Muchas cosas pasan por primera vez desde que Macri es presidente.
La empresa láctea más importante del país ahora ofrece leche en envases de
medio litro, mientras el consumo por habitante es el más bajo en décadas.
Un juez ordena allanar la Casa Rosada por una de las tantas causas que
involucran al propio mandatario. Las torpezas verbales de un diputado ofenden a
una visita del Norte que, como represalia, sentencia que fueron 30000.
La provincia que regaló el triunfo a los sátrapas amarillos está a punto
de estallar mientras el Frente Renovador se convierte en un resumidero de
odiadores derrotados. Como nunca, las mentiras mediáticas se desmienten
apenas dichas y el blindaje hacia Macri empieza a mostrar fisuras. A
pesar de todo esto, muchos conciudadanos dirigen su indignación hacia donde
sopla la corneta, tan distraídos que no entenderán nada cuando esta
pesadilla termine.
Todo es tan precipitado que cuesta elaborar una lista. Mientras Clarín
nos entretiene voceando boñigas
informativas por todos sus medios, el Gran Equipo opera para concretar la
mayor redistribución regresiva de los últimos tiempos. Mientras los medios
hegemónicos provocan una epidemia de
tortícolis en la población víctima de sus patrañas, los ceos que
invadieron la Rosada no dejan de perjudicar al Estado con cada una de
sus medidas. Hasta algunos propios advierten sobre el abismo al que nos
acercamos que, en boca de Juan Carlos de Pablo es default y en la de Carlos
Melconian, es mierda.
La experticia ostentada en la campaña parece haberse esfumado ni bien
comenzaron a gobernar. Tanto dijeron que podían bajar la inflación
fácilmente que ahora la deben estar incrementando para demostrarlo.
Tanto quejarse del pequeño déficit que dejó Cristina que ahora lo
multiplican para que todos experimentemos lo malo que es. “A golpes aprenden los pueblos”, parece
ser el mantra que los guía. Tan
irónico es el destino que, como las encuestas no los muestran ganadores, se
tienen que montar al pequeño triunfo en Corrientes, contener el aumento en
las tarifas del transporte, postergar la ejecución del Fútbol para Todos
y hasta piensan repartir las Qunitas confiscadas por el juez Bonadío. Ellos,
que tanto han denostado al populismo, deben recurrir a él para obtener
algunos votos más. No nos asombremos si Mauricio vuelve a deleitar a su
público con los palmípedos pasos de baile que lo llevaron a la victoria.
De logros, ni hablar: sólo pueden falsear el pasado y distribuir
esperanza. La Revolución de la Alegría necesita sacrificios para volverse
realidad; sacrificios realizados por aquéllos que tienen poco para
sacrificar; sacrificios convertidos en ganancia de los que siempre exigen
nuestros sacrificios. Sin embargo, camino a las elecciones, siete de cada
diez argentinos considera que la economía no va a mejorar, lo que desafía a
los votantes a no sacrificar la
coherencia.
La venda que
no quiere caer
Después de las legislativas, no tienen en su agenda mejorar nuestra
vida, sino todo lo contrario: nuevos tarifazos, tijeretazos y despidos. Flexibilizar
el trabajo y subir la edad jubilatoria están en la mira. Y no es campaña del
miedo. Entre el chistecito de fútbol que desconcierta a los mandatarios
con los que se cruza, entre los discursos balbuceados cuando tiene la
ocasión, entre las promesas de paraíso que recita ante las
cámaras, se escapan de Macri sus más nefastas intenciones. Por eso
quiere despejar los tribunales de jueces comprometidos con los más vulnerables,
amenazándolos con el juicio político exprés que se cocina desde el invadido Concejo de la Magistratura.
También se filtran sus pretensiones de dar por tierra con las
políticas de DDHH, que es lo que le quita el sueño. El penoso episodio que
generó el diputado Eduardo Amadeo al interpretar como reconciliación entre
verdugos y víctimas la visita de Angela Merkel a una sinagoga, no sólo
debería dejarlo inhabilitado para un cargo público –como ocurriría en
Alemania- sino que muestra a los amarillos como casi apologistas de la
dictadura. Además de ajustar el
número de los desaparecidos, tratan de re instalar la teoría de los dos demonios y, con el verso de “los pobres viejitos
presos”, abonan el terreno para una especie de amnistía.
