El
cambio que estamos experimentando es tan rotundo, que hasta los funcionarios amarillos están desorientados. Unos afirman
que el trabajo sucio ya está hecho
mientras otros auguran que lo que hace falta es un ajuste mayor. Por momentos, Macri habla de dolorosas medidas y al rato,
asegura que esto es gradualidad. La Revolución
de la Alegría resulta asfixiante dentro del oscuro túnel en que nos han
metido y la luz del final se extingue en
la distancia. Los que prometían que íbamos a estar cada vez mejor nos reprochan los disfrutes del pasado
y nos exigen restricciones para seguir
llenando las copas de los que tienen de sobra. Con sus propias decisiones
rompieron un equilibrio y, como no
encuentran la vuelta para armar uno nuevo y ya no pueden restituir el anterior,
sólo apelan a las tretas de siempre: el denuncismo cotidiano, los enredos
judiciales y la confusión discursiva
para entretener a un público anonadado.
Hasta
los propios reconocen que las cosas no van bien. Las cifras más abstractas y
las cotidianas no anticipan meses armoniosos. La lluvia de dólares se resiste hasta a las danzas de los brujos más
poderosos. La mágica confianza que iba a conquistar a los
inversores del mundo demuestra sus fracasos seductores. El as en la manga de la
flexibilización laboral amenaza toparse con la resistencia de los trabajadores.
La excusa de la pesada herencia se disipa ante el despertar de la memoria colectiva.
Las denuncias domingueras se desmienten antes de convertirse en los titulares
del lunes. Los jueces independientes de
la Justicia ya no saben qué inventar
para procesar ex funcionarios y los periodistas independientes del periodismo no encuentran más recursos para disimular el horror del engendro que ayudaron
a construir.
Cuando
los productos cotidianos exhiben números exorbitantes o empiezan a escasear, los relatos oficiales se vuelven ineficaces
por más marketineros que sean. Si la billetera no alcanza, el malestar
rompe con todos los argumentos. Más aún si cada día incorporamos más
imposibilidades. Corear “sí, se puede” cuando
hoy se puede hacer menos que ayer es
casi de autómatas. Mantener las esperanzas mientras los miembros del
Gran Equipo muestran gestos de velorio es propio de masoquistas. Si salen a
pedir a sus votantes que pongan buena cara ante las asperezas del cambio es porque intuyen que el 51 por ciento está menguando.
El
sinceramiento tan cacareado no es más que envolver a las víctimas en un
perverso entramado de mentiras. Los
únicos que invierten son los ciudadanos y no por propia voluntad. Mientras
nos piden nuevos sacrificios, los principales beneficiados por las decisiones
gerenciales de Macri siguen acumulando sin soltar un centavo. La lógica del derrame vuelve a fracasar
porque la avaricia no permite fisuras.
La manteca y el símbolo
Tanto
estamos cambiando que, en breve, la
manteca se convertirá en uno de los principales venenos. Un episodio digno
para la historieta del ridículo. Como el Gran Equipo está conformado por
gerentes, quedamos a merced de los
caprichos empresariales. Y el Estado nada puede hacer porque, como buenos liberales, no son
intervencionistas. Así dicen, pero es
una de las principales hipocresías. ¿Acaso no es intervención quitar
retenciones, liberar el comercio exterior y permitir la importación sin
arancelamiento? ¿O qué es el blanqueo de
capitales sino una fuerte intervención para beneficiar a los verdaderos
representados? Pero para Ellos no está mal tomar medidas para facilitar la
acumulación de los poderosos, pero intervenir
a favor de los más vulnerables es repudiable.
Y ponen cualquier etiqueta para reforzar el rechazo: intervencionismo,
populismo, proteccionismo. Ahí se
enciende la alarma y el Estado simula ser sólo un espectador del juego que
propone el mercado.
Según
el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, no puede hacer nada si “hay una decisión empresarial de hacer más
queso porque les permite un mayor margen de rentabilidad”. En esas circunstancias, el “sí, se puede” pierde su efecto mágico.
En realidad, siguen fabricando manteca, pero para exportación. El gobierno no
se queda al margen: sus apologistas
mediáticos presentan productos alternativos o difunden las bondades de no
consumirla. Tanto denostar al periodismo
militante, desde la TV Pública un periodista relató un episodio ocurrido en
Dinamarca, donde un incremento del precio del producto logró salvar 150 vidas
por reducción del consumo. A partir de ahora, deberemos agradecerles por privarnos de la manteca, del lomo, del
aceite y de todo lo que nos vamos a tener que privar con la escueta mesa
que los amarillos disponen para nosotros.
Y
no sólo en nuestra mesa tendremos restricciones. El intervencionismo estatal
para los más poderosos nos aprieta por
todos lados. Gracias al proteccionismo
para las grandes fortunas, las clases medias están perdiendo la planificación de su futuro: nada de
vacaciones, coches nuevos, reformas hogareñas, estreno de artefactos. Y si las
clases medias restringen sus disfrutes, ni
hablar de las renuncias de los sectores menos favorecidos. Los comedores
comunitarios empiezan a desbordar de
concurrentes y las organizaciones que atienden a personas en situación de
calle deben duplicar las raciones que
reparten.
