En los pocos
meses del cambio hemos perdido mucho. Y
en los que vienen podemos perder mucho más. Algunos han perdido su trabajo
gracias a la estigmatización del Estado
construida por los medios dominantes y la elitista
fuerza política que nos gobierna. Trabajadores que entregaban netbooks y
dictaban cursos de capacitación, controlaban abusos empresariales, difundían
información judicial, atendían situaciones de riesgo y demás servicios que el
Estado prestaba a los ciudadanos. Militantes, es la justificación amarilla
para borrarlos de un plumazo. Otros han perdido la posibilidad de nutrir la
mesa cotidiana gracias a la impronta
macrista de satisfacer a los que más tienen: exportadores, especuladores y
agrogarcas. Aerolíneas Argentinas también va perdiendo potencia por decisión
política para cumplir con la profecía de
la línea de bandera deficitaria. YPF también sufrirá recortes para
debilitarla lentamente hasta su extinción. Y así todo, como si el país fuese una triste margarita que ha decidido
deshojarse por su propia voluntad y sin la promesa de un ardiente amor.
Mientras el país del futuro se enturbia gracias la
malicia del presente, los guionistas de esta tragedia nos entretienen con
su mejor fábula y ponen en escena un personaje oscuro. Antonio Stiuso, un espía
que actúa más como un mafioso, vomitó
sus delirios ante la jueza Palmaghini y sin datos ni pruebas convirtió un
seguro suicidio en un deseado asesinato. Un homicidio de película que
desorientaría a Poirot, Columbo, Sherlock Holmes, Miss Marple y otros grandes
cerebros ficcionales del crimen. Para el ex agente, un grupo ligado al
kirchnerismo –pueden ser iraníes o militantes de quebracho, indistintamente-, invisible ante las cámaras y los guardias y
sin dejar rastros de su destructivo paso, asesinó con una pistola calibre
22 vieja y con balas vencidas a un fiscal dócil en el espacio cerrado de un
baño. Tan bien se dejó asesinar Nisman
que su cuerpo bloqueó la puerta para que no queden dudas de un simulacro de suicidio. Tan preciso
fue este comando homicida que dejó las puertas del departamento trabadas por dentro y con una llave puesta
en la cerradura.
Y con tan poco,
la jueza se declaró incompetente para que la funcional causa pase a la justicia
federal, donde los magistrados tienen
mejor manejo de los tiempos mediáticos. Tanto que hasta dejan larguísimas
pausas entre sus decisiones para que pueda entrar la publicidad. Aunque
Santiago Blanco Bermúdez, abogado de Stiuso, afirme que su cliente “no
tiene pruebas directas de que a Alberto Nisman lo hayan asesinado” sino sólo “interpretación de precedentes”, los jueces federales ya deben
estar disputando por el casting para tan importante papel. Uno solo de ellos se convertirá en la estrella de la megacausa que mantendrá a la audiencia
atada a su televisor para ver cómo La Presidenta escapa de esta telaraña.
Un público entretenido con una apasionante telenovela mientras la vida real se deteriora gracias al cambio que unos cuantos
confundidos decidieron elegir.
El Estado como enemigo de su pueblo
El nefasto
accionar de los medios hegemónicos nos metió en este enredo y tamaña irresponsabilidad terminará
estrangulándonos. Un detalle que no deberemos olvidar. Si Macri sorprendió
al mundo conquistando La Rosada no fue
por sus propios méritos que –como ya podemos comprobar- son inexistentes, sino por engaños y operaciones que
allanaron su camino. Tal vez el público cautivo ni se entere de muchas de
sus medidas o encuentren en esos medios
fantasiosos justificativos. Quizá ni se haya enterado de que el Grupo de
Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU hizo lugar a la denuncia contra el Estado Argentino por el
encarcelamiento ilegal de Milagro Sala. Nuestro país se ha convertido en
paradigma mundial sobre el tratamiento judicial de delitos de Lesa Humanidad y
ahora pasamos semejante papelón por los
prejuicios de un gobernador que cree ser patrón de estancia. Y por un
neopatricio despectivo que ve plasmada
su venganza hacia el ‘populismo’
que intenta destruir.
