viernes, 11 de noviembre de 2011

Tecnópolis: el futuro del futuro

Un poco desmantelada pero sin dejar de recibir innumerables visitas, la mega-muestra de ciencia y tecnología está a pocos días de cerrar temporalmente sus puertas. Primero iba a funcionar durante unas semanas en un predio de la CABA, pero el capricho del Jefe de Gobierno sumado a la proximidad de su boda impidió la inauguración en los últimos meses del Año del Bicentenario. El predio de la localidad de Villa Martelli, en el que funcionaba una dependencia del Ejército Argentino, de casi cincuenta hectáreas, es donde decidió emplazarse a mediados de este año, para funcionar durante un mes y medio. Su fecha de cierre se fue postergando debido al éxito y los buenos comentarios de los visitantes y ahora sí, a fines de noviembre, Tecnópolis se despedirá de la sociedad para volver en unos meses como una muestra permanente. Según lo planeado, durante estos meses se transformará en una feria itinerante que se trasladará a distintos lugares del país, en una versión más reducida, por supuesto.
Ya está comenzando la construcción de los locales que albergarán a los stands de manera más sólida. Para julio del próximo año se está elaborando un nuevo diseño y distribución de las muestras y entonces sí, la vidriera de la ciencia y la tecnología de nuestro país quedará instalada para siempre.
Tecnópolis es puro entusiasmo, mucho relato y bastantes promesas. No es la espectacularidad que se anunciaba desde el oficialismo ni la exposición del subdesarrollo que cuestionaba la oposición. No es un parque de diversiones ni el país de las maravillas. Es un acta de compromiso por lo que viene. Es una maqueta del proyecto de país que se está construyendo. Por eso en su recorrida da la sensación de estar presenciado bocetos inacabados de nuestro futuro. Para quienes fueron con la idea de encontrarse con montañas rusas, máquinas voladoras, juegos infartantes, diversión pura y alocada salieron, por supuesto, decepcionados. Los que van con una expectativa baja, salen medianamente satisfechos.
Hay que recordar que fue pensada como una muestra temporal que se extendió por más tiempo de lo planeado. Por eso es que se queda más en intenciones que en concreciones, no porque lo que se muestra no resulte interesante, sino porque la manera de mostrar resulta reiterativa. En todos los stands abundan los LCDs con datos y relatos y al final uno se da cuenta de que ha hecho un recorrido por infinidad de documentales y es todo lo que ha visto. La interactividad está pensada para los más chicos, que seguramente tienen más opciones para divertirse. Para los grandes hay innumerables letreros que cuentan y no mucho más que eso. La sorpresa no debe estar sólo en el contenido de lo que se cuenta, sino en la manera de contarlo. En todo el recorrido hay una abundancia de exposición estática, tal vez porque la ciencia y la tecnología en nuestro país recién están arrancando, después de décadas de abandono. Basta recordar que en los noventa, quien fue el ministro de  economía y ahora pretende dar consejo a los brasileros, Domingo Cavallo, mandó a lavar los platos a los investigadores del CONICET, disconformes con los sueldos de hambre con que el Estado retribuía su trabajo.
Como en nuestro país la ciencia es un proyecto, Tecnópolis también lo es. Y como todo proyecto, se construye mientras se avanza. Un proyecto no es un modelo. Un modelo es algo acabado que se puede copiar sin muchas alteraciones. Un proyecto en cambio es un recorrido con una idea como punto de partida y un sueño como meta. Para los que ven siempre el vaso medio vacío, Tecnópolis es sólo propaganda del gobierno. Para los que ven el vaso medio lleno es un buen punto de partida con un gobierno que piensa al Estado como impulsor de todo desarrollo.
Por otro lado, hay un mensaje muy claro: la ciencia y la tecnología están al servicio de la vida cotidiana de las personas. Por eso lo que se muestra como avances se relacionan más con mejoras de lo existente que con fantasías fílmicas. La ciencia de Tecnópolis en la cura de enfermedades, en el mejoramiento de las técnicas de producción, en la observación de nuestro entorno y en el aprovechamiento de nuestros recursos. Y también abundan los mensajes sobre la conservación del medio ambiente. Los coches eléctricos en los que se puede dar un paseíto son una muestra de ello. Y también los generadores eólicos y a energía solar. En todos los casos, falta reforzar la manera en que esos avances llegan al público, pues no se puede reducir todo el relato a carteles estáticos e imágenes en LCD.
En definitiva, Tecnópolis es una ventana a un futuro que despierta con un Estado decidido a dar apoyo a la investigación. Cuando dentro de unos años veamos las fotos de esta primera mega-muestra podremos advertir cuánto se ha avanzado.  

1 comentario:

  1. No he ido a Tecnópolis pero he visto fotos y he escuchado infinidad de comentarios. No es una feria de diversiones, es ciencia, ciencia pura. En realidad no es una muestra para el público en general sino para técnicos, ingenieros y científicos. ¿Que puede encontrar una persona no ligada a la tecnología en Tecnópolis?. Aburrimiento. Solo gente técnica puede fascinarse ante los adelantos porque están contados y mostrados como eso, porque esa gente está entrenada para admirar la tecnología, en suma, porque entiende el juego. Para el público en general está Dicovery Chanel donde las maravillas están pedagógicamente preparadas para que las entienda cualquiera (y a veces no tanto). Pero si 40% de lo que se muestra se concreta vamos camino al futuro. Espero que el sucesor de Cristina entienda también el juego.

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