El cierre de la fábrica de Mielcitas aporta una imagen más de un
gobierno que desembarcó para derramar
sólo amarguras a gran parte de los argentinos. No es la única empresa que
ha resistido las sucesivas crisis económicas, pero ha caído con Macri. Los casos se cuentan de a miles, algunas
por la especulación alentada desde La
Rosada SA y muchas por tarifazos y caída en las ventas. Ajenos a todo esto,
los spots de campaña del oficialismo celebran
logros que sólo están en los videos y
auguran una felicidad muy lejana. Pocos se acuerdan de la Revolución de la Alegría prometida en
2015 y muchos evocan la felicidad de las
Mielcitas durante los recreos o a
escondidas durante una clase aburrida. Ni
una cosa ni la otra están entre nosotros.
Entre nosotros está la oscuridad
de un túnel en el que no necesitábamos
meternos. Un túnel que es más un tren fantasma donde los monstruos no son muñecos, sino empresarios que claman por una
reforma laboral que convierta a los trabajadores casi en esclavos, en
piezas intercambiables al ritmo de su
avaricia, en víctimas de una meritocracia despiadada. ¿No será hora de
pensar en una flexibilización empresarial
para que entre todos decidamos quiénes contribuyen y quiénes no al
bienestar de todos? ¿Cómo podemos pensar en el tránsito hacia un país más
equitativo con estas fieras voraces
soplando su fétido aliento sobre nuestras cabezas? Si aplicáramos la
meritocracia a los integrantes del Círculo
Rojo, ¿no terminarían muchos de
ellos viviendo debajo de un puente?
Mientras el drama se extiende
sobre la población, la ficción televisiva aporta más estigmas para idiotizar a su público. Muchos colonizados se
escandalizan con la fábula de un sindicalista corrupto que fabricó la usina monopólica del Grupo Clarín. El discurso oficial
aporta lo suyo con otra fábula: la de un enfrentamiento entre facciones
kirchneristas. La realidad que no está en las tapas es que una de ellas es amarilla. No dicen que Alberto Fantini está ligado
a Macri y viajó con Triaca a Europa para conocer “modelos de diálogo social”, pero Clarín y La Nación firman un acuerdo para combatir las
noticias falsas. Para lograr eso, deberían
cerrar sus puertas, no sólo esos dos diarios sino todos los medios que
difunden sus hediondos productos informativos. O no cerrar, sino reconvertirse
en algo más saludable.
Sombras,
nada más
Hay que repetirlo hasta el
cansancio: Macri se convirtió en
presidente gracias a infinidad de mentiras. Lo sigue siendo por lo mismo y
no se le cae la cara. Al contrario, en la imperial CNN, provoca con “Cristina Kirchner ve la política como una imposición y una negación, porque niega
la realidad de todos los días”. ¿No será él quien niega la realidad?
¿No es él el que dice “éste es el
camino”, a pesar del desastre que está provocando? Los millones de la deuda
que ha incrementado ocuparían más de
tres estadios de fútbol. El mito de “se
robaron todo” debería aplicarse más
a este gobierno que al anterior. Y eso se nota: porque se están “robando todo” es que se duplicó el desempleo, se desmoronó
el mercado interno, cierran fábricas, empresas y comercios y la pobreza se aleja más del cero hasta
alcanzar el 35 por ciento.
En la provincia que le dio el inmerecido triunfo –Córdoba- el empresidente definió como “bisagra” la elección presidencial
porque “nunca estuvimos tan cerca de
cambiar la historia para siempre”. Que
cambiamos, nadie lo discute; lo de para
siempre, está por verse. Lo que sí es seguro que el Cambio ha
deteriorado la vida de millones. Hasta la casi centenaria fábrica cordobesa de
alfajores Estancia El Rosario está en agonía. Ahora funciona con seis empleados
y si antes producía cerca de nueve
millones de alfajores al año, ya no hace ni la mitad.
