viernes, 20 de marzo de 2020

Lo que no mata, fortalece



Ya no hay dudas de que la pandemia modificó nuestras vidas: cualquier encuentro es asociación ilícita o peligrosa aventura; las demostraciones de afecto mantienen la distancia; el aislamiento es la norma. Siempre están los exagerados que untan alcohol en gel hasta a las empanadas, pero son los menos. Para la mayoría, la higiene de las manos se ha convertido en un hábito que no hay que perder. La facilidad en la transmisión del covid 19 hace que seamos precavidos en la cotidianeidad. Lo que será más difícil es concientizar a la población de que esto no termina el 31 de marzo, sino que nos estamos entrenando para los meses venideros.  
Así es: de poco sirve tanta preocupación si creemos que dentro de unos días volveremos a la normalidad. Lo que pocos dicen es que esto no es más que un entrenamiento para cuando llegue el invierno, que es el momento más propicio para la propagación del virus. Esto no significa que vamos a vivir en cuarentena hasta que llegue la primavera. Pero sí asimilar que deberemos mantener durante muchos meses las restricciones y cuidados que estamos teniendo ahora. Y empezar a distinguir entre lo que es necesario de lo que es inútil. Los encuentros masivos son tan riesgosos tanto ahora como dentro de un par de semanas. Entonces tendremos que acatar todas las regulaciones que se diseñen para espectáculos y fiestas privadas. El uso de guantes de látex por la calle, por más pintoresco y obsesivo que parezca, es absolutamente inútil porque es lo mismo que andar con las manos al desnudo. Lo más importante que debemos comprender es que el 1 de abril no es una fecha mágica para comenzar a relajarnos, sino todo lo contrario.
Lo que también hay que restringir –y quizá sea lo más importante- es la circulación de estupideces y declaraciones irresponsables. Que la ex modelo y actual diputada provincial de Santa Fe, Amalia Granata explote la pandemia para su campaña contra la IVE, debería ser sancionado. Y más aún que se burle con su tuit: "Quisieron legalizar la muerte y la muerte vino a visitarlos… El virus afecta a niños y tuvieron que suspender la ley de asesinato seguro y gratuito. ¿Casualidad?”. Después vienen a declarar que el coronavirus debería contribuir a superar la Grieta. Una vergüenza que la portadora de tanta malicia sea representante de parte de los ciudadanos santafesinos.
Otro que debería quedar fuera de juego es el pastor Héctor Giménez por prometer un alcohol en gel milagroso a cambio de mil pesos. Ni hablar de los genocidas condenados que, a casi nada del Día de la Memoria, solicitan el arresto domiciliario para evitar permanecer en la cárcel. También los que violan la cuarentena y, a pesar de haber regresado del extranjero se muestran en reuniones y fiestas como si nada. Un caso emblemático es el de Fernando Riccomi, empresario rosarino dueño, entre otras, de Medicym, una prepaga que no merecería poseer. Y, por supuesto, los formadores de precios que aprovechan la angustia colectiva para incrementar sus ganancias. Esos sí son viles y llama la atención que, recién ahora, las autoridades estén elaborando un listado con precios máximos para productos de primera necesidad, lo que deberían haber hecho desde el primer día, porque los que especulan con los consumos básicos de la población actúan desde siempre.
Estar aislados puede ser agobiante, pero es necesario para evitar que el virus se haga imparable. Quizá estemos ante un desafío que debemos superar en comunidad, a pesar de estar en nuestras casas. Un desafío que no comprendieron los que pensaron en tomar la suspensión de actividades como unas vacaciones imprevistas o los que esperan laxitud en los controles para burlar las restricciones de circulación. Estos son los menos; los más aprovecharemos el encierro para salir más fortalecidos y dispuestos a diseñar un nuevo escenario donde los caprichos del mercado dejen de regir nuestra vida.

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