lunes, 9 de marzo de 2020

La Grieta de siempre


Ya sabemos que Macri es una máquina de decir burradas. Un párrafo de sus tartamudeos es una lección invaluable de lo que no se debe pensar ni expresar. Su discurso es la exhibición de un ideario que nos arrastra a lo más oligárquico del siglo XIX. Aunque su gobierno ya terminó, el daño provocado en estos cuatro años perdurará por mucho tiempo, no sólo el económico, sino también el simbólico. Para no dejar de ser él, en Guatemala dijo tonterías y la más memorable será que –según él- el populismo es mucho más peligroso que el coronavirus. Por supuesto, trató de explicar esta sandez con más sandeces. Patrañas sin fundamento y mucho cinismo, como que los populistas “necesitan gobernar sin contrapesos para poder imponer todas las arbitrariedades que niegan los avances del mundo y de la tecnología”. Esto dicho por él, que orquestó un sistema de persecución judicial a los opositores, que desfinanció el Conicet, regaló el Arsat y boicoteó todo esbozo de investigación para el desarrollo soberano de nuestra tecnología.
En ese encuentro en donde los consustanciados con el neoliberalismo buscan soluciones para los daños que ellos mismos provocan, el Ingeniero instó a “ponernos metas con fechas inamovibles para mejorar las asimetrías”. ¿Qué sería ‘mejorar las asimetrías’, profundizarlas? Quizá sí, porque es lo que hizo durante su mandato. Y lo de las “metas con fechas inamovibles” suena a magia, como si decretara que a partir de tal día no debe haber más pobres o algo así. Y después, una confesión: “en la democracia cuesta mucho más tiempo cambiar las cosas”. Claro, por eso desde La Rosada no hizo más que derogar leyes por decreto, echar de un plumazo a jueces y fiscales desobedientes y mantener al Congreso lo más inactivo posible; por eso, para los que son como él, las elecciones son un gasto o una pérdida de tiempo, las leyes son un obstáculo y la Constitución Nacional, un viejo libro olvidado en un sótano; por eso, sus actos públicos fueron pantomimas televisadas con invitados selectos; y el Estado es un enemigo cuando no está al servicio de las apetencias interminables de una minoría privilegiada y angurrienta.
Aunque Macri ya no está en el gobierno –y esto hay que celebrarlo todos los días- ha dejado un legado que no sólo está conformado por la monstruosa deuda externa, el crecimiento de la pobreza y el desempleo, el cierre de miles de Pymes y una inflación más que duplicada: acostumbró a los más ricos a hacer lo que se les dé la gana con la plena seguridad de que nadie reprenderá sus predatorias decisiones.
Durmiendo con el enemigo
Desde el principio, el Buen Mauricio gobernó para una minoría y, poniendo el modelo del derrame como excusa, con gran parte de sus medidas incrementó la brecha entre ricos y pobres. Como dijo en Guatemala, “mejorar las asimetrías”. Erradicar la vil costumbre de multiplicar fortunas poniendo cada vez menos es un desafío quimérico. No sólo porque los poderosos resisten límites y controles, sino también porque tienen la capacidad de sumar a su mezquina causa muchos ciudadanos que nada ganan con sumarse. Claro, los medios de comunicación hegemónicos inoculan confusión en el imaginario de su desprevenido público.
Pero no sólo eso: esta semana dos revelaciones confirmaron, una vez más, que los medios no son sólo intermediarios entre un hecho y el destinatario, sino artífices de una realidad que se construye a la medida de los intereses de una clase. En primer lugar, el periodista de La Nación Carlos Pagni confesó en su programa televisivo que las atroces prisiones preventivas a los funcionarios K fueron resultado de la presión de ese diario, el mismo que está acostumbrado a publicar con formato de editorial el pliego de condiciones que presentan a cada nuevo presidente.
El segundo hecho tiene que ver con el lockout que los agrogarcas ejecutarán esta semana como protesta contra el incremento del impuesto a las exportaciones que afecta sólo a los grandes productores y beneficiará a los más pequeños. Esta nueva Rebelión de los Estancieros fue impulsada por Clarín y convertida en titular antes de que los protagonistas tomaran la decisión. Por si no se entiende: el titular ordenó la medida de fuerza. El presidente de la Federación Agraria, Carlos Achetonni, reconoció en una entrevista radial que, de no haber mediado la falsa información del ex Gran Diario Argentino, la entidad que representa no se hubiera adherido.
Si la vida del país va a estar ordenada desde la redacción de un monopolio mediático, la democracia parece cartón pintado. Si gobiernan los que nunca son votados, las instituciones se desdibujan. Si los poderosos quieren seguir succionando los recursos que son de todos y las plumas ilustres de los diarios alientan esta pulsión, los lamentos por la pobreza sólo son superficiales declamaciones que no buscan transformar nada. Aunque parezca mentira, algo hay que agradecerle al macrismo: que ha dejado en claro quiénes son los enemigos de nuestro futuro y no hay tiempo que perder para derrotarlos definitivamente.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...