Si todavía quedan algunos buenos vecinos que confían en Mauricio es porque siguen engañados o
forman parte de los pocos beneficiados que reciben la transferencia de
recursos involuntaria de la mayoría. Los
engañados son los que consumen las falacias de los medios confundidores y jamás
se enteran de las desmentidas. Esos que se deleitan con el relato del
homicidio cometido –desde las fantasías de Gabriel Levinas- por Milagro
Sala, casi una novela policial negada por la viuda de Lucas Arias,
Luciana Santillán. Esos que alimentan sus prejuicios con los reiterativos
titulares que condenan a la Década Ganada
pero dejan resbalar como gotas las imputaciones y tropelías que el propio
presidente protagoniza. Esos que babean de rabia porque Cristina está libre
y atribuyen todos los males del presente a que los K se robaron todo. Esos que acusan de autoritarios a los
kirchneristas porque quieren evitar las PASO, pero ponderan a los demás
partidos que ya han decidido lo mismo.
Esos que esperan un derrame que revierta el otoño perpetuo del
Gran Equipo y lo transforme en un primaveral país desbordado de brotes
verdes; que creen que el déficit es culpa de los derechos de la mayoría y no
de la renuncia recaudatoria de los que más tienen; que se suponen
integrados al mundo porque nos están endeudando como nunca. Esos que se
consideran iluminados por no estar de un lado ni del otro pero sólo están
oscurecidos por las versiones propaladas desde uno de ellos. Esos que
pregonan como genialidad “son todos
iguales” pero eligen a los peores. Esos que, en breve, poblarán las
calles con sus cacharros para exigir que
se vayan todos, pero harán lo imposible para que gobiernen los mismos
que siempre nos han hundido. Esos que regalaron un triunfo inesperado y
quizá en octubre repitan el obsequio con esa incomprensible tozudez de los
que insisten en no entender nada.
No sólo es importante que termine la pesadilla sino cuándo. Y lo peor: En qué situación nos van a dejar. Tomás Infante
ResponderBorrarEL TURCO ASIS ESCRIBIÓ HACE UNOS AÑOS UNA NOTA TITULADA EL MITO DE LA SOCIEDAD SIEMPRE INOCENTE. ESTA BUENO VOLVER A LEERLA. VA EL LINK:
ResponderBorrarhttp://iarnoticias.com/secciones_2005/autores/0264_jorge_asis_24jun05.html
ALBERTO BARU
DISCULPE ME OLVIDABA: SU DESCRIPCIÓN DEL ACCIONAR DE ESTE GOBIERNO NEFASTO ESTA MUY CLARA. ALBERTO BARU
ResponderBorrarnuestros compatriotas que votaron esto en su interpretación estúpida y egoísta de la realidad y dejados llevar por todos estos delincuentes mediáticos burgueses y retrógrados que integran el universo periodístico de este maltrecho país, y ahora la padecemos todos salvo los oportunistas de siempre, ya no se aguanta mas, todos los días un escalón para abajo, pero vos siempre tan lucido Gustavo en tu análisis, gracias por tu "compañía", que bueno seria despertarse un día y ver que ya no estan, que fueron una pesadilla-besos
ResponderBorrarQuienes solemos pasar por sitios como éste sabemos, o creemos saber, qué y quién es el enemigo y que ese enemigo tiene cara, que es la cara del virrey y su mejor pero peor equipo. Solemos creer que esa visión es, además de correcta, obvia, elemental, lógica y que, por tanto, debiera ser generalizada, pero no.
ResponderBorrarPor más obvio y elemental que sea el paisaje del desastre no se lo ve, no se lo quiere ver como tal; hay "expectativas" de que habrá cambios milagrosos, que la "pesada herencia" es, de yapa a lo falso, eterna y la permanente porquería apenas una consecuencia de ello ..... cuesta entender porque el blindaje no puede ser tan eficaz, si no es que no se sabía, si los personajes son recontrachequeadamente viejos conocidos y padecidos en sus mañas, sus chanchullos, su pedigree de malandras... y no, el "hay que dejarlos gobernar" funciona, encubre y justifica la infamia de llamar "mafioso" a un tipo como Recalde, uno de los pocos que puede presentar un "certificado de decencia" (por denunciar y rechazar la coima de los tickets canasta)... discursito de ayer, infamia de siempre y que, a casi nadie le importa o siquiera registra.
O el poder de la prensa seria e independiente (de la decencia) es taaaan grande como para blindar y/o disfrazar las infamias o el problema es mucho peor de lo que suponemos y está muy enquistado en esta sociedad, no sólo formateada sino a gusto con el formato.... la culpa del chancho y la del que le da de comer.