Aunque parezca chiste, la vice
Michetti manifestó que los integrantes del oficialismo quieren “que
los argentinos se sumen, como socios, en este proyecto de crecimiento”. Que se entienda: nos invita como si
estuviéramos fuera del club o la empresa que los PRO están
construyendo. Ya no nos piensan como ciudadanos ni vecinos, sino como
socios. Si nos convertimos en socios, ¿repartirán
de manera equitativa las ganancias?; ¿se tomarán las decisiones en
asambleas de accionistas?; ¿podremos desplazar a los directivos cuando no
administren bien nuestro patrimonio? Nada de esto: una patraña más del intestino marketinero que nutre la voz de los
amarillos.
Además, nos están tentando con un
crecimiento invisible que, en caso de
hacerse visible, no redundará en
beneficios para todos. Las señales de esto abundan: si fue la misma
Michetti -junto a Javier González Fraga y muchos más- quien anunciaba el fin de la ilusión del consumo para los
ingresos medios; si son ellos los que reducen el poder adquisitivo del
salario a fuerza de tarifazos y
devaluación; si son ellos los que impulsan una reforma laboral para que la desigualdad se acreciente.
Una nueva zanahoria para tentar a
los incautos. Nada de entusiasmarse con
esta hipócrita propuesta. La vice Michetti, envalentonada por los
resultados de octubre, consideró que todos los argentinos deseamos “ir hacia un proyecto de país normal y no seguir con los populismos y las
demagogias”. Una normalidad que busca concentrar gran parte de la riqueza en pocas manos, con
trabajadores explotados y dóciles pobres
que se conforman con migajas. Una normalidad a la medida de los intereses
de una oligarquía que disfraza sus
añejas ambiciones con campechanos maquillajes. Una normalidad con
mayordomos judiciales que preparan platos
de injusticia para regocijo del establishment. Una normalidad que somete la
soberanía a las apolilladas recetas del
FMI, que siempre conducen a los peores escenarios.
Cuando Michetti habla de
populismo parece contener el vómito.
Sin embargo, nada más populista que
prometer Pobreza Cero, la continuidad del Fútbol Para Todos y el desarrollo de
la industria con globos y al ritmo de Gilda, a sabiendas de que nada será cumplido. Nada más populista que los simulados viajes en colectivo y las
fotos de timbreos sobreactuados. Nada más populista que asegurar que el
sacrificio del presente conducirá al paraíso del futuro. Un gobierno populista engaña a su pueblo; un gobierno popular busca
beneficiarlo.
Demagogos
con corbata
Para la vice Michetti, el país
marcha sobre ruedas porque no hay más demagogia. Sin embargo, en su discurso en
Expoagro, el Gerente de La Rosada SA fue
el demagogo perfecto. Además de justificar la quita de retenciones, la
rebaja en el impuesto a los bienes personales, la autorización para que liquiden los productos de la tierra cuando
se les antoja y el permiso para que las
ganancias ni entren al país, anunció la anulación del registro de
exportación y distintos mecanismos de regulación y control. A partir de ahora, los agrogarcas podrán hacer lo que han
hecho siempre –especular, evadir y fugar- sin remordimientos.
Como si estos beneficios para los
más ricos fueran poco, los aduló como
sacrificados patriotas: “esta gran
familia del campo se ha transformado en el gran motor que tiene la República
Argentina; los felicito, señores, los
felicito”. Y, para no perder la costumbre, mintió: “todo lo que ganan lo vuelven a
reinvertir”. Desde la
asunción del Ingeniero, las quitas impositivas al trigo, la soja y el maíz
significaron más de 4000 millones de
dólares para las arcas de los megaproductores que no redundaron en crecimiento ni empleo.
Si ahora nos proponen que seamos
socios, los más grandotes de la economía vernácula deberán abandonar sus descomunales angurrias y su pulsión a la
acumulación. Para que se produzca el hasta ahora inexistente derrame, es el
gobierno el que debe impulsarlo y no ser
encubridor de los que no permiten que se caiga ni una moneda. ¿O sólo
seremos socios para aportar en las
pérdidas y no para disfrutar de las ganancias?
¿De qué vamos a ser socios? ¿Del exterminio que significa la doctrina
Chocobar? Para ser socios, ¿deberemos aceptar que “disparar por la espalda es un detalle”, como dijo la ministra de
Seguridad, Patricia Bullrich? ¿O apoyar
sin chistar el Comité anti RAM, que busca desplazar a los mapuches de la
Patagonia para que los terratenientes puedan avanzar en esta Conquista
del Desierto del siglo XXI? La CIDH de la OEA ya está al tanto de las
atrocidades que la colonización amarilla
está cometiendo en el sur del país con los pueblos originarios y los
sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Las advertencias de todos los
organismos de DDHH nacionales e internacionales miran con preocupación el desalojo de las tierras ancestrales, la
criminalización de la pobreza y la persecución judicial a los opositores.
¿De qué vamos a ser socios, de la indiferencia y brutalidad con que
las autoridades destratan a los familiares del ARA San Juan? ¿O sólo debemos
conmovernos cuando las tragedias alimentan
la demonización del kirchnerismo? ¿O indignarnos cuando las tapas de Clarín
y La Nación nos lo ordenen? Quizá forme parte del derecho de admisión al club PRO consentir que ex funcionarios de Transporte estén presos
por negligencia y cohecho a pesar de que las pericias realizadas sobre el
tren de la Tragedia de Once aseguren que los
frenos funcionaban correctamente. O aceptar que los aviones de Fly Bondi,
la nueva línea de bandera del
oficialismo, siga operando las 80 rutas concedidas a pesar de las deficiencias técnicas y el riesgo de un posible
accidente. Para ser socios de la Argentina PRO, ¿debemos volar como kamikazes en los tres aviones
destartalados de esa empresa ligada a los funcionarios amarillos?
Para ser socios, ¿debemos
celebrar la visita de Christine Lagarde, sonreír satisfechos por las disculpas
del Papa, enojarnos –como Ricardo Darín-
porque CFK no está presa, exigir una ley que castigue a los que cantan el hit del verano en cualquier rincón del
país o creer que la inflación está
bajando, aunque los datos oficiales indican lo contrario? Como club o como
empresa, la propuesta de la vice Michetti es
una burla más para los que disfrutan ser blanco de los burladores. Un país
no se construye con accionistas ni se conduce con gerentes. Un país no tiene
futuro si su pueblo no enfrenta los
conflictos que lo hacen desigual a pesar de la abundancia ni desecha a los
estafadores que triunfan en las urnas con estudiadas
frases de salón que encierran las peores intenciones.
gracias estimado Gustavo-compartido-abrazos
ResponderBorrarPero se le escapa un detalle, Gustavo y es que, siendo sinceros, la sola idea de ser "socios" como pretende la vice no es para ingenuos, es para idiotas sencillamente.
ResponderBorrarNo hay, ni puede haber, para las ínfulas del argentino promedio, motivo para "asociarse" con la susodicha (su boca floja la condena), personaje notoriamente discapacitado (y no hablo de sus piernas sino de la oscuridad del túnel de su intelecto)... al final, diga lo que diga, siempre será tomado como otro - uno más - de sus malos "chistes".
Es patética, pero quizás por eso, menos peligrosa que el resto de la mejor jauría de malandras del último siglo. Ahí lo tiene nomás al popular "toto" jugando al conspirador contra Venezuela y ahí puede morir gente, no?. Mucha.
Y con la carancha lagarde revoloteando, cartón lleno... seamos pìadosos con esta vice, en la que ni vale la pena gastar desprecio, habiendo tanta otra porquería disponible y más apropiada.