lunes, 23 de septiembre de 2013

Objetivo: el cuerpo presidencial



Cuando pegan donde más duele es porque están desesperados. No hay ni va a haber tregua en los azotes. Lo que más quieren es desterrar al kirchnerismo. Cegados por la gula, arremeten a todo o nada, matar o morir. Ya no intentan ser veraces; ni siquiera coherentes. Hoy afirman lo que ayer negaban. Mañana importará lo que hoy es desechable. El miércoles será malo quien el domingo era buenísimo. Lo que dicen que sería beneficioso, antes era perjudicial. O viceversa. Todo así, enloquecedor, ciclotímico, caprichoso. El mundo de los medios hegemónicos: tan independientes que todos dicen lo mismo sobre lo mismo al unísono. Un coro de voces destempladas dirigido por una siniestra batuta. Ahora son los custodios de los datos genéticos, los encargados de contar y recontar desaparecidos, los facultados para custodiar una memoria que siempre han pisoteado. Apuntan a los cuerpos, sobre todo al de La Presidenta. Las balas de tinta se dirigen a ese cuerpo. El veneno que destilan anhela recorrer ese cuerpo. El deseo se convierte en odio, que podría ser amor si Cristina no fuera tan K.
Ellos apuntan al cuerpo porque es lo que La Presidenta pone a cada paso. Porque es con su cuerpo como defiende este proyecto. Hay otros, por supuesto, pero el de Ella es el blanco principal. Aunque disparen hacia otros, después de los rebotes, llegan a su cuerpo. Porque es mujer y, encima, K. Hay otras mujeres K, pero Ella las simboliza a todas. Por eso, Chiche Duhalde cuestiona la capacidad de las mujeres para ocupar cargos políticos. Por eso, una periodista dijo que le daba vergüenza de género. Si apuntan al cuerpo es porque contra las ideas no pueden. Por eso hablan del disfraz de viuda, de las carteras y de las calzas. Y si insisten con eso es porque en cierta forma les da resultado. Porque no es crítica fijarse en las calzas para ocultar el hecho. En esta mirada criticona se enganchan los criticones, los prejuiciosos que nunca entienden pero reaccionan en contra por las dudas.
En la segunda parte de la entrevista que CFK concedió a la TV Pública, algo de eso se puede advertir. Allí La Presidenta habló de su familia, sobre todo de Florencia. No es la primera vez que un personaje público aborda cuestiones personales ni será la última. Sin dudas, es una forma de mostrar que es de carne y hueso, como todos. Sin embargo, hay diferencias.  Una cosa es contar una anécdota de catálogo, superficial y sin anclaje político y otra, todo lo contrario. Sin exagerar, las historias de Cristina tienen cuerpo, historia, emoción. Las de Mauricio, Sergio, Gabriela y muchos más son superficiales, burocráticas, estratégicas. Todo lo que hacen tiene como objetivo esconder la carnadura, como un camuflaje que disimula lo peor de sí. CFK, en cambio, no puede esquivar la política, porque de cada uno de sus poros exuda política, así hable de una receta de cocina.
Lejos de mostrarse asustada por los números de las PASO, estaba entusiasmada. Revertir los resultados de cara a octubre parece más un desafío que un obstáculo insalvable. Y no será el único que se presente en este fatigoso tránsito hacia el país soñado. Un poco resignada, aunque no menos enojada, La Presidenta se refirió a las barbaridades verbales dirigidas a ella, no sólo ahora, sino cuando estaba embarazada de Florencia. Lo más insultante que se le puede decir a una mujer; lo más humillante que se puede pensar de un varón. La denuncia como única forma de oponerse al que no se puede combatir con ideas. Cristina dio aviso de recibo de insultos como yegua o puta. Lo más bajo. Pero hay otros insultos que no parecen tales y que tal vez porten mayor gravedad.
Uno de ellos es ‘soberbia’. Con esa palabra se está diciendo mucho más de lo que parece. A los presidentes que tuvimos desde el retorno a la democracia se les ha dicho de todo, menos que eran soberbios. ¿Cuál es el problema que se le diga eso a CFK? De más está decir que eso tiene relación con su condición de mujer. Aunque parezca una crítica, es un insulto más. Ellos dicen que Cristina es soberbia porque no obedece no sólo como mujer, sino sobre todo como presidenta. Una mujer –para el ideario machista del Poder Fáctico- debe ser sumisa, recatada, discreta; obediente, callada, suave. Lo sentimos mucho, pero Cristina no es nada de eso. Cuando Ellos la acusan de soberbia están destacando sus principales valores. La fuerza está en su palabra corpórea, en su enfrentamiento permanente con los enemigos de las mayorías, en los principios que siempre están a la vista.
Principios que se transforman en acción. Porque si estamos como estamos es porque ha habido una voluntad transformadora, comprometida con las necesidades más elementales de la mayoría. Un círculo virtuoso, no rojo ni de ningún otro color. Un circuito que involucra la recuperación de la industria para garantizar trabajo y así reforzar el mercado interno a través del consumo. Simplificado, suena sencillo, pero en el medio está lo más controvertido: la sumisión de la economía a las necesidades del país. Lo que se conoce como intervención del Estado. Pero, el Estado siempre interviene. El conflicto surge cuando se piensa de qué manera actúa y en beneficio de quién. En los noventa, el Estado terciaba como cómplice de los sectores económicos más poderosos, en detrimento de la mayoría. Ahora, las cosas son un poco diferentes. No estamos atravesando una revolución socialista ni pedimos la cabeza de los cerdos capitalistas. Simplemente, que compartan lo que producimos entre todos. Nadie logra nada en soledad. Por más genio que se ostente, los triunfos son compartidos.
Como no pueden reconocer todo esto, como tratan de negar lo ocurrido en estos diez años de gobierno K, como no pueden contraponer una mejor manera de lograr un país para todos, apuntan al cuerpo. Al cuerpo de Ella, desde todos los flancos posibles. Y aunque suene dramático, muchos la están dejando sola. Muchos confabulan para dejarla expuesta. Otros se dejan llevar por los dicterios mediáticos de los carroñeros. Por más fuerte que sea, en soledad su cuerpo es tan frágil como el de cualquiera. Porque es un cuerpo que se nutre de un colectivo y sin eso muestra su más humana vulnerabilidad, por más Cristina que sea.

1 comentario:

  1. ¿Qué pasaría si el 27 de octubre se obtiene un triunfo que supere el quorum?
    ¿Se hablaría de modificar la constitución? Bueno Duhalde, por las dudas, ya comenzó a hablar del tema... Dicen que él sabe mucho de pronósticos previos, de sondeos de opinión... Será por eso que Cristina ya está hablando de la próxima decada a ganar? ...

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