Ya
estamos conociendo el cambio y nos gusta
cada vez menos. Además de los bienes que nos niegan, el populismo de derecha encabezado por Macri no cesa de provocar.
Como representa al establishment, todos sus instrumentos están a la mano para
concretar el ambicioso plan de
apoderarse para siempre del país. No sólo de sus riquezas sino también de
sus símbolos. Los festejos por el Bicentenario de la Independencia y el
discurso del empresidente frente al
rey de España es una síntesis de esa
intención. Este emblema puede ser re significado y, a 200 años de
declararnos independientes, el ministro
de Economía se disculpa ante los empresarios españoles y Macri analiza la
psiquis de Nuestros Héroes ante el querido
Rey.
Los
símbolos que puedan ser reciclados por el plan restaurador serán funcionales
para la refundación de la colonia,
ahora llamada supermercado del mundo. Los que no, serán destruidos. Las
madres, la K, La Cámpora, los nombres, las personas. Como intentaron en otros
tiempos de la historia: vaciar la
memoria para escribirnos desde cero. Sin dudas, estamos padeciendo la
primera dosis de la doctrina del shock. Provocaciones
a la espera de una reacción. Reacciones que reciben represión. El cambio es
un castigo cargado de promesas. Un
presente plagado de castigos. Pero el futuro no debe ser eso porque no es lo que prometieron. Antes
de que hayamos cambiado del todo debemos
escapar de este túnel que no nos conduce a una luz salvadora, sino al infierno en el que muchas veces
estuvimos.
"Con Hebe no se jode" cantan porque la tipa no se presentó a una declaración indagatoria solicitada por la justicia.
ResponderBorrarEs como que viven en una realidad paralela, llena de profecías autocumplidas, solo ven la realidad que les conviene, la que no la tapan infantilmente. Cuando hacés doble clic para mostrarles las mentiras que profetan se ponen como se puso Moreno ayer. O vos directamente no publicás los comentarios. Esa mezcla de intolerancia, soberbia, ignorancia. Los Kirchneristas son el papelón de la Argentina.
En la causa Sueños Compartidos Hebe está como querellante, no como imputada. Quién esta en una realidad paralela? O para lelos.
BorrarNo, por favor, no justifique así la maldad K, justo hoy que nuestro amado virrey recibía al jefe de personal de su divina majestad, esta vieja chúcara y los inadaptados de siempre le arruinaron la fiestita..... es horrible, ¿nadie piensa en el gasto en depilación, en el batallón de cardiólogos, los expertos en felicidad, los guionistas (y son más caros, porque son bilingües pa´traducir y analistas de disléxicos pa'entender a nuestro héroe). Todo éso a la basura y ni pensemos en qué dirá el yanqui de nuestro líder, el infra CEO majestuoso... gente mala, y mucha, si sabemos que el kirchnerismo está extinguido, no?
BorrarNo te sientas censurado, querido Francisco: Te protejo del escarnio. Cómo vas a decir que Navarro es oficialista? Y muchas cosas mas que evidencian que no te informas bien y pensas mal
BorrarEl fracaso del cambio es tan evidente que hay que estar muy ciego para no darse cuenta. El mejor equipo de los últimos 50 años nos está llevando a la ruina y a la desintegración. Cambiamos en serio: estábamos muy tranquilos y ahora estamos en verdaderos problemas. Los únicos que celebran son los ricachones y los medio pelo, como decía Jauretche, esos que prefieren vivir en la miseria gobernados por rubios que pasarla bien con "los morochos". Nabos que coronaron como presidente a un contrabandista, un capitán de la industria que se enriqueció gracias al Estado, un tránsfuga con cuentas off shore, un cómplice de la dictadura. Después hablan de corrupción. Gracias por tus textos, que son muy esclarecedores y motivan muchos pensamientos.
ResponderBorrarEsteban Ortiz
Como siempre un excelente análisis descriptvo de la realidad,Gustavo;la pata civil de la dictadura,con el revanchismo y la "destruccion" del 55,llegaron de la mano de las sangijuelas del imperio del norte y un porcentaje de la población profundamente insensible y portante de una agnosia histórica y política despreciable.Esperó el Pueblo encuentre como siempre el camino de esta prueba electoral de los poderes fácticos,q hasta ahora ha sido efectiva para la concreción de los planes de implantación ideológica, y tan sólo para sustraer nuestros recursos y riquezas,para su unico y propio beneficio.
ResponderBorrarExcelente comentario Gustavo si algo se puede esperar de macri es que siga haciendo la vista gorda a esta realidad que día a día nos golpea más fuertemente. Solo la lucha diaria con la verdad como ariete nos llevara a buen puerto. Abrazo.
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