lunes, 3 de julio de 2017

La suma de todos los miedos



El suicidio público de Rodolfo Estivill no sólo impactó por su crudeza, sino también por las interpretaciones que inspiró. Todos los oficialistas salieron a reprochar el uso político de la tragedia, olvidando que el suicidio de Nisman fue uno de los ejes de la campaña electoral de 2015 y, por lo que parece, también lo será de ésta. En todo caso, el propio jubilado quiso que su acto tuviera testigos y mensaje, a diferencia del fiscal que lo hizo en la soledad de su baño para dejar cualquier explicación a merced de la imaginación de los especuladores. Y si de uso político hablamos, la ANSES suspendió al instante la obligación de presentar los comprobantes de viudez, aunque Estivell no estaba enredado en ese trámite, sino en un cambio de domicilio. Cola de paja es lo que sintieron los Amarillos por someter a jubilados y pensionados a un ajuste innecesario y la obligación de demostrar que no cobran haberes indebidos. La crueldad de los gerentes ya empieza a ser manifiesta y los ciudadanos deben utilizar todas las estrategias imaginables para tratar de frenarla.
Mientras Clarín se queja porque el Papa no viene a la Argentina y La Nación reclama más ajustes, muchos voceros del establishment refuerzan la falacia de que el gobierno de Cristina asesinó a Nisman. Convertir un suicidio confirmado por las pericias en un crimen político es una de las mayores manipulaciones de la historia mediática. La ex mujer del fiscal, la jueza Sandra Arroyo Salgado está buscando un homicida pero su único sospechoso es el técnico informático Diego Lagomarsino, el colaborador que le prestó el arma. En ninguna línea de los expedientes que están en manos de la Justicia figura la posibilidad de que Cristina haya tenido algo que ver. Tampoco hay relación ni afinidad alguna entre Lagomarsino y CFK. Además, está más que demostrado que el asesor del fiscal se retiró del famoso departamento a las 20 del sábado y la hora del deceso se estableció el domingo al mediodía. Las salpicaduras de sangre no fueron interrumpidas en su trayectoria hacia las paredes y la puerta, lo que demuestra imposible la presencia de alguien más en ese baño. A pesar de todo esto, resulta dificultoso desinstalar la idea de que Cristina mató a Nisman.
De cara a las elecciones legislativas, continúa el uso político de un suicidio con una nueva pericia balística en los primeros días de julio y un análisis toxicológico a principios de agosto. Las tan cacareadas investigaciones secretas de Gendarmería todavía no han visto la luz y el piolín que denunció la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich todavía no apareció. El vergonzoso show judicial que seguirán produciendo con este caso se trasladará a los titulares de los diarios y zócalos de la TV. Histriónicos periodistas reconstruirán los hechos en escenografías de cartón prensado y adoptarán posturas inverosímiles para que el público cautivo no se olvide de que los K, además de chorearse todo, se cargaron a un fiscal. Como gracias a esta farsa instalaron al peor presidente, es lógico que la resuciten para intentar poblar el Congreso con voluntarios amarillos. Y encima, se rasgan las vestiduras por las interpretaciones del suicido de Estivill.
El peligro del cheque en blanco
A no asustarse por lo que viene aunque parezca de terror. Cuando Macri ganó el balotaje con esa apretada diferencia, el alivio se apoyaba en que no tenía mayoría en ambas cámaras del Congreso. Lo que parecía un escollo, finalmente no lo fue gracias a agachadas, aprietes y engaños. Con ladina astucia, Macri consiguió que muchas de sus nefastas iniciativas se convirtieran en leyes, como el pago a los buitres, la disponibilidad de los fondos de garantía de la ANSES, los recortes presupuestarios, la amnistía para evasores y la trampa de la Reparación Histórica, entre muchas más. El verso de la gobernabilidad legitimó a los jueces de la Corte que intentó meter por la ventana y la destrucción de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que comenzó a fuerza de decreto, prepotencia y estigmatizaciones varias. Gracias al diálogo y al consenso, endeudó al país como nunca. Si logró todo esto con minoría parlamentaria, ¿cuántos desastres más hará si obtiene la mayoría?
