lunes, 1 de agosto de 2016

La famosa estafa de los globos



Que un par de tuits de adolescentes tardíos altere la seguridad del país indica que los nervios del Gobierno Amarillo están al borde del colapso. O tal vez aprovecharon este incidente para hacer una advertencia a los usuarios de las redes sociales. Un nuevo simulacro, entre tantos. Como la cumbre Macri-Tinelli, que distrajo al público cautivo de la agenda del denuncismo, tan rutinaria en los medios hegemónicos. No es para menos: los casos de corrupción que comienzan con los K desembocan siempre en los M. Los que prometían transparencia, terminan siendo los más opacos. Los que venían a corregir, desquiciaron todo. Los que ganaron con la Pobreza Cero, no hicieron más que incrementar la desigualdad. Los que iban a terminar con la inflación, la multiplicaron. Los que pretendían unir al país, sólo pujan para agrietarnos más. Hablar de errores de comunicación o inexperiencia no es más que profundizar la burla. Las excusas pueden ser muchas, pero el motivo es uno: Macri conquistó la presidencia engañando al electorado, lo que convierte su gestión en una verdadera estafa.
Aunque muchos no quieran verlo, si ninguna de las promesas de campaña se ha convertido en realidad no es por un imponderable sino por propia voluntad. No estaba en la agenda del Gran Equipo cumplir con las angelicales consignas que conquistaron el corazón de sus votantes. Muchos de los que optaron por el cambio deben estar arrepentidos si perdieron el empleo o vieron decaer su capacidad de compra en estos meses. Tamaño sacrificio no estaba incluido en el contrato que entablaron el día del balotaje. Todo era sonrisas y amor en el rostro de los candidatos. Ni siquiera la Pesada Herencia existía en esos tiempos de inevitable alegría que auguraban los coloridos globos. En los spots televisivos ni siquiera en letras chiquitas había contraindicaciones para esta tentadora fórmula. Los arrepentidos fueron los primeros en paladear el amargo sabor del cambio.
Otra porción importante del 51 por ciento todavía está expectante, menos entusiasta que unos meses atrás y más cerca de arrepentirse que de enorgullecerse. Aunque intuyen un entorno adverso, se obligan a estar esperanzados para no sucumbir en el pesimismo circundante. A pesar de que sus vecinos han probado unos bocados del horrendo plato, ellos siguen embelesados con la decoración. Todavía conservan un resto para aguantar el cimbronazo y confían en que todo terminará pronto, aunque estiren al máximo sus reservas y restrinjan al mínimo el consumo, por las dudas. Sentimientos encontrados conviven en estos erráticos conciudadanos que alternan la sonrisa y el ceño fruncido de acuerdo a la noticia del día y nutren su pensar con horas frente a la tele.
Los únicos que festejan
El “sí, se puede” pobló el predio de la Sociedad Rural durante la inauguración de su 130° exposición, cuando el empresidente fue presentado para emitir su discurso. En ese público no hay dudas ni fisuras. La empatía ideológica se fusiona con pertenencia social y posición económica. Un verdadero encuentro entre representantes y representados es lo que ocurrió en el histórico ferial regalado por Menem. A la ceremonia oficial concurrieron los votantes convencidos del cambio que deseaban para el país y los efectos negativos son justificados con la pesada herencia o directamente ignorados.
Que la pobreza haya crecido y el desempleo se incremente a diario no distorsionan el ánimo festivo de los que están satisfechos con la gestión del Gran Equipo. Aunque no tengan para comprar cinco millones de dólares, con sentirse libres para hacerlo les basta y sobra. Aunque no reciban ni una moneda de los más de 120 mil millones de pesos que recogerá el sector agroexportador por la devaluación y la quita de retenciones, celebran que la transferencia de recursos haya retornado a su regresivo cauce natural.
