Sin dudas, ya no hay marcha atrás. A partir de ahora, quedan descartadas las frases esperanzadoras de auto-ayuda
o la credulidad de un futuro mejor por
este tortuoso sendero. También las que ahora no se dicen tanto como “hay que darle tiempo” o “si a Macri le va bien, al país también”. Menos aún las conciliadoras que
proponen la ancha avenida del medio, hay
que tirar todos para el mismo lado y el
camino del diálogo y el consenso. Sólo
la ruptura con este modelo de despojo nos puede asegurar un horizonte
promisorio. Las cartas están echadas en este juego fatal donde el contrincante es el enemigo del bienestar
de la mayoría. Y si no nos tomamos en serio esta partida, el sueño de un
país más justo quedará archivado en el
más hermético arcón por muchos años.
Ya es momento de esquivar las escenas y operaciones que
pergeñan para distraernos. El tiempo de divertirnos con los balbuceos del
Gerente, los tartamudeos de la Vice Rodante, la simulada dulzura de Vidal o la
seriedad fingida de Rodríguez Larreta deberán
pasar a un quinto plano. También deberemos descartar las disputas internas
que parecen tan actuadas como las luchas
de Titanes en el Ring. Huesos para que mastiquemos mientras Ellos disfrutan de una comilona
interminable. Incluso, deberíamos dejar
de enredarnos en las discusiones cotidianas sobre la Pesada Herencia, los
PBI que se robaron, las bóvedas
satelitales, el folletín de los cuadernos incinerados y hasta del piolín
que mató a Nisman. Tampoco jugar a piedra,
papel o tijera con las rutas del dinero K y M. La refutación de patrañas no sólo nos desvía de lo importante: rompe
los lazos que deberíamos reforzar.
La herencia que se viene es más
pesada que cualquier otra. Tanto que ya
estamos padeciendo su amargo sabor. La foto explica la película que comenzó
en diciembre de 2015: todo se hizo para
llegar a esto. La convicción de que las fotos venideras serán peores sugiere interrumpir la proyección. Los
propios técnicos del FMI aseguran que “habrá tiempos difíciles para el pueblo argentino,
pero los planes de las autoridades merecen el apoyo de la comunidad
internacional”. ¿Qué planes? ¿Ajustar
hasta la asfixia es un plan? El apoyo de esa comunidad internacional conformada por los piratas de la timba
financiera, ¿para quién es una garantía? Y encima se burlan de nosotros al evaluar que con “una situación económica complicada y una historia difícil con los
préstamos del FMI, la oposición social
al programa ha sido más suave que la esperada”. Además de burlarse, el Fondo nos provoca. Hasta nos dicen
cómo tenemos que reaccionar ante los
desastres de sus recetas. Como si fueran los bravucones de la cuadra, nos invitan a la pelea. No es el mejor
momento para agitar una banderita blanca.
Y
todavía falta lo peor
Desde el jueves, la escena
política vernácula aparece dividida
entre el triunfalismo amarillo y la derrota opositora. La media sanción del
presupuesto 2019 parece sentenciar como
inevitable el desembarco del FMI en nuestras tierras. Sin embargo, los
diputados debatieron durante horas sin
saber los pormenores del acuerdo con el organismo internacional, lo que enrarece la decisión parlamentaria.
Además, el precio a pagar por la venia de los usureros será muy alto para gran
parte de los argentinos. La obsesión de bajar el déficit no producirá mejoras
en nuestra vida, sino todo lo contrario.
La plata que viene del Fondo ni rozará nuestras billeteras: volará rauda hacia las arcas de los
especuladores financieros. Un circuito que engorda a los buitres a costa de
los inhumanos sacrificios que exigen. En definitiva, la deuda la pagaremos con nuestra dignidad sin obtener nada a cambio.
Nada de nada en serio. Un ajuste
nunca trae mejoras, como ya hemos
experimentado en los dos períodos neoliberales anteriores. Si alguno espera
que el equilibrio fiscal volverá a poblar la mesa cotidiana, deberá dar un par de palmaditas en su
cráneo para activar la memoria. Y si eso no funciona, puede apelar al
olfato: ¿no le huele mal que mientras se eliminan los impuestos al espumante, se reduzcan las partidas para salud,
educación y asistencia social? ¿O le regocija saber que unos pocos brindan mientras muchos se
hunden en el abandono?