En dos comisiones de Diputados, hay un proyecto que hace sudar la espalda: la ley de libertad religiosa. Aunque la palabra ‘libertad’ suene tentadora, sólo busca convertir el Estado laico que tanto costó sostener en uno pluriconfesional. El hecho de que esta genialidad se trate en comisiones sin el conocimiento de muchos de sus integrantes sugiere la intención de incluir contenidos religiosos en los planes de estudio, además de las bondades de la extracción minera y la sobre explotación agrícola. Algo tan inaceptable como la propuesta de la diputada amarilla Paula Urroz para transformar la vacunación obligatoria en una instancia voluntaria. Con una buscan adoctrinar en la escuela y con otra, bajar el gasto en salud y ambas con la zanahoria de la libertad.
Una libertad que sólo gozan los que están instalados en los deciles más altos de la pirámide social. Las advertencias que se hacían sobre el gobierno de Macri –la primera Campaña del Miedo- se han convertido en la constante de estos tiempos: los derechos se transmutan en privilegios con una velocidad inusitada. Tanto que, mientras muchos pierden empleos y otros cierran fábricas y comercios, los más grandotes no paran de crecer. Desde la asunción de Macri, Clarín, que era un monstruo en tiempos de Cristina, ha conquistado tantos negocios que ya se torna asfixiante: además de mantener la desmesurada cantidad de señales que la ley no pudo reducir, ahora tendrá el fútbol, Nextel, la administración del ARSAT y, como si esto fuera poco, Telecom. ¿Cómo no advertir la connivencia espuria entre el Ingeniero y el grupo empresario más gigantesco de América Latina? ¿Cómo Clarín no va a contribuir con todas las herramientas a su alcance para lograr que Cambiemos obtenga mayoría en el Congreso, si es el paso que le falta para conquistar el país entero? Y después el empresidente califica como ‘mafiosos’ a los abogados y jueces que intentan defender los derechos de los trabajadores.
Además de despiadados y desaforados, son un poco ignorantes. En lugar de prometer Educación de Calidad, deberían estudiar un poco más para no hacer tan mala publicidad de los colegios exclusivos por los que transitaron. En Historia, algunos integrantes del Gran Equipo zafan porque recitan generalidades del Billiken, salvo cuando el Gerente de La Rosada SA balbucea interpretaciones alucinadas para justificar sus atroces objetivos. En Geografía, han tenido yerros de antología. Si los puertos en Santiago del Estero inspiraron bromas en las redes, ¿qué pasará con la mudanza de una población misionera a la provincia de Tucumán, en un ficcional anuncio de obras del Plan Belgrano?
También, distraídos como Macri, que reclama el tratamiento parlamentario de leyes que hace meses fueron promulgadas por él mismo. Tan impresentables que hasta un borracho trepado a un árbol le quita protagonismo a Patricia Bullrich en un operativo antidrogas que merecería una nominación al Oscar. Y violentos, porque aplacan las protestas no con soluciones, sino con palos, balas y gases. Quizá sea todo esto lo que quieren los adeptos al Cambio: bestias con poder. En breve, los que votaron porque los discursos de Cristina interrumpían las telenovelas, empezarán a experimentar una película de terror en 4D, en continuado y sin cortes. Los demás, ya estamos al tanto de ella.

3 comentarios:

  1. Son nazis, Gustavo, prudentemente "suavizados" por el marketing, pero la esencia criminal y la codicia, igualitas.
    Éso sí, mucho más burros e incultos que los originales teutones.

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  2. el personaje de Capusotto, "Nicky Vainilla" me causa risa pero estos los verdaderos me causan crisis de pánico tiene razón ram en su comentario a tu apunte son nazis-gracias estimado Gustavo-abrazo

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  3. Gustavo, 2 consideraciones:
    1. Una estética: el fondo no deja leer bien las letras.
    2. La otra de contenido: el tema Nisman es interesante para analizar el nuevo término "posverdad". Cada quién adapta la cabeza al sombrero. De todos modos, tengo la triste sensación de que por por más que la justicia diga: "Nisman se suicidó" o "A Nisman lo mataron" todo estuvo tan manoseado desde el primer momento que nunca vamos a saber exactamente qué pasó.
    Abrazo.

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