Por más
que pongan animalitos en los billetes, la historia que quieren tapar siempre
explota en el presente. Los restos de una revista de historietas en un
bunker del monte Tumbledown, escenario del combate que puso fin a la Guerra de
Malvinas, llegan como un emotivo regalo de Navidad. El des-gobierno
amarillo desmalviniza el presente para coquetear con el Imperio, pero la
Historia no se deja pisotear así nomás. Por más que estos embaucadores hablen
de un futuro impreciso, nos traen el peor pasado camuflado como una novedad
que algunos, de tan distraídos, toman por revolución.
Después
de tres años de decadencia, ¿cómo alguien del montón puede posar sonriente
al lado del Ingeniero en un supermercado? El punto no es burlarse de su
calzado o de la pajaril postura de
sus piernas; analizar el gesto distante y aterrado o la forma tan poco habitual de sostener los frascos. Lo
crucial es entender por qué sonríen los que están junto a él, si por las
amenazas de los custodios o porque no entienden nada. O las dos cosas. ¿Qué
orgullo puede sentir un ciudadano común y corriente junto a alguien que nos
está haciendo tanto daño?
No es
cualquier presidente: es el que adrede está desmadrando todo; el que
aconseja no endeudarse pero bate récord de endeudamiento; el que nos
integró al mundo como el país de menor crecimiento, con el salario más bajo,
con el riesgo país entre los más altos; el que pontifica sobre la
meritocracia desde su púlpito de heredero; el que se disfraza de honesto
aunque gran parte de su fortuna es espuria. Macri es el que ahora
promete una vez más que estaremos mejor con
un “abrazo fuerte, largo y silencioso”, como
el de una boa antes de devorar a su presa. ¿Cómo dibujar una sonrisa junto
a alguien que sigue deteriorando la vida de casi todos?
Tanta indiferencia duele en lo
más hondo. Tanta distracción no puede
explicarse sólo por el blindaje mediático. Hay algo más que desentrañar en todo
esto que, en verdad, asusta. Quizá los que se acomodan para la foto ven en
Macri un famoso más, como un cantante o un actor y aprovechan para eternizar
ese contacto único con alguien a quien sólo ven en la tele. Tal vez no
relacionen lo que ocurre en su entorno con ese hombre de carne y hueso que
irrumpe en la cotidianeidad para comprar aceitunas. A lo mejor conservarán ese
momento como una anécdota para contar a sus nietos, que tendrán empeñado
hasta el chupete. Y lo peor: no sólo piensan que el padecimiento de muchos
es el paso necesario para un país mejor sino que son merecedores de
semejantes penurias.
De mal en peor
Los
asesores de Macri saben cómo enternecer al público cautivo y por eso
titularon “El lazo que nos une” al
saludo de Navidad. Lazo que, sin dudas, nos está acogotando. Mientras el
entorno nos anuncia con bombos y platillos que hay que festejar y los medios
nos cuentan con qué manjares hacerlo, la mesa navideña se incrementó en un
250 por ciento desde 2015. El clima navideño es inevitable hasta para los
que practican otra religión o ninguna. Los movileros recorrieron galerías y
comercios en pos de hallar una multitud de compradores de regalos pero se
encontraron con la resignación de un Papá Noel ajustadísimo. El Mercado
despojó de sacralidad esta fecha al punto de desplazar a un quinto plano el mito
que se conmemora, en tanto sacerdotes y pastores se encargan de encauzar a
sus fieles para recuperar el matiz espiritual que casi está extraviado. La
puja de siempre en la conducción del rebaño.
Pero
esta vez, un nuevo actor entró en escena. La capital del país llenó sus
carteles electrónicos con un mensaje impropio para un Estado laico: “Navidad es Jesús”. Ninguna información
reservada porque esto lo sabe hasta el más desinformado. Sin embargo,
detrás de esto hay una estrategia nefasta que pretende aceitar el camino
hacia las elecciones, a la manera del peligroso Bolsonaro. Esta preocupante
leyenda que lleva el logo oficial del gobierno de la CABA aparece a
pedido de la JUCUM, Juventud con una Misión, una asociación evangélica con
poder de lobby que creció de la mano del macrismo en la ciudad y que
ahora pretende expandirse a la provincia de Buenos Aires y, por
supuesto, a todo el país. Una manera de hacer campaña sin que se note.
Todo
para seguir engañando al votante y convencerlo de que éste es el camino.
