lunes, 16 de marzo de 2020

La vida color de virus


Entre la paranoia descontrolada y el “no pasa nada” hay una gama de actitudes a tomar ante el severo Covid 19, el tan mentado coronavirus que –contra todo lo que se recomienda- está en boca de todos. Para bien o para mal, todos hablamos del tema, como expertos, súper informados o chamuyeros de feria. En cualquier escenario, vemos a los que se bañan en alcohol en gel cada medio minuto y los que, como si nada, tosen o estornudan sobre sus manos, saludan efusivamente y hablan hasta por los codos esparciendo microgotas infectadas a los cuatro vientos. También están los que se encierran aunque no estén en riesgo y se sobre abrigan y encienden las estufas porque escucharon que el calor es el peor enemigo del diminuto invasor. Hay de todo: hasta están los que piensan que éste es un nuevo castigo divino por la IVE y los que se resisten a la cuarentena porque es el gobierno K el que tomó la decisión.
Más allá de estas cuestiones, lo que más provoca pesadillas es imaginar qué sería de nosotros si Macri estuviera en la presidencia. Un contrafáctico que podría verificarse con sólo echar una mirada a los países europeos más afectados por esta pandemia. Mientras en China el virus está controlado y desde Cuba puede provenir la vacuna, en Italia, Alemania e Inglaterra el número de contagiados crece cada vez más. España demuestra que para enfrentar esta crisis hay que abandonar las políticas privatistas del neoliberalismo y es por eso que el Estado interviene en los sanatorios para que la salud deje de ser una mercancía. Estas decisiones irritarían al Buen Mauricio quien, pocos días atrás, esputó que el populismo es más peligroso que el coronavirus.
Sin embargo, una pandemia como ésta sólo se enfrenta cuando el Estado se hace cargo de la situación y no sólo obliga a la población a evitar la socialización, sino que la ayuda a cumplir con el aislamiento. ¿Alguien se imagina a Macri pensando en licencias o ayudas económicas para los que se ven obligados a la cuarentena? ¿Alguien podría esperar que él se ponga al frente de controlar el precio de los barbijos o el alcohol en gel? ¿O que cuestione el desabastecimiento o la acumulación compulsiva de productos por parte de los que creen que viene el apocalipsis? ¿Acaso lo imaginan a Macri sugiriendo el fútbol televisado gratis para suavizar el encierro? ¿O cerrando las fronteras, él, que es tan enemigo del aislamiento del mundo o usando Aerolíneas Argentinas para la repatriación y no las empresas aéreas de sus amigotes?
No. Precisamente este tipo de crisis se resuelven con las medidas populistas que Macri y los que piensan como él tanto denuestan. Este tipo de entuertos se resuelven con solidaridad, amor, empatía y no con el egoísmo tan PRO que conocemos hace tiempo. Algo estamos aprendiendo: las encuestas de los últimos días señalan una aceptación de más del 60 por ciento a las medidas tomadas por el gobierno de Les Fernández. Quizá este peligro sanitario nos incite a tomar un camino diferente; que nos haga comprender que no puede haber un puñado de buitres que se quieran quedar con todo, mientras los demás padecen hambre, enfermedad y despojo. Tal vez, el coronavirus es el empujón que nos falta para tomar las riendas del mundo antes que los angurrientos terminen de destruirlo.

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