“No
hablar de economía” es el consejo que Durán Barba brindó a los
candidatos del oficialismo. Claro, porque es
el tópico que peor anda y que más afecta. Lo otro se puede disfrazar. La
tele puede mostrar cinco veces un
cargamento de marihuana secuestrado sólo una, ocultar los delitos que ocurren
en intendencias M pero vociferar los que se producen en los K y diseñar los episodios más apasionantes de la
novela Los K se robaron todo. El
asesor ecuatoriano ha tenido bastante éxito con sus estrategias: ha convertido
a Macri en presidente; ha logrado
embaucar la voluntad electoral; ha transformado al ciudadano en público
cautivo. Pero no es todo poderoso. La parafernalia mediática del Poder Real,
algunas espadas políticas y un grupo de peones judiciales han ayudado bastante.
Sin embargo, la realidad relatada por las pantallas empieza a tener las fisuras inocultables producidas por los
efectos de un plan perverso que no tiene nobles objetivos.
Aunque aparece menos en el
parlamento que en los estudios de TV, la diputada Elisa Carrió –que olvidó cómo
volver a ser Lilita- es otra artífice inexplicable del Cambio.
La alianza electoral con el que otrora tildaba de estúpido, contrabandista y mafioso resulta tan funcional como explosiva. Su treta de no hablar tan bien pero tampoco tan mal, de ametrallar con
denuncias incongruentes hacia todos los flancos y de enamorar a la teleaudiencia con su histriónica labia la ha
convertido en la candidata favorita de la capital del país. Y eso que el año
pasado justificó sus constantes viajes
al extranjero con un “este país
apesta” o fundamentó su posición
anti-feriados con “en Argentina nadie
quiere trabajar”. Ahora pretende flexibilizar a los trabajadores sentenciando que no están capacitados,
contra la opinión de muchas organizaciones de la industria y la empresa. A
pesar de que sus seguidores deberían
sentirse incluidos en sus diatribas infundadas, su apabullante sinceridad los seduce, un poco por la
eficacia del guión, otro poco por la contundencia del recitado y el resto, por la complicidad de los entrevistadores.
Pero, si rascamos un poco el
maquillaje, quedará al descubierto el
horrendo pellejo del Cambio. Los diputados oficialistas suspendieron las
vacaciones para lapidar a su par Julio De Vido y tratar de expulsarlo de la Cámara Baja contra lo que la Constitución
dispone. La inhabilidad física o moral que esgrimen debe ser posterior a su incorporación y sólo puede ser arrestado si es sorprendido in fraganti en la comisión de un delito. Y en caso de que un
juez requiera su presencia en tribunales por escrito –algo que no pasó- apenas pueden suspenderlo. Como la
campaña encuentra tan flojo de logros al oficialismo, todos deben contribuir
con un granito de arena.
Luminarias
que ciegan
El que se puso al hombro la
expulsión de De Vido es el presidente de la comisión de Asuntos
Constitucionales, el diputado Pablo Tonelli, usurpador de un puesto en el Consejo de la Magistratura que
correspondía a la oposición. Aunque ahora se lo ve muy firme en su decisión
de condenar moralmente al ex funcionario kirchnerista, en una situación similar, su postura fue diferente. En 2006, cuando
el mismo cuerpo debatía la incorporación del ex comisario Luis Abelardo Patti
por delitos de Lesa Humanidad, Tonelli decía: “si el proceso de impugnación es político, no pueden imputarse delitos previstos en el código penal. Hay que
hacer abstracción de la persona pues las
garantías son para todos”. Menos para los kirchneristas, claro. Patti
terminó fuera del Congreso y en la cárcel porque un personero de la dictadura no puede ser representante en democracia.
Pero para los PRO desterrar al kirchnerismo es más importante que la
coherencia.
Como las encuestadoras sugieren
que deben remar bastante para alcanzar
un número digno, los galeotes
recurren a todas sus fuerzas. Casi en feria judicial, el juez Claudio Bonadío, nacido en una servilleta y con un
prontuario de sátira, ordenó la detención del contador de los Kirchner a pesar de haberse declarado incompetente en la causa Los Sauces. Que un juez
ordene prisión en un proceso que está en manos de otro –Julián Ercolini- ya es una atrocidad legal, pero que disponga
el traslado del detenido como si fuera
un peligroso asesino es una exageración. Si tenemos en cuenta todo esto, Víctor Manzanares fue víctima de un
secuestro del que fueron testigos millones de televidentes. Un festín para
los medios hegemónicos y un poco de vitamina para la campaña amarilla. Un gasto más que pagamos entre todos y que
beneficia a unos pocos.