Tampoco se
enterará de la advertencia del diario británico Financial Times sobre los peligros del acuerdo con los buitres.
Esos 15 mil millones de dólares que se regalarán con liviandad a los peores especuladores del planeta será la mayor emisión de deuda para una
economía emergente que se haya realizado en el mundo desde 1996. Como si esa ofrenda en el altar de Wall Street solucionara todos nuestros
problemas. Como si satisfacer las demandas extorsivas del juez Thomas
Griesa nos acercara más al paraíso. Como
si el Gran Equipo estuviera defendiendo en serio los intereses del país.
Aunque los
medios digan lo contrario, rendirse ante el tribunal del juez neoyorkino es una de las peores humillaciones a las que
nos podemos someter. Además de que el juez condiciona a nuestro parlamento
y compromete nuestras finanzas, pone en
riesgo el canje de deuda que aceptó el 93 por ciento de los bonistas. Y
esto es lo más grave: un grupo de acreedores argentinos ya manifestó su disconformidad sobre el
acuerdo con los buitres porque el gobierno los “discrimina, ofreciendo más a los fondos más agresivos y a los bonos
italianos. Eso nos parece inaceptable”.
Si pagamos a los buitres, estaríamos traicionando a los que once años atrás
confiaron en nuestro país y aceptaron la reestructuración y si eliminamos la
Ley Cerrojo nada nos protegería de las
demandas por un trato similar, un pari passu propiamente dicho. Este puede
ser un riesgo a correr si el gran paso
sirviera para atraer las inversiones prometidas, pero la recesión global convierte a los grandes capitales en reticentes
para los riesgos en países en desarrollo, más aún cuando en los países del
Norte las divisas son cruciales.
Encima, la calificadora Moody’s
considera que “el acuerdo con los holdouts
–‘buitres’, en criollo- es un paso importante pero insuficiente para resolver los problemas legales que
enfrenta el país”. ¿Qué más tendremos que hacer para que nos sonrían con
amabilidad o, al menos, para que nos
dejen en paz? Si estamos en este conflicto no es culpa nuestra, sino de los
organismos internacionales que permiten la
usura para enriquecer a unos pocos. ¿Acaso tendremos que pasar doce pruebas, como si fuésemos 40
millones de Hércules examinados por caprichosos dioses?
No hay mucho que discutir en
este asunto. Una cosa es endeudarnos para invertir en desarrollo y otra someternos a la interminable espiral
especulativa de un puñado de avaros. Si quieren cobrar, que acepten el
canje ofrecido al 93 por ciento y avalado por la Ley Cerrojo y la de Pago
Soberano. Si no, a esperar que se jubile Griesa y comenzar de
nuevo la lucha. Pero no debemos caer en esta trampa. Y menos para que nos
vacíen el país como ya están haciendo
con la fuga de divisas, que ya supera los 2000 millones de dólares en pocas
semanas, uno de los grandes records amarillos, junto al número de despedidos en diferentes áreas del Estado. No
dejemos que nos confundan los que nos han endosado al Ingeniero. Un Estado
pequeño no puede atender las necesidades
de sus integrantes y eso no sirve a ningún país. Pero un Estado que actúa
como cómplice de estos succionadores seriales se transforma en enemigo de su propio pueblo. Y éste no es el mejor
escenario para construir futuro.
Agrego un dato más en cuanto a las perdidas en materia educativa:se terminaron las tutorias académicas en las escuelas medias. Hasta el año pasado la nación enviaba fondos para que los alumnos puedan disponer de clases de apoyo sin tener que pagar por un docente particular. Por su parte, el cierre del Conectar igualdad representa una enorme perdida para los alumnos de escasos recursos ya que este les permitia acceder a textos y recursos didácticos sin la necesidad de gastar en fotocopias o recurrir al mercado editorial, tan costoso hoy en dia.
ResponderBorrarSí, para el lunes voy a profundizar en este aspecto porque hubo algunas marchas y contramarchas. La hipocresía no tiene límites: la educación de calidad, para ellos, es la privada. La pública sólo sirve para contener y domesticar a los que menos tienen.
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