jueves, 30 de septiembre de 2021

¿Suplicar o convencer?

 

Si el Frente gobernante quiere recuperar números debe mostrar más voluntad para contener la avidez de los depredadores y así ampliar derechos. La disyuntiva de suplicar o exigir, la tibieza o la épica.

 

El Gobierno Nacional se está reformulando para conseguir más apoyo parlamentario en las elecciones de noviembre y así realizar transformaciones de fondo –es de esperar- en los dos años restantes de su mandato. No está dando “manotazos de ahogado”, como algunos interpretan ni “comprando votos con dádivas” como aseguran otros malintencionados. En todo caso, el Presidente está tomando medidas para aliviar la vida de muchos que carecen de lo básico; apenas eso, porque para hacer más, la batalla se endurece. Con el incremento de salarios y asignaciones, suba del mínimo de ganancias, bonos a estatales y alguna IFE más asegurará un tímido aumento del consumo con peligro de subida de inflación. Esto más el abandono gradual de las restricciones por la pandemia puede cambiar el ánimo de los votantes en las generales. Tal vez no alcance, pero es un indicio.

Después de las PASO, emergió la disyuntiva: ¿hacia dónde ir para recuperar votos? En otras palabras: ¿quiénes son los votantes a recuperar? ¿Los adherentes a la indignación selectiva o los que no encontraron entusiasmo para acudir a las urnas? ¿Los que creen en el diálogo y el consenso o los que añoran la épica de la confrontación? ¿Los que reniegan de la política o los que sostienen que la política está en todo? ¿Los que desconfían siempre o los que todavía sueñan? Por ahora, Fernández sigue en el centro, sin convencer a los primeros ni apasionar a los segundos.

Uno de los motivos del descontento electoral es, sin dudas, el precio de las cosas. Todo lo que nos cobran es desmesurado, desde los alimentos hasta las zapatillas, desde una remera hasta un alfajor, desde un alquiler hasta un servicio. El salario promedio no alcanza para cubrir la canasta básica, cuando debería garantizar también todo lo demás. En un país productor de alimentos, la comida es carísima. Un paseo por las góndolas se convierte en un saqueo a las billeteras. En estos días en que la carne se posicionó como el tema, descubrimos que mientras los salarios apenas superaron el índice de inflación –un 58 por ciento- el precio de los principales cortes escaló más de 110 por ciento. Eso no se arregla con palmaditas en la espalda ni pacto de caballeros. Los que nos roban todos los días no merecen nuestra simpatía. Pero el Gobierno, ¿está en condiciones para exigir, domesticar y sancionar a estos abusones?

Y pensar que muchos cuestionan nuestro sistema presidencialista, en el sentido de que el poder se concentra en una persona. Mentira, porque el poder no está en el presidente. Desde la concepción formal, hay tres poderes pero en realidad, hay sólo uno que no es ninguno de los anteriores: el llamado Poder Real.

Antes de votarse como presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti reiteró el versito de la independencia del Poder Judicial respecto de los otros dos poderes, el Ejecutivo y el Legislativo. Claro, esto significa que la política no debe meterse en asuntos judiciales, como siempre recitan los peleles de los medios hegemónicos y los exponentes amarillos. Pero nada dicen cuando algunos jueces atropellan todas las leyes para defender a los poderosos. No olvidemos que un par de magistrados dictaron medidas cautelares para evitar que sus “clientes” paguen el Impuesto Extraordinario de las Grandes Fortunas. También está frenada para Telecom y Clarín la declaración de Internet como servicio público gracias a un recurso aceptado por un juez. Dos jueces –Villanueva y Heredia- protegen a José Aranda, uno de los principales accionistas del Grupo Clarín y empresario arrocero, que quiso blanquear 2500 millones de pesos de una off shore sin explicar el origen de semejante monto. Estos dos jueces no sólo impiden que se investigue al tránsfuga, sino que lo asesoran para que realice el blanqueo en un distrito menos exigente que la Inspección General de Justicia. La Política no debe interferir en la Justicia, pero la Justicia sí interfiere en la Política para defender a los poderosos.

Entonces, ¿cómo esperar que Alberto Fernández tome medidas más enérgicas en pos de buscar la equidad si un puñado de jueces y fiscales se plantan como escudo de los que se creen dueños del país? La democracia está condicionada por el Poder Económico, conformado por depredadores a los que no vota nadie y cómplices judiciales que tampoco son votados. La única manera de buscar cierto equilibrio es a través de las urnas, para que los números fortalezcan a nuestros representantes. Lo que está haciendo el Frente gobernante puede parecernos insuficiente, pero sin apoyo electoral, podrá hacer menos. Y ése no será el mejor panorama.

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