Mientras los desocupados se
sumergen en el maravilloso mundo de la fabricación de cerveza
artesanal por consejo del candidato Esteban Bullrich, los actos de este circo se suceden con un vértigo enloquecedor. El
espectador no sabe a quién aplaudir o abuchear. Aunque no pueda comprar leche debe reconocer a los villanos. El
maestro de ceremonias estampará una K gigante en la espalda del próximo
personaje, ya sea docente, militante,
villero o presidente de un organismo internacional. Desde las butacas, los
pulgares hacia abajo alientan la condena, a pesar de que los motivos se confunden con la persecución ideológica. Si no es la
procuradora Alejandra Gils Carbó, será Pedro Biscay, el integrante por la
oposición del directorio del Banco Central. Si en breve está afuera de su
democrático cargo es por haber
cuestionado la política económica y el endeudamiento y no por corrupción, como intentarán imponer.
El espectáculo es tan confuso
que necesita notas al pie. Lo importante
es castigar, aunque no se entienda bien por qué. Y aplaudir el castigo más
allá de que llegue pisoteando todas las
leyes. Si en Brasil se destituye a Dilma Rousseff, el presidente de facto será el héroe, aunque esté hundiendo al
gigante en un pantano pestilente. Si una sentencia caprichosa cercena la vuelta
de Lula, el juez será un prócer. La
mirada internacional de este gobierno clasista ensancha la grieta en todas las latitudes. En
Venezuela también. Al empresidente Macri
le falló su jugada en la Cumbre del Mercosur en Mendoza: no pudo condenar a Maduro porque Bolivia y Uruguay votaron con mesura.
Un fracaso más en plena campaña. Y una contradicción más porque el Ingeniero alienta en Venezuela una oposición que acá
no toleraría.
La grieta afecta a casi todo el
mundo pero en algunos países la sobrellevan mejor. En el nuestro, todavía estamos discutiendo cómo distribuir
el ingreso, cómo lograr que 40 millones de personas vivan sin apuros en un territorio que produce para diez
veces más. Más de dos siglos llevamos en esa contienda, mientras los que
pretenden quedarse con todo nos invitan
a tirar juntos para el mismo lado. Ahora que retrocedimos varios
casilleros, quieren convencernos de que lo
mejor es ganar menos. El salario de gran parte de los trabajadores apenas
cubre la mitad de lo que necesitan, pero
Ellos quieren que renuncien a más. Ahí está la grieta: que los que no saben lo que es una carencia
exijan sacrificios a los que tienen casi nada para sacrificar. Y la grieta
se ensancha aún más cuando, en lugar de reconocer que las recetas han
fracasado, ofrecen más circo para
continuar con su aplicación. Como inyectar veneno en el enfermo en lugar
del antibiótico que podría curarlo.
Bueno, Gustavo, tampoco es cuestión de quitarle méritos al amado virrey, piense que en estos felices tiempos de arangurrien el tarifador, esa formulita del pan (al precio de la harina, las maffias de los panaderos y el gas baratito, es un problemita) y el circo (justo en vacaciones con los guarapolvos blancos guardados en casa y los críos sueltos y pidiendo diversión) es casi casi una maravilla de generosidad amarilla, por favor, sea justo y no tan ingrato...
ResponderBorrarMientras tecleo esta joya de la opinología diferencial, del teléfono Scott Mackenzie me susurra "...If you're going to San Francisco.....", permítame decirle que esa pequeña caricia tecnológica sería INEXPLICABLE hace no tanto tiempo y si quisiera usar esa condición para "explicarme" a doña carrió y a la actual revolución de la porquería amarilla, no me va a salir, porque antes y ahora (menos, desgraciadamente) la palabreja más simple sería INCONCEBIBLE.... entre otras cosas porque suponiendo que sea cierto que nadie tropieza dos veces con la misma piedra..... ¿a quién, si no era el pueblo argentino, podía ocurrírsele no tropezar, sino agarrar a cabezasos la misma piedra?, una y otra vez... el joe, el mingo y ahora el amado virrey y sus 40 CEO's?. Otro viejo refrán tirado a la basura es ése de "el que se quema con leche, ve una vaca y llora", la leche tan cara y escasa y las vacas más ajenas que nunca.... usted intentando explicar todo, algo, del desastre, uno le agradece el esfuerzo y las ganas pero, capaz que coincidimos en algo, apenas deschava un disparate, le brotan otros dos, tres, cien.... y vuelta a empezar de más atrás. ¿"Medusa" se llamaba el monstruo mitológico, no?. Y estos cosos que de mitológicos no tienen una molécula... y de dañinos todo, todo, hasta cuando sean mal recuerdo harán daño....
gracias por expresar tan sabiamente nuestro pensar y sentir, los que estamos leyendo de este lado de la grieta, dentro de este circo romano todos estamos esperando el momento de entrar en la arena, cada cual con lo que pueda defenderse-abrazos y comparto el apunte
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