipótesis
sobre la manipulación mediática se verifican con la respuesta de gran parte del
público a las operaciones que día a día presentan desde tapas, parlantes y
pantallas. Para muchos, los discursos de CFK son insoportables, aunque nunca
hayan escuchado uno completo: sólo los fragmentos malintencionados que se
amplifican desde las usinas de estiércol. Hay
que ser muy caído del catre para creer que todo está muy mal. Sin dudas, la
batalla cultural todavía está en curso. Si
en 2011 parecía ganada, por ahora hay un dudoso empate con amenaza de derrota.
Sería sano considerar todo lo que perderíamos si se transforma en realidad.
Muy buen articulo !!! Adrian de ciudadmelmac
ResponderBorrarGracias. Este texto -y todos- está inspirado en todo lo que recuperamos y podemos perder. Abrazo
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