Que este año termina y empieza
uno nuevo no es ninguna novedad. El
contexto nos invita a un balance que nadie realiza en serio. El momento del
brindis es tan breve que no alcanza para nada. Apenas para un balbuceo etílico de lugares comunes: el deseo de un
nuevo año mejor y todo lo demás. Sin embargo, a algunos no les alcanza ni para formular deseos. Y menos aún
después de este año, que ha sido el peor
en mucho tiempo. El que estamos por estrenar tampoco promete demasiado porque la Pandilla Gobernante planea
triunfar en las elecciones haciendo lo mismo que hasta ahora: engañar, mentir, demonizar y prometer, pero
sin mejorar un ápice la vida de la mayoría. Y esto no es pesimismo, sino
realidad. En lo único que se ha esforzado el Gran Equipo es en demostrar las malvadas intenciones que
tiene. El resto es puro marketing.
Así y todo, Macri y sus saqueadores siguen en carrera. Como si no bastara haber
endeudado al país en más de 250 mil millones de dólares, condicionando nuestra vida no sólo en 2019, sino en los años sucesivos
hasta 2023. Y todo para estar peor. ¿Qué
tiene de democrático hacer algo así? ¿Dónde está el mérito de vivir
embargados? ¿Quién puede enorgullecerse
de esto? ¿Qué clase de apologista hay que ser? Que algunos perjudicados piensen
votarlos otra vez dan ganas de desear
que pierdan el documento un día antes de las elecciones. Este deseo no es
anti-republicano: que un rico vote a un rico para volverse más rico no merece
ningún reproche pero que un pobre vote a
un rico para que lo siga empobreciendo, los merece todos.
Las reflexiones sobre esto explotan en mi
cabeza cada vez que me siento ante el teclado. El ¿qué pasó en 2015? inspira
mis noches en vela. Como si la ciudadanía estuviera dispuesta a refutar la
casi nunca demostrada frase “el pueblo
nunca se equivoca”. Como si el
votante estuviera dispuesto a insistir en el error, a pesar de las evidencias.
Evidencias que no aparecen en
grandes titulares, pero que se palpan a
diario. El bestial incremento de las tarifas de los servicios públicos no necesita demasiada difusión para
volverse indignante. Claro, parafraseando a González Fraga, “les hicieron creer” que está mal pagar
poco por la luz, el agua, el gas, el transporte y ahora está bien desangrar al usuario en cuotas. Encima, el ministro
de Transporte, Guillermo Dietrich recurre a la Pesada Herencia como excusa para los nuevos incrementos de una manera tan pueril que debería
avergonzar a los que le creen. Para este bribón, el gobierno anterior “nos dijo que todo era un viva la Pepa, que
todo era gratis” para justificar el latrocinio. Y lo peor es que muchos conciudadanos repiten semejante estupidez como
una revelación divina. Desmontar el embrutecido sentido común parece más
difícil que navegar en dulce de leche.
La
hoja de ruta
Pero no hay que bajar los brazos
para esclarecer ante un año electoral que pinta intenso. Hasta el que está
convencido de que sus penurias conforman
el sacrificio necesario para el futuro del país merece unos minutos de
nuestra atención. Lo más difícil no es presentar argumentos para desalentar su
entusiasmo sacrificial, sino contener la
risa. Tampoco va a ayudar una
expresión de conmiseración en nuestro rostro. Con rictus neutro habrá que
explicar que la dignidad horadada sólo
contribuye a engrosar los bolsillos de los que jamás derramarán nada. Si
esto no lo convence, que siga gozando de
su sacrificio y a otra cosa.
Derrotar a Cambiemos con sus
expoliadores dentro no debería ser
difícil después de todo lo que hemos conocido de ellos. Eso más allá de las
encuestas, que arrojan números
contradictorios todos los días. Mientras algunas afirman que ocho de cada diez argentinos tienen una
imagen negativa del empresidente Macri,
otras dicen que conserva un 36 por
ciento de intención de voto. Otras aseguran que la imagen negativa duplica
la positiva y algunas llegan a apostar que gana
en primera vuelta. En medio de este torbellino numérico, la Universidad
Austral –insospechada de kirchnerista- realizó un estudio que demuestra que el 53 por ciento de los argentinos está
convencido de que el buen Mauricio y
casi todos los funcionarios son corruptos. Esto a pesar de los esfuerzos de parodia de los medios
oficialistas para demostrar lo contrario. El trabajo se llama “Indicadores internacionales de la
corrupción Argentina 2018” y está avalado por Transparencia Internacional,
el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial, Latinobarómetro y el BID, entidades globales que deberían coincidir
con un gobierno de empresarios.
