lunes, 19 de marzo de 2018

El club del cinismo


Aunque parezca chiste, la vice Michetti manifestó que los integrantes del oficialismo quieren “que los argentinos se sumen, como socios, en este proyecto de crecimiento”. Que se entienda: nos invita como si estuviéramos fuera del club o la empresa que los PRO están construyendo. Ya no nos piensan como ciudadanos ni vecinos, sino como socios. Si nos convertimos en socios, ¿repartirán de manera equitativa las ganancias?; ¿se tomarán las decisiones en asambleas de accionistas?; ¿podremos desplazar a los directivos cuando no administren bien nuestro patrimonio? Nada de esto: una patraña más del intestino marketinero que nutre la voz de los amarillos.
Además, nos están tentando con un crecimiento invisible que, en caso de hacerse visible, no redundará en beneficios para todos. Las señales de esto abundan: si fue la misma Michetti -junto a Javier González Fraga y muchos más- quien anunciaba el fin de la ilusión del consumo para los ingresos medios; si son ellos los que reducen el poder adquisitivo del salario a fuerza de tarifazos y devaluación; si son ellos los que impulsan una reforma laboral para que la desigualdad se acreciente.
Una nueva zanahoria para tentar a los incautos. Nada de entusiasmarse con esta hipócrita propuesta. La vice Michetti, envalentonada por los resultados de octubre, consideró que todos los argentinos deseamos “ir hacia un proyecto de país normal y no seguir con los populismos y las demagogias”. Una normalidad que busca concentrar gran parte de la riqueza en pocas manos, con trabajadores explotados y dóciles pobres que se conforman con migajas. Una normalidad a la medida de los intereses de una oligarquía que disfraza sus añejas ambiciones con campechanos maquillajes. Una normalidad con mayordomos judiciales que preparan platos de injusticia para regocijo del establishment. Una normalidad que somete la soberanía a las apolilladas recetas del FMI, que siempre conducen a los peores escenarios.
Cuando Michetti habla de populismo parece contener el vómito. Sin embargo, nada más populista que prometer Pobreza Cero, la continuidad del Fútbol Para Todos y el desarrollo de la industria con globos y al ritmo de Gilda, a sabiendas de que nada será cumplido. Nada más populista que los simulados viajes en colectivo y las fotos de timbreos sobreactuados. Nada más populista que asegurar que el sacrificio del presente conducirá al paraíso del futuro. Un gobierno populista engaña a su pueblo; un gobierno popular busca beneficiarlo.
Demagogos con corbata
Para la vice Michetti, el país marcha sobre ruedas porque no hay más demagogia. Sin embargo, en su discurso en Expoagro, el Gerente de La Rosada SA fue el demagogo perfecto. Además de justificar la quita de retenciones, la rebaja en el impuesto a los bienes personales, la autorización para que liquiden los productos de la tierra cuando se les antoja y el permiso para que las ganancias ni entren al país, anunció la anulación del registro de exportación y distintos mecanismos de regulación y control. A partir de ahora, los agrogarcas podrán hacer lo que han hecho siempre –especular, evadir y fugar- sin remordimientos.
Como si estos beneficios para los más ricos fueran poco, los aduló como sacrificados patriotas: “esta gran familia del campo se ha transformado en el gran motor que tiene la República Argentina; los felicito, señores, los felicito”. Y, para no perder la costumbre, mintió: “todo lo que ganan lo vuelven a reinvertir”. Desde la asunción del Ingeniero, las quitas impositivas al trigo, la soja y el maíz significaron más de 4000 millones de dólares para las arcas de los megaproductores que no redundaron en crecimiento ni empleo.
Si ahora nos proponen que seamos socios, los más grandotes de la economía vernácula deberán abandonar sus descomunales angurrias y su pulsión a la acumulación. Para que se produzca el hasta ahora inexistente derrame, es el gobierno el que debe impulsarlo y no ser encubridor de los que no permiten que se caiga ni una moneda. ¿O sólo seremos socios para aportar en las pérdidas y no para disfrutar de las ganancias?
¿De qué vamos a ser socios? ¿Del exterminio que significa la doctrina Chocobar? Para ser socios, ¿deberemos aceptar que “disparar por la espalda es un detalle”, como dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich? ¿O apoyar sin chistar el Comité anti RAM, que busca desplazar a los mapuches de la Patagonia para que los terratenientes puedan avanzar en esta Conquista del Desierto del siglo XXI? La CIDH de la OEA ya está al tanto de las atrocidades que la colonización amarilla está cometiendo en el sur del país con los pueblos originarios y los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Las advertencias de todos los organismos de DDHH nacionales e internacionales miran con preocupación el desalojo de las tierras ancestrales, la criminalización de la pobreza y la persecución judicial a los opositores.
¿De qué vamos a ser socios, de la indiferencia y brutalidad con que las autoridades destratan a los familiares del ARA San Juan? ¿O sólo debemos conmovernos cuando las tragedias alimentan la demonización del kirchnerismo? ¿O indignarnos cuando las tapas de Clarín y La Nación nos lo ordenen? Quizá forme parte del derecho de admisión al club PRO consentir que ex funcionarios de Transporte estén presos por negligencia y cohecho a pesar de que las pericias realizadas sobre el tren de la Tragedia de Once aseguren que los frenos funcionaban correctamente. O aceptar que los aviones de Fly Bondi, la nueva línea de bandera del oficialismo, siga operando las 80 rutas concedidas a pesar de las deficiencias técnicas y el riesgo de un posible accidente. Para ser socios de la Argentina PRO, ¿debemos volar como kamikazes en los tres aviones destartalados de esa empresa ligada a los funcionarios amarillos?
Para ser socios, ¿debemos celebrar la visita de Christine Lagarde, sonreír satisfechos por las disculpas del Papa, enojarnos –como Ricardo Darín- porque CFK no está presa, exigir una ley que castigue a los que cantan el hit del verano en cualquier rincón del país o creer que la inflación está bajando, aunque los datos oficiales indican lo contrario? Como club o como empresa, la propuesta de la vice Michetti es una burla más para los que disfrutan ser blanco de los burladores. Un país no se construye con accionistas ni se conduce con gerentes. Un país no tiene futuro si su pueblo no enfrenta los conflictos que lo hacen desigual a pesar de la abundancia ni desecha a los estafadores que triunfan en las urnas con estudiadas frases de salón que encierran las peores intenciones.

2 comentarios:

  1. Pero se le escapa un detalle, Gustavo y es que, siendo sinceros, la sola idea de ser "socios" como pretende la vice no es para ingenuos, es para idiotas sencillamente.
    No hay, ni puede haber, para las ínfulas del argentino promedio, motivo para "asociarse" con la susodicha (su boca floja la condena), personaje notoriamente discapacitado (y no hablo de sus piernas sino de la oscuridad del túnel de su intelecto)... al final, diga lo que diga, siempre será tomado como otro - uno más - de sus malos "chistes".
    Es patética, pero quizás por eso, menos peligrosa que el resto de la mejor jauría de malandras del último siglo. Ahí lo tiene nomás al popular "toto" jugando al conspirador contra Venezuela y ahí puede morir gente, no?. Mucha.
    Y con la carancha lagarde revoloteando, cartón lleno... seamos pìadosos con esta vice, en la que ni vale la pena gastar desprecio, habiendo tanta otra porquería disponible y más apropiada.

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