Esta semana quedó en evidencia
que el Cambio es puro chamuyo.
Ninguno de los integrantes del Gran Equipo es
capaz de salir airoso ante una re pregunta que rasque la cáscara
marketinera que los protege. La doctrina que llevan adelante los amarillos ya
es indisimulable y es por eso que deben
apelar al teladebismo o al noseísmo para zafar del mal paso. Tomar
decisiones para ceder recaudación a los sectores más favorecidos no necesita, para Ellos, justificación
alguna. En cambio, si la demanda proviene de los sectores medios y bajos, las excusas abundan. El climax de este
absurdo lo dio el empresidente Macri
cuando, ante los periodistas de Clarín, no
supo explicar cómo reactivar el
consumo. Una pregunta que no esperaba del medio que lo inventó como candidato y que lo sostiene –hasta ahí- como mandatario. Pero no es el único, porque
la transformación de Argentina que pergeñan no incluye a todos sus habitantes y si hay alguna mejora sólo será una consecuencia
no deseada.
El Mejor Equipo de los Últimos 50 Años demuestra ser el más inexperto de la historia. Los
que la tenían muy clara al momento de asumir, se manejan con una soberbia temblequeante al tratar de explicar
la caída de la industria, el brutal endeudamiento, la duplicación de la inflación y la triplicación del déficit fiscal.
Estos expertos han empeorado todos
los números a la vez que aseguran que van por el buen camino, mientras los economistas cercanos auguran
que estamos a un paso del colapso.
Que la vicepresidenta
desconozca aún el reglamento del Senado a un año de presidirlo es una muestra de su pereza o de su incapacidad para
memorizar algo más formal que el libreto escrito por sus guionistas. Que el
ministro de Educación afirme que es más un gerente de Recursos Humanos evidencia el cinismo con que llevan
adelante sus nocivos fines. Que el ministro de Economía sature sus
respuestas con una catarata de no sé sugiere
que está muy lejos de la experticia tan
cacareada. Que el ministro de Producción, Francisco Cabrera reconozca que “es un misterio saber cuándo arrancará la
economía a pesar de haber hecho todos
los deberes” aporta más miedo que calma. Y que explique que la
parálisis del mercado interno se relaciona “con
la actitud de mucha gente frente a la suba de precios” parece más una burla. Si la gente compra menos no es por una
actitud, una voluntad o una decisión, sino porque los bolsillos están secos a fuerza de tarifazos y abusos en los precios.
Tampoco porque los ciudadanos nos hemos stockeado ante el cambio de gobierno,
como explicó Macri en una de sus antológicas clases magistrales.
De
mitómanos y piratas
Encima, mienten hasta con el
pensamiento. Los primeros días de gobierno amarillo, la guadaña proyectó su
sombra en numerosas áreas del Estado. El objetivo era ahorrarnos plata
erradicando al personal sobrante. Una puesta en escena, por supuesto, porque reemplazaron la grasa militante con la crème
voluntarista, en número mayor
y con sueldos más altos. También, con cargos cuyos nombres insumen más de cuarenta
palabras. Estas parodias de burocracia
pueden encontrarse en el Boletín Oficial como pan de cada día. Si bien todos
los gobiernos han premiado con cargos a los que han contribuido desde las
bases, éstos –que siempre han denostado esa costumbre- lo hacen de manera descarada hasta con sus familiares más cercanos.
Pero es Macri quien da la nota
de esta siniestra melodía. No es el
director, que está en las sombras, sino el solista estrella, aunque no sepa
ejecutar ningún instrumento. Ni siquiera toca
de oído. La distorsión sonora es una
muestra de su inconsistencia intelectual. Y el poco contenido que
trasciende de sus balbuceos, una
panorámica de su moral. Su frase “hay
que decidir qué vamos a recortar” parece el tráiler de la película de terror que vamos a protagonizar en
2017. El agregado, sin dudas, es la
evidencia de su cinismo: “necesitamos
fortaleza interior y la única manera es estar equilibrados y corregir el tremendo desequilibrio del punto de
partida”. Una mezcla de mercachifle
y embaucador que tanta simpatía despierta en el núcleo duro de sus
votantes. El desequilibrio lo
profundizaron ellos con sus incomprensibles medidas iniciales: de un sube y baja con jugadores de pesos
disímiles pasamos a un tobogán con una
pendiente que se acrecienta.