Como ya sabemos, no sólo la
parafernalia comunicacional construye un escudo de protección: un entramado de jueces y fiscales acólitos
hacen las piruetas más absurdas para complacer al establishment gobernante.
Prisiones preventivas eternas, procesamientos insostenibles y sentencias sin
pruebas son las acrobacias más comunes
de estos saltimbanquis judiciales. Esto para los K, por supuesto, porque
para los M desparraman sobreseimientos
exprés sin leer las denuncias. El clímax de esta persecución judicial se
alcanzó el fin de semana pasado con la muerte de Héctor Timerman, acusado injustamente por el Juez Claudio
Bonadío y acosado desde las propaladoras de estiércol por traición a la Patria.
El año que se inicia es electoral
y será enloquecedor. La campaña promete mucha acción. El Poder Real bombardeará con operaciones, noticias falsas, denuncias
injustificadas y mucho malabarismo de magistrados serviles. Los ciudadanos
debemos estar muy atentos para no errar en nuestra elección. En cambio, los
irresponsables expulsarán su voto como
si la urna fuese un excusado; si no reeligen a los embaucadores, optarán
por oficialistas camuflados de opositores que resultarán funcionales a la continuidad del saqueo.
De un lado el modelo desigualador con todas sus variantes y del otro, la
unidad. Muchos de los que se apartaron del kirchnerismo durante la Rebelión de
los Estancieros ahora pronuncian esta
palabra como si fuera un conjuro. Los que contribuyeron a horadar al
gobierno de Cristina ahora se enfilan
tras ella para derrotar a Macri. Primero el pegote, después las ideas, cuando
debería ser al revés: la idea de recomponer el país que han descompuesto,
castigar a estos malandras y todos sus secuaces, desarmar el maléfico Grupo Clarín, reeducar a los mega empresarios
para que contribuyan al conjunto, recuperar
la soberanía y la independencia, echar a patadas a los funcionarios
judiciales que mancillaron las leyes, exigir que el botín obtenido con explotación, evasión y especulación sea
devuelto y que la deuda externa sea
pagada por los que la contrajeron y se beneficiaron con ella.
Todo esto debe incluir la Unidad,
de lo contrario, no servirá de nada.
Si al primer gruñido de los poderosos se produce la estampida, estaremos dando vueltas sin transformar nada.
Si no convertimos en delito lo que el Cambio ha hecho en estos tres años, estaremos condenados a servir a unos pocos.
Si no comprendemos que la democracia debe construir igualdad, siempre estaremos a merced de
desigualadores como éstos. Si el Cambio nos hundió hasta acá, tendremos que considerar caminos más
revolucionarios.
gracias querido escritor por acompañarnos con tus excelentes apuntes discontinuos a lo largo de este triste 2018, no perdamos las esperanzas de milagros en el 2019-abrazos y compartido
ResponderBorrarBueno, siendo sinceros, lo más notable de este fin de año es la ausencia de felicidad, ese clima de festejo por obligación y el cagazo por lo que se viene y que se intuye y se sabe peor...
ResponderBorrarAunque coincido con la enumeración de los logros de la actual regencia efemeísta, no estoy seguro de que hacerlo valga la pena, un viejo tema de Piero decía "...las cosas se cuentan solas, sólo hay que saber mirar..." y creo que es exactamente así y el problema está en los que no saben o no quieren saber mirar, sacar cuentas y razonar egoístamente (cómo te va o te fue con cada quien).... y no, lo que persiste es esa siniestra cosa del antiperonismo, inentendedible desde donde se lo mire y que, de tan brutos, no se percatan de que el objeto de su odio, se mantiene vivo gracias a sus verdaderos logros y para negar ese odio irracional... cosa ya grosera con la muerte de Timmerman, todo un símbolo de esa "virtud", con esa bazofia de juez aún en funciones y que nadie plantee en serio, rajarlo... fin de año, de una año amargo y cruel, y el que viene, sin nada de auspicioso (claro, para mí es fácil decirlo, no tengo una eléctrica que desde mañana facturo con tarifa de estreno), pero bueno, acá estamos y no tenemos ganas de irnos, las palabras pueden ser de compromiso pero los mejores deseos salen de adentro.... felicidades!