Quienes aún crean que los
miembros del Gran Equipo tienen el empeño de desarrollar nuestro país para que
lo disfrutemos todos, las escuchas de
Cristina y el traslado del avión terminaron por enloquecerlos. Si alguien
acuerda con el crecimiento del desempleo, el cierre de fábricas y el
empobrecimiento general debería examinar
su conciencia. No está mal eso de observar con microscopio la gestión
anterior para encontrar alguna irregularidad, pero eso no justifica desatender tanto el presente porque el futuro que se viene
no da para inflar globos. Tampoco para seguir estafando a la gente con los teatrales
timbreos. Cada vez quedan menos candidatos
a las visitas sorpresa y dentro de poco van a tener que contratar extras, si es que no están apelando a ese recurso.
Las fotos con funcionarios escuchando con
atención las demandas de los vecinos ya no son tan efectivas cuando otras imágenes más reales y dolorosas logran
atravesar el cerco mediático.
Desde el comienzo de la Revolución de la Alegría hemos visto
cerrar comercios y empresas por el
incremento de las tarifas y la caída del mercado interno. Si los más
grandes –sobre todo los extranjeros- se suman a esta ola es a la espera de la tan deseada
flexibilización laboral, que ya se ha hecho realidad en Brasil: echan
obreros sabiendo que en breve los reemplazarán
con otros a salarios más bajos. Por ahora, se reconvertirán en importadores
y traerán sus productos desde afuera a menor precio porque no pagan aranceles.
Y todo esto sin que al empresidente y sus
secuaces se les mueva un músculo, como
si la crisis que están provocando formara parte del plan. Mientras tanto,
Unicef nos informa que la mitad de los pibes entre 13 y 17 años son pobres. Y
muchos de ellos están entre los que no estudian ni trabajan, los famosos “ninis” por los que tanto se rasgaban las vestiduras los
apologistas mediáticos que hoy se hacen los distraídos.
Quizá se ha hecho carne la
insólita lectura que compartió Javier González Fraga cuando aún no era
presidente del Banco Nación: “les han hecho creer a los sectores de
ingresos medios que con sus ingresos
medios podían acceder a plasmas y viajes al extranjero”. Para la mirada
patricia de la minoría que gobierna, sus beneficiarios y adláteres, gran parte de la población tiene que
resignarse a satisfacer lo básico y darse algún gustito cada tanto y el
resto conformarse con las más miserables
migajas que caigan de la mesa de los patrones. Quien no acepte la normalidad del país que prometen y se
resista al formateo de su conciencia progresista se hará merecedor de los
más novedosos métodos represivos que se ofrezcan en el mercado y la demonización obsesiva de los medios
hegemónicos que han multiplicado su poder para adulterar el pensamiento del
público.
Los
Amarillos vienen por todo
La represión
bestial es la única respuesta que dan a
los damnificados por sus medidas. Con los empresarios de Pepsico –que cerró su planta en Florida sólo para
especular- palmadas en la espalda y un par de consideraciones de ocasión.
Para los trabajadores que intentan recuperar sus puestos, los más violentos efectivos para desalojarlos de la planta fabril.
Detrás de este triste episodio se esconde el esfuerzo para revolucionar –sin
alegría, por supuesto- la relación entre los empleados y los patrones. El “vamos a estar cada día mejor” –con un
leve sacudón del puño derecho- quedó
atrás en la campaña y se ha transformado en lo contrario, salvo para una
exclusiva minoría.
Y si no es la represión es la
indiferencia, la crueldad del que
observa cómo agoniza su presa después del golpe letal: despiden a estatales
sólo para engrosar el número de desocupados y los reemplazan por hijos de ricos que no necesitan un centavo;
hablan de progreso y echan a 1500 empleados de Atucha, en lugar de finalizar las obras; cuestionan las políticas
energéticas del kirchnerismo pero en
este año y medio de gestión la producción de petróleo decreció a la de 1981;
se emocionan hasta las lágrimas cuando hablan de las economías regionales, pero los pequeños productores de las
provincias no pueden competir con los bienes primarios o apenas
manufacturados que vienen de afuera. Tanto prometer que no íbamos a perder nada y recitar lo de la pobreza cero, los grandes perdedores son los que se suman a las filas de los
desamparados.
Al deterioro cotidiano que
estamos padeciendo hay que sumar el poco
apego a la institucionalidad que tanto decían respetar. Si a los
desplazados sólo destinan bombas y gases, a los dirigentes, fiscales y jueces
que se niegan a alinearse en la campaña proscriptora les arrojan incongruentes procesos judiciales y los peores dicterios
mediáticos. Las víctimas son elegidas en las propaladoras de estiércol, el
Ejecutivo legitima la estigmatización y los alfiles de Comodoro Py se encargan
de malinterpretar las leyes para
inventar causas eternas. La telenovela de la procuradora Alejandra Gils
Carbó es un caso testigo. El punto de partida es la venganza de Magneto porque fue ella la que impidió la fusión entre Cablevisión y Multicanal allá
lejos y hace tiempo. Si Macri se expone al ridículo embistiendo contra la
procuradora es para obedecer la orden
emanada del Poder Real encarnado en Clarín, como hizo con la aniquilación
de la Ley de SCA y el nombramiento de dos miembros de la Corte, ambas por decreto.
La excusa, como siempre, es la sospecha que se construye en las tapas del
ex Gran Diario Argentino: una comisión pagada por un privado y recibida por
un intermediario convierte a Gils Carbó en un emblema de la corrupción. Y para
seguir recibiendo la protección
mediática que lo mantiene en la presidencia, Mauricio recita las mayores inconsistencias: “lamento que ella insista en permanecer en el cargo porque lo lógico es que siempre el presidente
proponga un procurador y que el Congreso lo apruebe”. Siempre mal
asesorado y peor informado. Si la procuradora no renuncia es porque su cargo es tan vitalicio como el de un juez.
Sin dudas, el Ingeniero quiere un jefe de fiscales de su confianza –un ex
empleado de sus empresas o un elegido de Magneto- que ignore los evidentes trapos sucios amarillos y oriente su función a
convertir en realidad el sueño del
establishment: los K entre rejas para siempre.
O al menos lo más cerca posible del destierro, tanto electoral como simbólico.
Por eso aturden tanto con grabaciones, bóvedas y bolsos, para que el público
cautivo se convenza de que cualquier cosa
es mejor que el pasado de corrupción que tejieron con denuncias domingueras;
que el individuo se olvide que ayer fue más
ciudadano que hoy; que la dignidad y los derechos son menos importantes que la satisfacción de los poderosos; que el votante
malverse su voluntad por fundamentar sus
prejuicios en titulares perniciosos. El que no encuentra nada bueno en el
Cambio pero lo sigue apoyando, será
víctima de su propia confusión y cómplice del abismo que estos saqueadores
están abriendo bajo nuestros pies.
“les han hecho creer a los ceos de ingresos altos que con sus capacidades mediocres y usureras podían acceder a ganar las elecciones y desgobernar una nación” y la clase media lo hizo posible, la misma que ahora no puede acceder a plasmas y viajes al exterior...gracias Gustavo, siempre reconforta leerte al final de un día mas en la angustiante macrilandia-abrazos
ResponderBorrarEl año pasado me parecían exagerados tus pronósticos. Hoy estoy convencido de que te quedaste corto. A partir de ahora no te voy a considerar exagerado. Gracias. Cristian
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