Mientras Macri entretiene a su
público con frases de póster al estilo “todo
esto se basa en que creamos en nosotros mismos” o “un cambio que inspiró a muchos argentinos a volver a creer”, emerge lo peor de su sentir. Con la zanahoria de la modernización quiere
pisotear los derechos laborales y civiles y con su fingida sensibilidad intenta seguir engañando a una porción de
los ciudadanos. En esa charla con periodistas amigables, Macri no sólo
demostró desconocimiento, sino también
desinterés. No se pone plata en
el bolsillo de la gente emitiendo dinero o con la flexibilización laboral sino con un reparto más justo del ingreso.
Y eso es lo que va a incentivar el mercado interno y producir el crecimiento
del país, no el capital especulativo y
golondrina que se está tentando con las decisiones de manual apolillado.
Además de las inconsistencias y
las mentiras, siempre agrega una cuota de su hipocresía. En un intento de mostrar humanidad, el Gerente de La Rosada realizó
una pregunta retórica que nadie se atrevería a contestar: “¿quién no quiere que la gente gane bien?”. Caradura, si es él y sus verdaderos representados los
que se quejan del costo laboral: un salario digno es poner plata en el bolsillo de la gente y es eso es lo que quieren
vulnerar. Cínicos, si son sus propaladoras
de estiércol las que alimentan los prejuicios del buen vecino cuando hablan de planes, jubilaciones
regaladas, viviendas sociales, salud y educación públicas.
El Poder Económico al que
representa Macri y el Gran Equipo es el
que abusa de sus privilegios para saquear las riquezas del país y acumular
sin límites divisas que producimos entre
todos. Los paraísos fiscales son las
vidrieras donde se exhibe el botín del latrocinio que padecemos desde hace
décadas por este patriciado que se cree dueño de todo. Ellos son los que no quieren que la gente gane bien porque son angurrientos, insaciables,
despiadados. Una vez más, se van a empachar y cuando el país se sumerja en
una previsible crisis, nos van a pedir a
todos un esfuerzo para sacarlo a flote. Como tantas veces, en esta horrenda
película que, cada tanto, nos encanta protagonizar.
Bueno, pensar en el enorme equipo de incapaces amarillos como "monstruos" tiene sus riesgos, desde escandalizar a las tìas sensibles que suelen verlos asì, tan prolijitos, tan modositos (y asquerositos, pero èso es agregado mìo, mal sobrino que soy) que les cuesta hasta imaginárselo.
ResponderBorrarOtro peligro es verles el lado divertido (que lo tienen, aunque usted no lo crea) y ahì es peor.... porque son aùn mejores que los Locos Addams, si hablamos de incapacidades y torpezas siniestras, y todo porque Morticia y los suyos eran monstruos en joda pero éstos son en serio y, segùn la suerte que le haya tocado en el reparto de desgracias, a usted le toca ponerse en su laburo perdido, o precarizado; en el mes que le sobra al final del sueldo, los lujos en el sachet de "Carìsima", la leche preferida del pendejerìo insaciable, sì, naciò pa'sufrir, resígnese!.
Ni hablar de la patito malbec bullrich, haciendo de "Largo" el asustador.... disfrazada de Rambo y esperando que papà noel corradi le traiga en bandeja al bigotòn Aníbal.... y le sirve a canaleta sanz con los garfios caazando verdes billetes, como monstruo parece joda pero..... y ni se le ocurra imaginarla en camisòn, ojito.
Y justo ahora que el cielo mundial se ennegrece con los nubarrones que preanuncian al "monstruo" trump, uno se pone a semblantear a estos farsantes, rajar a Europa como salida se pinchò y ¡què nos queda?, ¿decirle a Evo que nos perdone, que pichoto no nos representa?, ni Panamà, che!, a ver si nos cobran los impuestos que debe fraudicio.... tamo perdidos tamo, mejor me dejo de pensar tonterìas y voy a buscar mi sidra y pan dulce que los combatientes del movimiento isabelita, perdòn, evita....r a Cristina, me consiguieron....
yo creo que ya estamos caminando hace rato por el teritorio minado del colapso, solo a sido de suerte que todavia no pisamos ninguna.
ResponderBorrarEstamos viajando en el Titanic. Y el capitan no es muy confiable
ResponderBorrarYa lo ilustró Goya, "El sueño de la razón produce monstruos"....
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