El Presidente ecuatoriano arrasó en los comicios del domingo
y no sólo obtuvo una nueva reelección, sino también dio cátedra. Con casi el 57
por ciento de los votos, dedicó el triunfo a los seguidores de la “patria chica” ecuatoriana y la “patria grande” americana. Guillermo
Lasso, el banquero que se convirtió en opositor, quedó lejos con el 25 por
ciento de los sufragios. En su discurso
de aceptación de la derrota, Lasso
prometió a quienes no lo votaron que “seguirá
respetándolos”. Menos mal,
todos tranquilos. “A esta
revolución no la para nadie –señaló Correa- Estamos construyendo la patria chica, Ecuador, y la patria grande,
nuestra América. Esta victoria es de ustedes, ¡que viva la patria!”.
La conferencia de prensa que brindó después de los comicios
se convirtió en un compendio de los motivos de la victoria. “Aquí ya no mandan la partidocracia, ni
la bancocracia, ni los medios de comunicación, ni el Fondo Monetario
Internacional”, anunció varias veces, desatando el entusiasmo del
público. Para Correa, el desafío para
los próximos años será “hacer
irreversible el cambio” en la lucha contra la pobreza. Y aquí viene lo
más contundente. Cuando le preguntaron si tendería puentes hacia la oposición,
el Mandatario explicó que no hablaría con una dirigencia “impresentable”, como Lucio Gutiérrez y Álvaro Noboa. “¿Qué
se puede debatir con ellos? Son los demagogos, los que no presentaron ninguna
propuesta y han sido los grandes derrotados”, afirmó.
Pero no han sido los únicos. “Otras de las grandes derrotadas es la
prensa mercantilista, que conspiró y desinformó”, especificó Correa. Y, por
las dudas, explicó: “una de las cosas que hay que arreglar es una prensa que quiere juzgar,
y no lo vamos a permitir. Con la prensa honesta no tenemos ningún problema.
Vamos a luchar por una ley de Comunicación que logre aprobar la asamblea”. Una endemia peligrosa en la región, la de
la prensa independiente. Independiente de toda construcción
colectiva, solidaridad o sentido de futuro. Sólo dependiente de intereses
destructivos, de angurria insaciable y que destilan veneno, angustia, desánimo
a través de sus titulares malintencionados.
Aunque no utilizó esos términos, la prensa canalla y la oposición impresentable son los enemigos de
cualquier patria. Denunciarlos no es perseguirlos, sino crear conciencia.
Señalarlos es dejarlos solos con sus aliados y seguidores, para que no se mezclen con los buenos ciudadanos. Y lo importante:
dejar en claro cuáles son las estrategias oscuras a las que apelan para
provocar el caos, no porque sean los genios del mal que suelen verse en los
comics, sino seres de carne y hueso –es
un decir- que sólo piensan en desbordar sus arcas, a costa de empobrecer al
resto.
En estas tierras, el acuerdo
celebrado entre el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno y
diferentes asociaciones de comercios minoristas ha sido denostado desde sus
primeros pasos. Como visionarios esclarecidos que no son, anuncian el fracaso
de esas medidas que intentan controlar la inexplicable inflación que se produce
mes a mes. Una primera observación: si
un acuerdo fracasa es porque una de las partes no cumplió. Algo que no
dicen, porque para ellos la inflación es una especie de flagelo disparado por inasibles dioses y no producto de la avaricia de los que no tienen límites al incrementar
sus ganancias. En lugar de celebrar un acontecimiento que busca aliviar una
situación, apuestan a generar miedo y
desconfianza en la población, no como advertencia, sino convocando a nuestros
peores fantasmas.
Como refuerzo de todo esto, despliegan nefastas estrategias
para que, en el futuro todo se vaya por la alcantarilla. Las amenazas de los
estancieros constituyen una primera pata. Sin el poder de convocatoria infausta
de 2008, ahora tratan de amedrentar al
Ejecutivo negándose a comercializar los granos y sumarse a cualquier protesta
que se produzca por ahí. El diputado Facundo Moyano, que ostenta algo más
de coherencia en la familia, aunque no para hacer derroche, les echó
insecticida. Claro, ellos no tienen nada
que hacer junto con los trabajadores, a los que explotan con vileza en sus
campos.
Lo que más irrita son sus constantes lloriqueos. A pesar de
que, de acuerdo a sus propios informes, durante
2012 pudieron invertir un 27 por ciento más que en 2011, alcanzando la suma de
236 millones de pesos. Para los productores sojeros, la rentabilidad bruta
de los propietarios de la zona núcleo se ubica entre el 130 y el 200 por ciento y los arrendatarios ronda el 50 por
ciento. En una zona no núcleo como Santiago del Estero, la ganancia se sitúa
en 48 por ciento para los propietarios y un 30 para los arrendatarios. Tanto
lloran que ahora amenazan. “Hay que
ir a un cese de comercialización de lo que más se siente en este país, que es
la soja –prepoteó Eduardo Buzzi- Desde el momento en que haya decenas de barcos parados en el Río de la
Plata porque no pueden venir a cargar soja, ahí van a tener que convocar y venir a discutir de otra manera”.
Desde Coninagro, Carlos Garetto
se diferenció de los demás integrantes de esa mesa desenlazada. “En la gran escala, la producción de soja
sigue siendo rentable –explicó- debido
a que los precios internacionales
compensan los costos y ofrecen mayor seguridad de cosecha”. Para el
titular de esa entidad rural la propuesta de no comercializar “es insostenible en el tiempo, porque los
compromisos fiscales, financieros y comerciales por los compromisos que tienen
que cumplir los productores” que no tienen “tanta espalda” como los que impulsan la medida. Por supuesto, el objetivo de la movida de los estancieros
es generar algún impacto financiero que reste algunos votos al Gobierno
Nacional.
La opereta de los Moyano en Maxiconsumo se encuadra en estos
intentos. Esgrimir la cifra salarial para succionar trabajadores, aunque no cumplan tareas propias de
transporte, resulta incomprensible. Pero la escena más patética de esta
pantomima es que sea el macrismo, de la mano de la Subsecretaría de Trabajo
porteña, que nada tiene que ver en un conflicto de alcance nacional, el que
ponga paños fríos. Tan armado que más
que drama, parece parodia. El episodio se presenta como una injusticia más del Gobierno Nacional, a
tal punto de llamar traidor al
Ministro de Trabajo, Carlos Tomada, uno de los más comprometidos de la
historia. Y lo peor, la intención de
mostrar al Jefe de Gobierno como el gran solucionador. Una película tan
absurda que tiene como objeto conducir al fracaso todo acuerdo en la
comercialización de productos básicos.
Pero sólo los prejuiciosos y desinformados
creen en esta historieta. Sólo los
manipulados llegan a conclusiones adversas. Cada paso que dan los deja en
evidencia. Conspiradores que merecen la soledad de los villanos. Y el fracaso
también pues, de triunfar, este
colectivo que tanto costó alcanzar padecerá las consecuencias de semejante
distracción, como ha ocurrido tantas veces. El triunfo de Ellos será el
fracaso de todos. No merecemos volver a probar semejante veneno, porque nos cuesta mucho sobreponernos de
sus efectos. Y no vale la pena siquiera intentarlo.
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