El
Congreso cobró su centralidad en estos días, no tanto por sus genialidades legislativas sino por el incremento de
sus dietas. Aunque fue una iniciativa de los presidentes de cada cámara,
los miembros apoyaron por mayoría cobrar
un 47 por ciento más. Sin encarar el asunto desde la tentadora no-política
y evitando el extremo del que se vayan
todos, un poco de vergüenza debieron sentir. Ante la indignación de la inasible opinión pública, dieron marcha atrás.
En lo que no dudaron los senadores es en poner como obligatorio el debate
presidencial, pero no pensaron en
sanción alguna para el candidato que miente sólo para obtener el triunfo.
Hoy deberían hablar de eso nuestros representantes en lugar de seguir brindando
legitimidad a un gobierno que nos está
conduciendo a una predecible catástrofe. A dos semanas de cumplirse un año
del famoso debate entre Macri y Scioli, el ciudadano que aún duda de la estafa
que estamos padeciendo debería comparar
las afirmaciones del empresidente con
las medidas que está tomando.
Ya
se encargarán los usuarios de subir fragmentos a la web para compartir en las
redes sociales. Macri prometía que no
iba a devaluar ni endeudar el país, que no habría despidos ni importación
desenfrenada, que continuaría el Fútbol
Para Todos y la ciencia tendría todo el apoyo gubernamental, que no habría
tarifazo y todo sería mejor. El
Ingeniero presentó tópicos que no pensaba cumplir sólo para convencer a una
parte del electorado. Para disimular los estragos producidos por sus
propias medidas, Macri y los ceócratas inventaron la excusa de la pesada herencia, que permitió desmontar el modesto estado de bienestar
que estábamos alcanzando. Para distraer la mirada sobre números que
anticipan con claridad la hecatombe, periodistas y jueces invierten su tiempo
en casos de corrupción inventados en las
estercoleras de los medios hegemónicos. Todo pergeñado para responsabilizar
a la gestión K de las penurias cotidianas, como
si los millones de López o de Báez pudieran producir un agujero de tal magnitud.
La
desproporción informativa es tal que el público cautivo conoce con lujo de
detalles las fábulas que protagoniza Cristina, pero ignora sin vergüenza las chanchadas reales que se han cometido desde el
10 de diciembre. Desde disfrazar de funcionarios a gerentes consustanciados
con sus empresas de origen hasta beneficiar
familiares, amigos y contribuyentes a la campaña con sustanciosos negocios con
el Estado. Si Lázaro Báez padece una discutible prisión preventiva por
ocupar el puesto 34 en la lista de contratistas con un 0,4 por ciento del
presupuesto, ¿qué habría que hacer con los
ilustres apellidos ligados a Macri
que están en cabeza de lista con un porcentaje mucho mayor? Si López está
entre rejas por intentar esconder nueve millones de dólares, ¿dónde deberían estar
el presidente y muchos de sus
funcionarios por las empresas off shore con las que ocultaron diez veces más?
Si la telenovela de Ciccone convirtió a Amado Boudou en un villano, ¿qué
debería pasar con la vicepresidenta
Michetti y las bolsas con dinero ilegal que robaron de su departamento?
El engaño continúa
Sin
dudas, la protección mediática es lo que mantiene al Gran Equipo a salvo de la
indignación masiva. Las tapas negativas de los principales matutinos sólo están
destinadas a echar tierra a los K para que el pueblo no se vuelva a confundir. El resto, pura
apología o noticias destinadas a la más perversa distracción. Que el
gobernador de Jujuy declare “no voy a
liberar a esa mujer” no es sólo una muestra de su afán vengativo, sino también de una inadecuada suma del poder. Pero como la figura de Milagro Sala fue construida mediáticamente
con un afán odiador, una parte de la
sociedad no se molesta por eso. La independencia inter poderes es menos
importante que el castigo a los protagonistas del pasado reciente. Un movimiento
que distribuye dignidad para los que menos tienen no es un buen ejemplo para el ajuste que se viene y por eso necesitan
demostrar lo malo que es eso.