Pero Macri sigue embaucando a sus
menguantes seguidores y –más lejos de la
realidad que cualquiera- recordó: “acá
empezó esa fuerza que dijo basta, acá vino esa
rebeldía contra el maltrato”. Claro, el maltrato es una cadena nacional
que interrumpe la telenovela pero no la
tarifa de electricidad que impide verla en serio. Claro, como si ‘rebeldía’
fuera apoyar a los poderosos en
contra de la supervivencia de los más débiles. Tan enredados son los PRO
que terminaron bailando una canción cuartetera de Ulises Bueno que parecía un reproche al principal orador:
“¿qué vienes a buscar, pidiéndome
perdón?... tu tiempo ya pasó, me
cansé de esperar… ya basta de engañar,
ya basta de sufrir… son ya tantas mentiras
que yo no quiero creer”. El azar le jugó una mala pasada, el musicalizador era un infiltrado o
son tan tontos que no saben interpretar el sentido de las letras. O los globos de la mentira explotan en la
cara.
El discurso oficial habla de
transparencia, honestidad, verdad cuando nunca
hemos tenido un gobierno tan puerilmente falaz. En plena campaña, agitan
los cucos más vetustos para asustar a
sus infantilizados seguidores. Como fascistas trasplantados desde cien años
atrás, acusan de comunistas y marxistas a los opositores. Al no tener nada
bueno que exhibir, más que la angurria
legitimada y compartida por los gobernantes, sólo queda demonizar al
adversario.
Tan inseguros están de su triunfo
que no saben qué trampa aplicar para
amañar las elecciones: voto por correo de los argentinos en el extranjero,
reducción de las partidas para publicidad en medios y la contratación de una empresa británica cuestionada por sus
yerros en la transmisión electrónica de los resultados. Y para adornar más
con podredumbre el escenario electoral, inventan
encuestas con paridades inverosímiles y lanzan planes para simular una bonanza
temporal.
Las mentiras son tan groseras que
se escapan de sus bocas, como el déficit heredado, que resultó ser la mitad de lo que habían dicho apenas
iniciada esta destructiva gestión. Pero Ellos dicen que va todo bien sólo
porque los amigotes están saturando sus arcas
con los recursos que nos succionan. Una propuesta para angurrientos o suicidas.
O para tontos que sólo creen en
tonterías. Ningún trabajador, ningún jubilado, ningún empresario de verdad
debería votar por la continuidad del Cambio, una opción que no es para la mayoría, sino para un grupete que
quiere someter al resto a las peores
penurias.
estos amargos destruyen todos nuestros dulces recuerdos hasta las golosinas y confituras de nuestra infancia, que pena lo del Rosario, son excelentes alfajores-abrazos y comparto
ResponderBorrarSí, nadie que razone minimamente, puede creer el bombardeos de embustes y mentiras que nos regala el amarillaje pero, da la casualidad que todo responde a un diseño en el que, justamente, razonar no vale y se impone lo “aspiracional“, “emocional“ y, claro, todos y cada uno de los prejuicios antiperonistas habidos y por haber; un combo que no por estúpido y suicida deja de tener millones de adeptos.
ResponderBorrarLo de Mielcitas, es apenas un ejemplo del futuro inminente si sigue esta porquería, de la confirmación del vaticinio de grobocopatel ...“algunos tienen que desaparecer“ y uno se pregunta incrédulo cómo es posible que empresarios y gente mejor informada, no sume 1+1 y saque conclusiones acerca de que le espera.... y no, ahí los tiene militando por la continuación de la porquería, misma porquería que más temprano que tarde se los llevará puestos.
Y por si la economía fuera poco, está a la firma un decreto de una mayor sumisión a la madre patria USA, declarando “terrorista“ a Hezbolá y metiendo de cabeza al país en un conflicto global, ajeno y con posibles implicancias de seguridad para las que no se está ni remotamente preparados, salvo que se crea que basta la caripela de ningún amigo de la ministra malbec...
De todos modos, ésto recién empieza y se pondrá más entretenido con las nuevas denuncias, descalificaciones y fábulas de próximo estreno, en fin, para desmentir a los que como usted o yo, se quejan de que estos cosos no “producen“ nada...