Esos asistentes aplauden a rabiar los dichos de Macri, a pesar de las inconsistencias y falacias que abundan en ellos. “Este maravilloso país hace muchos años que crece por debajo de su potencialidad, y en los últimos cinco años, nulo crecimiento”, dijo el Gerente de La Rosada, con la seguridad de que sus oyentes no rebatirán ni una de sus comas. Sin embargo, con sólo mirar tablas y estudios disponibles en internet desde diversas fuentes, el PBI nacional tuvo un crecimiento sostenido desde 2003 hasta 2011 insólito en su historia. En los últimos años, por la crisis internacional, Argentina creció menos pero no paró de crecer, cerrando el ciclo en 2015 con un 2,3 por ciento reconocido por el INDEC amarillo. Por lo tanto, Macri miente cuando niega todo crecimiento y quienes lo escuchan aceptan la mentira.
Pero debemos acostumbrarnos: cuando habla, nada dice. Aunque el crecimiento durante los primeros meses de gestión esté planchado en el 0,5 por ciento en caída, él dice que esto es mejor que aquello y hay que aceptarlo sin chistar porque ante él no valen los argumentos. Si declama que “el campo es el gran motor del país” no importa que se refiera a un sector que derrame poco o nada de lo transferido, compre dólares a mansalva y adquiera insumos importados por mera compulsión. En su imaginario, "el campo es mucho más que lo que puede producir, es mucho más que los impuestos que puede pagar”. Para él, los que sólo piensan la vida desde su ombligo económico conforman “nuestra historia, nuestro emblema y un claro ejemplo de solidaridad”. Y en un exceso de poesía que le sienta mal, jugó con el término ‘gaucho’, uno de los actores sociales desplazado por la avidez de los terratenientes. Pura confusión para exaltar confundidos.
Lejos de las naderías de Macri, Luis Miguel Etchevehere –el anfitrión de tan amoroso encuentro- vertió conceptos más profundos, como si fuera el verdadero ideólogo del gobierno. Primero, agradeció al presidente “por cumplir su promesa de eliminar y reducir las retenciones”, quizá una de las pocas que ha cumplido y después, como representante del sector que más desestabiliza con su pulsión especulativa, se esperanzó con “la estabilidad de la moneda”. Como no podía ser de otra manera y fiel a las imposiciones de la agenda mediática, solicitó que el Poder Judicial avance con “el castigo de todos los actos de corrupción”. En realidad, no de todos, por supuesto, sino de aquellos en que estén involucrados los personajes del gobierno anterior.
Porque lo importante para el futuro que diseña el macrismo con todos sus secuaces es que no exista la posibilidad de un retorno a una década como la pasada. "Si desterramos para siempre el populismo –continuó Etchevehere- que es la negación del porvenir, si nos liberamos del apego servil a las demandas y propuestas que no son sino coyunturales, oportunistas y demagógicas, estamos convencidos de que los argentinos ganaremos impulso y transparencia”. Por si no se entendió, para los que más tienen el gobierno ideal es el que ignora las demandas de los excluidos que deja a su paso su propia angurria. El mejor futuro para nuestro país es el egoísmo hecho gestión. Por eso Macri es el primer mandatario en acudir a ese escenario después de tanto tiempo, porque representa a muy pocos, a pesar de haber ganado las elecciones; porque pone la democracia al servicio de las corporaciones; porque engañó a la mayoría para satisfacer a una minoría. Por eso es un fraude que nos hará mucho daño y no lo olvidaremos con facilidad.

2 comentarios:

  1. Sigo siempre su blog y me acuerdo que cuando leía en febrero o marzo me parecía un poco exagerado todo lo que decía. Ahora veo que tenía razón. Lo suyo era una anticipación de todo lo que se iba a venir. Y se quedó corto. Abrazo enorme.
    Raúl Amado

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  2. Tal vez todo se reduce a la simpleza de comprender que: Luis Miguel Etchevehere, el subordinado Macri y todo el resto que componen y complementan ese grupo patricio y aristócrata, cuya riqueza se origina en el saqueo primitivo, están convencidos de que ELLOS son la argentina y la patria, cuando hablan y demandan en su nombre.

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