La sorpresa de la semana –o tal
vez del año- fue el triunfo de Donald Trump como presidente de EEUU. Algunos
exagerados se atreven a extender su alcance a toda la década sin tener en cuenta la llegada de Macri a
La Rosada ni todas las cosas que podrían suceder en los cuatro años que faltan para que termine. Otros manifiestan su
preocupación por lo que ocurrirá en el planeta si las grandes ideas del republicano se convierten en realidad. Todavía
no asumió y ya está provocando miedo. Quizá ladre más de lo que muerde. Al
revés de Obama, que se presentó como un tierno
cachorro merecedor de un Nobel de la Paz y terminó siendo casi igual a los cancerberos anteriores. No hay que
asustarse porque Trump sea presidente. Quizá lo mejor para construir la paz de
este planeta sea que la cara del Imperio
se muestre al natural, sin la máscara de un afroamericano ni el seductor
maquillaje de una mujer.
Lo que nadie pone en duda es su
cualidad sorpresiva. Que un multimillonario
anti político, bestial, poco ilustrado, xenófobo, homofóbico y machista
haya conquistado la presidencia de un país parece ser un hecho insólito. Sin
embargo, los argentinos somos unos
adelantados. Encima, Macri y Trump fueron socios en un fracaso inmobiliario
y hasta trabaron un simulacro de amistad. Que nuestro empresidente haya volcado sus preferencias por Hilary Clinton puede
ser una pantomima o una pieza más de su
colección de yerros internacionales. La torpeza diplomática con Gran
Bretaña, la derrota de Malcorra como candidata a presidir la ONU y la victoria
del No en Colombia son las primeras estatuillas
conquistadas en un territorio no
fabulado por Clarín o La Nación. Dar por segura la victoria de Hilary es
una más o una muestra de la mala
estrella de Macri que malogra todo lo que toca. Un poco yeta, para ser sintético.
Tanto afecta al mundo la
elección del presidente en EEUU que concentró la atención de millones de
pantallas. Si tanto interesa, todos los
habitantes de este planeta deberíamos participar en ella, sobre todo los
que reciben sus bombas, padecen la succión de sus corporaciones y sufren las conspiraciones de los
embajadores imperiales. El triunfo de Trump puede ser el traspié de un
pueblo distraído o la irresponsabilidad
de regalar un sable a un orangután enloquecido. Sus ideas económicas pueden
significar la caída de muchos países obsecuentes o la posibilidad de rediseñar la estrategia para que resurja el espíritu
intra regional. Si el magnate coronado como presidente decide abordar un
plan proteccionista y tienta el retorno de las empresas repartidas en todas las
latitudes, la lluvia de dólares que
tanto esperamos en estas tierras no será posible. El pico de Donald espantó a muchos y quizá se sumen otros más cuando
empiece a mostrar sus uñas.
Entre
allá y acá
En nuestro país, desde hace
casi un año estamos padeciendo las
consecuencias de un personaje como Trump. Algunos pueden decir que la
comparación es apresurada y hasta caprichosa: el norteamericano es proteccionista y Macri, aperturista; el
primero es profundamente nacionalista y nuestro Trump es globalizado; uno es
abiertamente racista y el otro disimula un poco; uno es exuberante y el otro es
opaco; Trump despierta protestas antes de asumir y Macri tuvo que esperar unos días. En estos tópicos son muy
diferentes pero en lo que coinciden es en el
tinte demagógico de sus discursos, aunque uno sea más verborrágico que el
otro. Ambos dicen lo que el otro desea escuchar, a pesar de que no coincida con lo que piensan ni con lo que pretenden
hacer. La experiencia argentina debería haber servido para que los
ciudadanos del Norte pensaran más su voto, pero
la desinformación y el ombliguismo no
son sólo vicios nuestros.
Esto no significa que Hilary
Clinton fuese la más adecuada. Eso es relativo. Los analistas dicen que Hilary representa, esencialmente, al
establishment financiero y armamentista; en cambio, consideran que Trump es
anti sistema. ¿Qué querrá decir eso, que es socialista? Anti capitalista, seguro no es. Quizá lo que queda de su campaña es
la promesa del tan famoso muro en la frontera con México. Idea inaceptable, como si
fuese la primera vez que se construye un muro separatista. Los castillos
tan admirados en Europa estaban rodeados por muros que todavía persisten en
algunas ciudades. La Gran Muralla no fue
construida como atractivo turístico sino para evitar invasiones. Los
fuertes conquistadores se protegían con empalizadas y las bases militares del
Imperio se resguardan con alambradas electrificadas. Berlín estuvo dividida
durante casi tres décadas e Israel se
apropia de territorios jordanos con el Muro
de la Vergüenza.
Entonces, no debería sorprender
que la idea de Trump para evitar el ingreso de los indeseables sudacas haya
conquistado la voluntad de los estadounidenses. Construir la idea de las
migraciones como problema no es una forma novedosa de atraer votantes, pero sigue resultando efectiva. Culpar al otro por los problemas propios
es una estrategia recurrente de mediocres y malvados que acceden al poder. Refugiados y migrantes son las víctimas y
no los victimarios en un sistema despiadado. Con o sin cemento, el Capitalismo vive construyendo muros para
protegerse de los millones que excluye. Por eso, aunque Macri nunca haya
hablado de muros, siempre ha manifestado su desprecio por los que deben migrar
para que su vida sea menos miserable. Y un coro de apologistas sigue el juego
de excluir aún en contra de lo
establecido por nuestra Constitución.
Ni Trump ni Macri son anti
sistema sino que son sus privilegiados exponentes. Con disfraces diferentes, han burlado la democracia para sincerar la ecuación. Con ellos, el
Poder Económico gobernará a su antojo, desnaturalizando
las instituciones representativas y cooptando a las supra democráticas,
como jueces, militares y espías. Si el FBI acosó a Hilary durante la campaña
con denuncias que no se convirtieron en causas judiciales, los Servicios de Inteligencia vernáculos nutren al chiquitaje político
y a los jueces carroñeros para condenar a los K al ostracismo. Si no lo
logran con Hotesur, lo intentan con el dólar futuro; si no pueden convertir la absurda denuncia de Nisman en delito,
tratan de acusar a Cristina de homicidio.
Aunque los medios de Clarín
intentaron demonizar una vez más al kirchnerismo igualándolo con el enredado
ideario de Trump, los hechos se
encargarán de descolocarlos. Cómo será el mundo con este personaje como líder
resulta difícil de predecir. Mejor, no. Eso
seguro. Lo que pasará fronteras adentro del país del Norte es asunto de
ellos. Lo que pase de este lado del muro
que todavía no se ha construido sí es nuestra responsabilidad.
Esa enorme muralla que algunos
toman como humillación en realidad,
debería aliviarnos. Por fin estaremos protegidos
de esos salvajes que cada tanto se les da por invadir, bombardear y
saquear. Más que como una pared separatista, deberíamos considerarla como una jaula que contiene a la bestias
mientras el Sur elabora una sincera y arcana cohesión que nos permita
construir nuestros países a la medida de sus ciudadanos. Y si el Gran Equipo
decide continuar con la sumisión endeudando,
desindustrializando y sometiendo al país a intereses mezquinos, debemos
estar preparados para torcer el rumbo.
Excelente
ResponderBorrarGracias
BorrarComo envidio tu modo claro de explicarla realidad.
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