Ante las maniobras
especulativas de los formadores de precios, militantes, cíber-usuarios y
algunas organizaciones sociales convocaron a un Apagón de Consumo en
supermercados, cadenas de electrodomésticos y en las estaciones de Shell. Una manera de defender los bolsillos,
víctimas de los mordiscones de los angurrientos de siempre. Esta idea rompe
el sentido común enloquecedor de los medios hegemónicos, que tratan de culpar
al Gobierno Nacional por la suba injustificable de los precios. En realidad, desde
las usinas de estiércol y de la oposición patológica, todo, absolutamente todo,
es culpa de Cristina. Una mirada pueril
sobre la vida política argentina a la que sólo pueden adherir los prejuiciosos,
distraídos y desmemoriados. Porque si
a esta altura de los hechos todavía creen en las catástrofes -más deseadas
que cercanas- que anuncian a cada rato, en la torpe demonización que realizan
de algunos funcionarios, en la lectura maniquea que exponen sin rubor, en las fábulas
con pretensión analítica y en las mentiras necesarias para justificar tanto
desquicio, nada podrá hacerse para
rescatarlos de esa nociva burbuja agorera.
Desde hace unas semanas, las
caras famosas de la tele y las ilustradas
plumas de los diarios más vendidos manifiestan un indisimulable placer por los
números que parecen desmadrarse. El dólar blue
–ilegal, vale aclarar siempre- y el pronóstico del clima sirven por igual para condimentar el
ambiente apocalíptico que dibujan para su alucinado público. Ni una sola
crítica se les escapa hacia las pocas empresas que fabrican todo ni a las
grandes cadenas de supermercados que multiplican sus ganancias a fuerza de
saquear nuestras billeteras. Y si La Presidenta solicita a la ciudadanía que
fiscalice las góndolas, salen los pavotes a decir que ése no es trabajo
para los compradores. Claro, para los individualistas extremos, deberíamos
salir acompañados por un policía, un inspector de tránsito, un funcionario de
la secretaría de Comercio y otro de Bromatología para protegernos durante el
escabroso paseo por las góndolas. En el
ideario destructivo que presentan todos los días no hay espacio para la
construcción de la ciudadanía.
Como era previsible, los serviles periodistas hegemónicos se
escandalizaron por el Apagón de Consumo y, como contrapropuesta, llamaron a consumir como nunca. Esto
demuestra que no les importa nada, ni la economía, ni el público ni el futuro
del país. Como son representantes del Poder Económico, aunque se disfracen de objetivos, no hacen más que defender los intereses de los que quieren succionar
nuestros recursos, de los que fugan divisas, de los que nos estafan, de los que
nos quieren ver otra vez de rodillas.
El
pequeño escenario de los medianos
Nada de esto sería posible sin el aporte imponderable de los políticos de la
oposición extraviada, que, aunque son
representantes elegidos por el voto popular, actúan como guardianes de los
intereses de una minoría. No se equivocan nunca y jamás se distraen. Mientras se maquillan para las masas,
desfilan para los buitres. Aunque se muestren como republicanos, pisotean
las instituciones. Aunque cobren como legisladores, trabajan como columnistas
en los grandes medios. Aunque afirmen
tener propuestas, sólo recitan consignas dictadas por la ortodoxia.
Fieles cancerberos, las estrellas del radicalismo convocaron a
una conferencia de prensa, más como un casting
para llamar la atención del Círculo Rojo que como una acción esclarecedora para
defender los intereses de todos. El eje del guión que interpretaron fue una
crítica lapidaria de la caótica
situación económica, política y social a la que nos ha conducido el proyecto K.
Aunque los periodistas escarbaron para encontrar algún atisbo de definición o
propuesta, sólo balbucearon algunas
quejas sobre la inflación calamitosa
y el despilfarro de los recursos del
Estado. Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central en tiempos
del neoliberalismo, gambeteó: "no se trata
de plantear ahora medidas. Lo primero es reconocer el problema y para eso
necesitamos un índice de inflación creíble. No el del INDEC. Es la única manera
de ponerse metas para bajar la inflación y trabajar sobre las expectativas inflacionarias, que son centrales".