Más allá de los malos resultados, por supuesto. Aunque se hayan perdido más
de 120 mil puestos de trabajo registrados en un año y nada augure que se puedan
recuperar. Desde que comenzó el Cambio, hay un diez por ciento menos de
empleos de los que existían. Y se viene más destrucción, por supuesto, porque
la alegría no se detiene ni en verano. La maldad del Gran Equipo no
tiene límites y lo público es el principal objetivo. El cierre de 14 escuelas
en la CABA es una prueba piloto para seguir practicándolo en el resto del
país. Una bestialidad tan descomunal como el desguace del Hospital
Posadas que, a los 1300 despidos ya ejecutados, en esta semana se sumarán
más. No hay manera de disfrazar las malas intenciones cuando escuelas y
hospitales están en la mira de la guadaña.
Los que
advertimos todo esto desde antes del balotaje no salimos de la sorpresa ante
tanta pasividad, tanta naturalización de las tragedias que recorren el
país, tanta esperanza en vano. Tanto perejil
posando junto al embaucador. El recién partido Osvaldo Bayer se lamentaba
en una entrevista de dos años atrás: “tengo
89 años y nunca pensé que volvería a ver un gobierno de derecha. No hemos
aprendido absolutamente nada”. Por el contrario, después de tantas
experiencias perniciosas para la mayoría, seguimos desaprendiendo.
Es difícil no compartir el fastidio por el tour fotográfico del comprador de aceitunas pero intentaré ser menos cruel con esos clientes de ocasión que se prestan a las selfies amables y sonrientes, primero que nada, si yo estuviera ahí, con mi cara habitual y el asco que me da el coso, no habría fotito y si la hubiera, se hace famosa, se hace (y al tipo lo venderían como modelo de tolerancia y amplitud, es decir, peor el remedio que la enfermedad). Por lo tanto, esas fotos, se sacan y difunden en función de una puesta en escena y quienes salen son apenas paisaje.... hay gente que le gusta y no asocia sus penurias con el tipo ése comprando aceitunas y si además lo votó, se cree con derecho a estar ahí, "se lo merece", además, están los que actúan y cobran el servicio.... si me permite, su indignación no le deja ver lo obvio, es marketing y cada día que pasa, menos efectivo.... no estamos todavía en la etapa de que una visita "casual" implique riesgos de linchamiento NO casual pero, todo llega.
ResponderBorrarNo sé hasta qué punto la sociedad es "pasiva", porque hay una porción importante de ella que aún sabiendo que se perjudica, asume como propias las políticas de esta porquería..... y es desoladoramente visible, prefieren la porquería antes que estar bien (o que los negros estén menos peor) y por éso no es raro que aún haya quienes le presten la cara sonrientes, por desgracia, todos tenemos ejemplos cercanos y a mano de esta clase de especímenes.... nos quedan los volátiles, los que querían "cambio" a pesar de que no les iba mal, iba a poner los crédulos pero no, me niego a pensar que existan seres así, no con el quetejedi, demasiado pedigree y los argentinos, se dice, somos los más vivos del planeta, no?. Imposible creencia ahí, es otra la milonga...
Por si el 19 llega antes, chin, chin, feliz año y cuídese que va a ser largo...
Si, seguimos desaprendiendo. Aunque entre la esperanza y la confianza (tantas veces traicionada) quiero tener la certeza que nada está perdido.
ResponderBorrargracias Gustavo! compartido y te paso el casting de "las aceitunas"-abrazos y arranque el 2019 con un poco de esperanza de que desaparezcan de nuestras vidas para siempre!!!
ResponderBorrarhttps://www.facebook.com/photo.php?fbid=2128337147227964&set=gm.1930909650549589&type=3&theater
Al contrario de lo que dice el autor, yo posaría orgulloso al lado del presidente porque lo voté para hacer lo que está haciendo: reconstruir el país. Hay que tener paciencia y pronto vamos a estar al frente de la región. Marcelo V.
ResponderBorrarY aprovechando el gran suceso de hoy, el fallecimiento de Timmerman, tenés otro motivo para posar orgulloso junto a tu presidente y, claro, también a otros baluartes de esta porquería, que sí, hay que tener paciencia que ya se termina y quizás así, dejemos de estar a la cola (o en el culo) de la región y en la vecindad de Ucrania, Zambia o Mali, países prósperos si los hay...
Borrar"Reconstruir", lindo verbo, lástima que antes haya que hacer moco todo, como de nuevo nos abrieron al mundo... tenemos verbo común con Irak, Afganistán, Libia.... gracias, mauri (perdón lagarde, me dejé llevar por la mala costumbre), seguí reconstruyendo tu fortuna. éso sí, guardale una aceituna a marcelito.