Afirmar que lo peor todavía no
llegó no es ser pájaro de mal agüero, sino anticipar
la llegada de lo que ya hemos vivido. Quien se oponga a esta afirmación que
explique cómo la reducción de las partidas para cumplir los compromisos
activará nuestra economía. No hay manera: mientras
menos se distribuya, más nos hundiremos. Más aún si entre los
requerimientos del FMI están la reforma laboral y previsional, con la
invitación para que los timberos ganen
fortunas con el retorno del sistema de jubilación privada. Todo lo que
proponen es para degradar nuestra vida
en beneficio de unos pocos empachados. No hay que ser adivino para llegar a
estas conclusiones, sino abrazarse a la
memoria colectiva.
Hasta acá llegamos gracias a las
medidas tomadas por el Gran Equipo y lo
que proponen no nos sacará del pozo. Si estamos acá, no fue por mala praxis
ni por exuberantes fenómenos climáticos. Acá
nos querían y más abajo también. “La
doctrina del shock” remasterizada y en 3D. En menos de tres años, desigualaron la distribución de la torta,
habilitaron un vaciamiento vertiginoso y nos cargaron una deuda por décadas.
Desde el Bailecito en el Balcón el poder adquisitivo de casi todos se vio
reducido de manera alarmante y el fin de
mes se produce apenas cobrado el salario. Y lo más grave de todo esto es
que el Gerente de la Rosada SA está
dispuesto a más deterioro.
En el afán de distraer de la
gravedad del presupuesto, orquestaron la
escena de violencia que tan bien les sale cuando hay grandes movilizaciones
de protesta. Unos cuantos encapuchados provocan disturbios y arrojan piedras
para que los uniformados apaleen y capturen a manifestantes pacíficos, periodistas, transeúntes o extras a varias
cuadras del lugar. Después salen los funcionarios para repudiar los hechos
y cuantificar los daños para regocijo de aquellos
que se preocupan más por las baldosas que por el crecimiento de la pobreza, el
desempleo y el endeudamiento. Los mil millones diarios de las Leliq
impactan menos que los diez millones de la reparación de roturas.
Además del estrago económico y
social que están produciendo los amarillos, impulsan un deterioro conceptual para reforzar prejuicios y profundizar
la Grieta. Expulsar a los extranjeros capturados aunque no se haya demostrado culpabilidad alguna
y plantear una reforma migratoria que pisotee los principios constitucionales conforman la zanahoria para los odiadores.
Y condimentan esta xenofobia elegante con
algunas dosis de antikirchnerismo patológico que todavía cae bien en el
núcleo duro y en unos pocos más.
Con esos que creen que el país
puede salir adelante aniquilando –por acción o abandono- a los más vulnerables
no hay conciliación posible, porque
terminan siendo tan malvados, hipócritas y egoístas como los que comandan
este despropósito. A pesar del hedor a derrota que apesta el ambiente, la fragancia de la victoria no debe dejar
de orientarnos. No el triunfo de un partido en unas elecciones, sino el de
un pueblo que desea que los mejores sueños
se conviertan en realidad.
muchas gracias Gustavo-comparto-abrazos
ResponderBorrarBueno, hay algo que es casi elemental y que suele no tenerse muy en cuenta es que, si lo "aspìracional" es el impulso motor del voto amarillo, sabiendo cómo son los elegidos, no hay aspiración neutra ni ingenua ni sólo limitada al auto, la pilcha o el bulín... eligen ésto porque aspiran a lo mismo, ésto es, ser garcas y hacerse encima del resto con alevosía y disfrute, en alguna parte de esa psiquis perversa, aspiran y se sienten parte de esta porquería; digan lo que digan, siempre será chamuyo, coartada, truchez ... si uno está en contra de ésto, puede o no ser K, no importa, andás por la vida mucho más liviano de conciencia (o simplemente satisfecho de tenerla) y leer o escribir por acá será sin drama... es tan lindo no bolsonarizar ni mauriciar el lenguaje, no?.
ResponderBorrar