Para que se entienda, detrás de las expectativas inflacionarias no hay una
preocupación por el bolsillo del trabajador. Bajar la inflación significa,
para los defensores de la ortodoxia económica, achicar el mercado interno,
acotar las posibilidades de consumo de la clase media y, sobre todo, reducir
las asignaciones que reciben los que menos tienen. En definitiva, la única
propuesta que podría mejorar la situación del país es dejar la economía en
manos de los expertos, que no son más que operadores del sector
financiero nacional e internacional para que la vida cotidiana quede a
merced de las impiadosas leyes del mercado. Lo que quieren es que los
ciudadanos se conviertan en servidores
del capitalismo salvaje para seguir llenando las arcas de una minoría
empachada que quiere seguir engordando.
Lo más grave
es que no confiesan lo que piensan ni aclaran qué harían en caso de estar en el
poder. El senador Ernesto Sanz inició el diálogo con los periodistas con una
capciosa lectura sobre el discurso que el martes brindó CFK en cadena nacional.
"Otra vez la presidenta perdió la
oportunidad de transmitir certezas y, por el contrario, con su discurso sembró
más incertidumbre", sin aclarar para
quién sembró semejante cosa. En realidad, la incertidumbre para los que más tienen son certezas para los que
menos tienen. Y viceversa.
Lo que Sanz y sus secuaces querían escuchar en
boca de la Primera Mandataria era un
plan de ajuste al estilo noventoso o
los recortes al mal llamado gasto público
que pergeñó la Alianza a comienzos de este siglo. Por el contrario,
Cristina anunció incrementos en los haberes jubilatorios y la ayuda escolar, para que el mercado interno se movilice
desde abajo. Y ésta es la manera más efectiva para garantizar la
redistribución del ingreso, porque si los recursos van a hacia los que más
tienen -el famoso modelo del derrame- los
miserables sólo dejarán caer algunas gotas y el resto irá a parar a algún
paraíso fiscal.
Un día antes, fue el diputado socialista
Hermes Binner el encargado de decir inconsistencias, como sus deseos de que
el Gobierno Nacional “dé en la tecla con
las medidas que mejoren la situación económica del país”. Como si de un
juego de azar se tratara y no de un
proyecto que en diez años recuperó lo que durante mucho tiempo se rifó al
capital internacional. Después, dijo lo de siempre, bajar la emisión
monetaria, cuidar las reservas y las tonterías del diálogo y el consenso.
No olvidar: para los poderosos, el diálogo es el espacio para dictar órdenes y el consenso es la obediencia. Conceptos alejados de cualquier ideario socialista que se piense como
tal.
Todos los integrantes de la desconcertada
oposición evitan confrontar con los grupos concentrados de la economía. Por el
contrario, hablan de ellos como si
fueran víctimas y no victimarios. Víctimas de un gobierno que se ha
comprometido a construir un nuevo futuro, en
el que todos gocemos de los bienes que se producen en el país. Víctimas
porque tienen que renunciar a una mínima porción de sus ganancias espurias
porque Cristina se ha encaprichado
con la idea de la redistribución del ingreso. Víctimas de una horda politizada de jóvenes -y no tanto-
dispuesta a defender lo conquistado. Víctimas porque el despreciable populacho se
resiste a convertirse en esclavo. Víctimas porque, de una vez por todas, deberán devolver lo que nos han escatimado
durante todos estos años.
Excelente Gustavo !!! Claro y contundente como Siempre. Con más Fuerza que nunca salimos a Defender las conquistas logradas Gracias a este Proyecto Nacional y Popular !!!
ResponderBorrarEL PROBLEMA DE TODOS ESTOS DETRACTORES DE CFK ,ES QUE CADA. VEZ TIENEN MENOS POBRES PARA EXPLOTAR,AUNQUE AÚN QUEDAN MUCHOS DESDENTADOS.
BorrarPor supuesto que todavía falta mucho para conquistar y muchos argentinos para incluir. Pero están desesperados por romper lo que hemos construido en estos años. Se caen las babas cuando miran las reservas y los recursos destinados a los que menos tienen
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