Tan
distorsiva es la información que circula en los medios dominantes que muestran
como un logro el incremento de un 24,4
por ciento interanual de los ingresos tributarios. Sin embargo, con una
inflación cercana al 40 por ciento acumulado este dato revela una caída cercana al 15 por ciento en la
actividad. Y aunque el ministro de Hacienda –antes de Economía- Alfonso
Prat Gay se zambulla en antológicas
incoherencias, no recibe ni una
pizca de las demonizaciones de las que era blanco Axel Kicillof, con logros
más notorios y un marco teórico notable. “Si
uno se toma el trabajo de empezar a mirar las variaciones de manera desestacionalizada y mes a mes, que es un poco más complejo y más difícil de
explicar, la conclusión es que la economía se está estabilizando, está cayendo menos si tomamos el promedio
de los últimos meses”, se enredó Prat Gay. Cuando no se entiende lo que
dicen estos funcionarios, cuando abordan
una verborragia confusa es porque están mintiendo. No conforme con eso,
continuó con su burla: “da toda la
impresión de que la actividad dejó de caer, pero todavía es temprano para decir que se está recuperando. Dijimos que
en la segunda mitad del año las cosas iban a mejorar”. Pero cada dato oficial
desmiente cualquier mejora: el segundo semestre ya está por terminar y los brotes verdes son más de los dólares que se fugan que de una actividad que despierta.
Que
Macri diga que “estamos empezando a tomar
velocidad” es una muestra más de su
intención manipuladora. Ni siquiera los analistas económicos del
establishment son capaces de afirmar semejante sandez. O sí, pero no en el
sentido que el empresidente nos
quiere hacer creer. El daño que se ha
producido en estos meses necesitará muchos años para su reparación. Sólo si
consideramos el desaforado endeudamiento de casi 40 mil millones de dólares --que
no ha servido más que para facilitar la
fuga de divisas y atenuar el crecimiento del déficit- ya tenemos hipotecado
nuestro futuro inmediato. La BBC destaca que este paso tan valorado por el Gran
Equipo es como seguir cavando el pozo en
el que estamos cayendo. Pero van por
más porque el presupuesto del año próximo destina un 10 por ciento al pago de una deuda que no nos beneficiará en nada.
Lo
que más sorprende es el consenso que
está logrando en el Congreso. Como si diputados y senadores hubieran nacido
ayer y jamás experimentaron el
capitalismo más salvaje conocido como neoliberalismo. Incomprensible que
una fuerza política que no tiene mayoría logre
convertir engendros en leyes que sólo satisfacen intereses minoritarios. Después
de padecer once meses la ceocracia amarilla siguen avalando el suicidio colectivo que significó el
triunfo de Macri. Y, a pesar de las advertencias de técnicos, expertos y
jueces quieren privatizar nuestra
voluntad con los espejitos coloridos del voto electrónico. Si el año pasado
engañaron al electorado con promesas que no pensaban cumplir, la implementación
de esta iniciativa será la legalización
de un fraude histórico. Ya deberíamos saberlo: nada de lo que propongan Macri y sus ceócratas puede ser fructuoso para
la mayoría. Si algunos de nuestros representantes cayeron en la trampa, es
hora de advertirles que éste no el
camino para construir un país para todos.
"En lo que no dudaron los senadores es en poner como obligatorio el debate presidencial, pero no pensaron en sanción alguna para el candidato que miente sólo para obtener el triunfo."
ResponderBorrar-----------------------
No es necesario simplemente juicio politico y destitucion como en cualquier pais serio.
Si, pero para eso hay que tener una mayoría especial que, en este momento, no se puede lograr. Salvo que la crisis sea tan extrema que todos exijamos la renuncia, como pasó con De la Rúa. Paciencia, están haciendo todo para llegar a eso.
BorrarNo, Gustavo, no me parece que haya en marcha nada solucionable con "paciencia" (y el orden constitucional).
BorrarLo que hay es la profundización de un rumbo que va de cabeza a terminar en un conflicto más grave que los ya padecidos y desde la vanidosa soberbia de que el virrey y sus gerentes "no son delarúa" están seguros de que a ese conflicto que buscan lo ganan, y hay a continuación, reich conservaliberal por mil años.
Según la Historia, esas cosas no pasan, pero nunca faltan las pocas luces que no miran la Historia porque es aburrida y sin dibujitos.
Parafraseando a Serrat, estamos en manos de unos locos con carnet (y ni hablar de las porquerías regaladoras de "gobernabilidad").