En este Día de la Independencia,
Macri no habló de héroes angustiados
ni saludó al “querido rey”. Como
hemos experimentado con los gobiernos neoliberales anteriores, los festejos patrios parecen velorios.
Con un mandatario cada vez más lejos del pueblo, no se puede esperar otra cosa. Como no tiene logros que exhibir,
sólo puede balbucear excusas y esbozar
reproches. De lo que sí se enorgullece es del camino iniciado en diciembre
de 2015 –ése que la Vice Rodante
llama túnel- que no es ninguna Revolución de la Alegría sino un plan de saqueo para desigualar aún más a
la sociedad argentina. Con la convicción de un suicida, afirma que el rumbo
es el correcto aunque esté llevando al
país hacia una feroz tormenta que nos dejará asolados.
Tormenta que no es producto del enojo de los hados, sino de las medidas
que El Mejor Equipo de los Últimos 50 Años ha tomado desde que inauguraron La Rosada SA. Cada uno de los problemas que
enfrentamos a diario es la consecuencia
de una decisión: la eliminación de los controles cambiarios puso la
estabilidad de la moneda en manos de fugadores
y especuladores; el descomunal endeudamiento sólo sirvió para condicionar nuestro futuro; la tasa de
interés de las Lebac desecó el crédito
productivo para alimentar la bicicleta financiera; la apertura de
importaciones demolió la industria local
e incrementó el desempleo; la eliminación de cargas impositivas no fomentó la inversión y desfinanció al Estado; la
quita de retenciones y la exportación libre significó un incremento bestial del precio de los alimentos; la obsesión por
bajar el déficit genera más recesión; y la Libertad de Mercado que los
amarillos reivindican no produce más que
opresión para los más indefensos, que somos casi todos. La tormenta la
armaron Ellos y como desactivarla implicaría
hacer lo contrario de lo que piensan, nada mejor que enfilar hacia su
núcleo para que la colisión les permita
retomar el saqueo desde cero.
El Cambio vino para eso: para
realizar una redistribución regresiva de
la riqueza que producimos entre todos; para convertir el bienestar
cotidiano en un lujo de sultanes; para
eliminar derechos y multiplicar privilegios; para castigar a un pueblo que probó por otro camino. Aunque el empresidente Macri reconoció algunos
errores de gestión, aprovechó del Día de la Independencia para recitar su hipocresía favorita: “debemos ponernos a trabajar juntos, hombro
con hombro, para que el país pueda salir de una vez por todas de esa historia de crisis recurrentes que nos
lastimaron durante 70 años”. Esta frase requiere muchas aclaraciones: su
ideario clasista interpreta esas crisis como casualidades y no como la resistencia de la oligarquía a los
derechos conquistados por la mayoría desde la irrupción del peronismo. La
desperonización de la Revolución Libertadora –o Fusiladora- toma la forma de deskirchnerización en la Revolución de la Alegría.
Un
shock a la vista
El caso del despido de 357
trabajadores de la agencia Télam resulta ilustrativo. Esta agencia estatal de
noticias fue inaugurada el 14 de abril de 1945 por Juan Domingo Perón para enfrentar la hegemonía informativa de las
agencias imperiales. Ahora la desmantelan para favorecer la dominación deformativa del Grupo Clarín, acrecentada
con la manipulación de la legalidad y los desproporcionados aportes de pauta oficial que ya supera los
1200 millones de pesos. Este personaje siniestro, cuyo apellido se asemeja
al del dictador de los 50 –Lombardi,
Lonardi- aparece en escena con el verso de la pluralidad de voces para cercenar los medios que se atreven a esquivar el blindaje para
contar las atrocidades del Cambio.
Su explicación ante los Diputados
es la confesión del crimen: “Télam pasó
de ser una usina de periodismo a un
espacio de militancia partidaria, cuando no de operaciones políticas o
privilegios individuales”. Siempre hay que aclarar: para la oligarquía,
todo lo que contradiga su nefasto ideario es
denostado por ideológico, partidario, militante, sin reconocer que sus
integrantes, acólitos y servidores también recurren a eso. Defender cualquier idea es ideológico, partidario y militante. Lo
que pasa es que la clase dominante considera que sus ideas son designios divinos, inmutables, indiscutibles: si el crecimiento
patrimonial implica succionar a los demás, es
una orden del cosmos, un mandato genético, el equilibrio de las cosas. Por
eso la gobernadora Vidal –cada vez más lejos de su imagen angelical- interpreta la pobreza en clave genética,
primero para justificarla y segundo para
no hacer nada por reducirla. La
movilidad social ascendente es una herejía para el establishment, el Círculo
Rojo, el Poder Económico.
Si a pesar de la inflación
galopante, el desempleo alentado, la pobreza creciente, la producción en
declive, la catástrofe cercana, el
Ingeniero y sus secuaces insisten con este programa de gobierno es porque
quieren zambullirnos en la tormenta. La mejor manera de profundizar esta
restauración oligárquica es provocando
una colisión histórica, quizá peor que la de 2001. Un shock semejante
parece que golpea a todos, pero no: los
que producen la tragedia son los únicos que se benefician, porque ya han
puesto a resguardo el botín y depositarán
sus deudas sobre la espalda del Pueblo. Después de la hecatombe, los
damnificados aceptan cualquier cosa que
se parezca a una mejora, hasta propinas a cambio de trabajo arduo, hasta las migajas que se caen de la mesa de los
empachados.
De una vez por todas, hay que
entenderlo: estos modelos están para provocar
un salto regresivo en la desigualdad y se aplican para que unos pocos
incrementen sus ganancias con facilidad, sin producir nada, con la mera apuesta de unas fichas en el
casillero que saben ganador. Y todavía quedan algunos que dicen no estar ni de un lado ni del otro o
los místicos que pregonan sobre la ancha
avenida del medio. Aún quedan los
que esperan que salga algo bueno de todo esto o los que sostienen que todo es culpa de los kirchneristas.
Menos mal que crece la multitud convencida de que por este tortuoso laberinto vamos al peor de los mundos, lejos de
la soberanía, la independencia y la dignidad. Una mayoría persuadida de que en las calles está el mejor camino para
llegar al país con el que todavía soñamos.
gracias Gustavo, comparto-abrazos
ResponderBorrarGENIAL !!!! COMPARTO
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